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Muestra Plácido Domingo un registro vocal casi perfecto en concierto benéfico

*Al lado del Coro Esperanza Azteca, ofrece ante un Foro Imperial casi lleno un amplio repertorio de música clásica y popular mexicana

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Plácido Domingo dijo una vez: no quiero cantar ni un día menos de lo que pueda ni un día más de lo que deba, y bajo esa sentencia la noche de este sábado ofreció un magno concierto con el que refrendó una vez más su leyenda como uno de los tenores líricos más importantes de los últimos tiempos.
Ante un Foro Imperial casi lleno, el retraso de más de media hora fue justificado cuando el cantante apareció para interpretar Nemico della patria de la obra Andrea Chénier, drama de ambiente histórico en cuatro actos con música de Umberto Giordano y libreto en italiano de Luigi Illica, que trata sobre la vida del poeta francés Andrea Chénier.
Previamente, pero después de un video explicativo del porqué la organización del concierto de caridad para ayudar a los damnificados por las pasadas lluvias en la entidad, en especial a los de Venta Vieja, la orquesta y coro Esperanza Azteca mostró músculo al abrir el concierto en sí con el Aleluya de Händel ganándose desde ya el aplauso del público.
Con la ayuda de los directores Eugene Khon y Julio Saldaña, y en la compañía de las sopranos Angel Joy Blue y Micaëla Oeste, Plácido Domingo y los chicos de Esperanza Azteca fueron desde el coro de los gitanos de Il Trovatore hasta una pequeña suite de mambos con todo y coreografía que incluía sendas acrobacias de los músicos con sus instrumentos.
La presencia de la orquesta, cuyos integrantes fueron vestidos de amarillo para las cuerdas, rojo para las percusiones, verde para los metales y azul para el propio coro, no pudieron opacar la aún enorme presencia escénica del cantante; la potencia de voz acomodada más bien en un tono de barítono aunada con la experiencia de mucho tiempo no dejaron duda alguna de que sigue siendo un grande.
Y en el mismo tono, las sopranos Angel y Micaëla, quienes para no desmerecer interpretaron, entre varias, I could have danced, de la obra musical norteamericana My fair lady, y Estrellita, del gran Manuel M. Ponce, respectivamente.
Si bien desde el principio la voz de Domingo fue relativamente exigida, el epítome llegó luego de que rompiera el protocolo y cantara a la par del coro un popurrí de Agustín Lara, y pese a que en varias ocasiones desconoció la letra eso no fue impedimento, sino al contrario puesto que con la ayuda del público las melodías salieron adelante entre vivas y oles, ante los pases por abajo y naturales que brindó el cantante cuando tocó el turno de cantar Silverio Pérez, en honor al famoso matador de toros mexicano.
Si a esas alturas el público estaba más que comprometido con la actuación de Plácido Domingo, cuando llegó el Bésame mucho de Consuelito Velásquez, a un ritmo más movido de lo normal, no pudo hacer más que aplaudir por varios minutos y de pie.
Plácido Domingo, cuya carga de trabajo promedia al año 40 funciones de alguna ópera como cantante, 15 conciertos por todo el mundo y una veintena de obras como director, indicó al terminar su presentación que si bien no es una obsesión el pensar sobre su retiro “dejar de cantar es inevitable, la voz me va a dejar un día”.
Pero mientras tanto, y tras lamentar que no incluyera en la función María bonita de Agustín Lara, salió a regalarle al público su interpretación de Júrame, de María Grever, mientras que las dos sopranos interpretaron un par de romanzas, un joven debutante salió al ruedo con su trompeta y el coro volvió a cantar su suite de mambos que con las coreografías le hicieron la noche a los asistentes.
La nota chusca la dio el mismo staff del Foro Mundo Imperial cuando al abrir el telón por primera ocasión se llevó enganchado el contrabajo de uno de los niños que desesperado gritaba y manoteaba por su instrumento que en segundos llegó a más de diez metros de altura pero que de inmediato regresó a sus manos cuando regresaron el telón a su lugar ni sin antes ocasionar carcajadas.

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