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Moisés Alcaraz Jiménez*

Dos proyectos de nación

 

Ayer iniciaron las campañas electorales por la presidencia de la República en un escenario donde los tiempos se redujeron muy drásticamente y ahora los partidos tendrán que realizar sus labores proselitistas a marchas forzadas. Las actividades para la promoción de los candidatos se intensificarán como jamás se ha visto y la población será sometida a un fuerte bombardeo de propaganda a través de todos los medios posibles. La contaminación visual y auditiva llegará a niveles críticos hasta provocar el hastío social.

Pero más allá de campañas estridentes y del hartazgo ciudadano que provocarán, lo lamentable es lo que se encuentra oculto atrás de todo ello y que el grueso de la ciudadanía, por más que se hable de una sociedad informada y participativa, no alcanza a comprender.

Los mexicanos tenemos enfrente, otra vez, la posibilidad de sepultar con millones de votos al modelo económico que nos ha conducido a la destrucción del tejido social y que se expresa en los más de 50 mil muertos en este sexenio producto de la delincuencia organizada y se manifiesta también en el incremento de 20 millones de pobres tan sólo en los últimos seis años, así como en la criminal caída de los índices de bienestar social, particularmente en desempleo, insalubridad, desnutrición y retroceso educativo.

Todo ello se ha incrementado a la luz del modelo económico neoliberal que implantó en México hace más de 30 años el capital especulativo transnacional a través de sus instrumentos de dominación y saqueo: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que por las regiones más pobres del mundo impusieron políticas económicas ultraconservadoras que provocaron la quiebra de los estados para dejar el poder político en manos de gobiernos de la derecha que transfirieron los bienes públicos, es decir, el patrimonio nacional, a grupos facciosos de empresarios subdesarrollados que cada día nos hunden más en la miseria.

De esa forma, la economía de las naciones se dejó en manos del mercado depredador que se rige por la ley del más fuerte. Los gobiernos de derecha han hecho abdicar al estado de su función esencial: garantizar los derechos sociales de todos: a la salud, a la educación, al empleo, a la seguridad pública. En el neoliberalismo los bienes y servicios públicos tienden a privatizarse y sólo tienen derecho a ellos quienes pueden pagarlos. Se desmantela la política social, por eso operan en condiciones lamentables dependencias importantes de alto impacto en el bienestar de amplias capas de población, como por ejemplo el ISSSTE, el IMSS y todo el sector público de salud, que sobreviven con presupuestos miserables.

Los estados neoliberales que las derechas han implantado por todo el mundo han producido un puñado de grandes potentados que en alianza con el capital transnacional usufructúan los bienes de las naciones y han provocado la expansión de la pobreza a niveles preocupantes. El neoliberalismo es la ofensiva de las fuerzas de la derecha contra el estado, al cual reducen a su más mínima expresión hasta convertirlo en un estado gendarme garante de los intereses de unos cuantos.

En estas elecciones los mexicanos tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo o seguir respaldando la política económica depredadora antes descrita que es una verdadera fábrica de pobreza y desigualdad social. Nuevamente están en juego dos proyectos claramente definidos: por un lado PRI y PAN siguen siendo los fieles representantes de las fuerzas de la derecha que sin variación alguna, más que para profundizar el modelo, continuarán impulsando al neoliberalismo como forma de gobierno. Son proyectos idénticos  que representan más de lo mismo: continuar con el desmantelamiento de la política social, privatizar lo único que nos queda como patrimonio de todos: Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Y en lo político continuar restableciendo los fueros de las fuerzas oscurantistas que se quieren apoderar de la educación en México.

Del otro lado se encuentra el modelo de las fuerzas del progreso social representadas por lo que queda de la izquierda: PRD y partidos aliados, que buscan instaurar un gobierno de corte socialdemócrata donde el estado retome sus funciones esenciales y garantice el bienestar social al que todos tenemos derechos.

Un voto reflexionado jamás será a favor de continuar con lo mismo. Pero las oligarquías se reproducen precisamente en un entorno donde ese voto es escaso, insuficiente para derrotarlas, y en un contexto donde tienen a su favor a las empresas televisoras especializadas en combatir la reflexión del sufragio y expertas en reproducir los votos de la ignorancia.

 

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Twitter: @MoissAlcarazJim

 

* El autor es director estatal de Gobernación

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