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Continúa el idilio de Gabriel Zaid con los libros después de 80 años juntos

*Se graduó como ingeniero en el Tecnológico de Monterrey, pero se convirtió en poeta, ensayista, crítico, articulista, antologador y traductor

Staff / Agencia Reforma

Monterrey

Cuando era niño y vivía en Monterrey, Gabriel Zaid ambicionó leer todos los libros, aunque su padre le había advertido ¿a gritos? que se quedaría ciego como él.
“No sé cómo descubrí una biblioteca en el Palacio Municipal”, cuenta el escritor en un revelador texto llamado Currículum vitae.
“No tenía muchos libros, ni mucha concurrencia, pero nadie me interrumpía; y, desde la primera visita, me llegó el olor a tinta de imprenta, a papel embodegado, que todavía recuerdo”.
Fue amor a primera vista, a primer olor, a primer contacto.
Un amor a la lectura que se ha mantenido intacto en aquel niño regiomontano nacido en 1934, que cumplirá 80 años el próximo 24 de enero.
Son las primeras ocho décadas de un autor convertido en una especie de sabio con un aire socarrón, desafiante ante el pensamiento establecido, que aplica a rajatabla la lógica del sentido común.

Ingeniero y escritor

El joven Gabriel abrazó la cultura en su totalidad. Se graduó como ingeniero en el Tecnológico de Monterrey, pero se convirtió en poeta, ensayista, crítico, articulista, antologador y traductor.
Además, llegó a ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y, actualmente, de El Colegio Nacional.
“Me mareaba en los pasillos, entre los anaqueles cargados de libros de la biblioteca del Instituto Tecnológico de Monterrey, a cuyo interior tenía acceso, gracias a una concesión muy especial, que me permitía explorarla horas y horas, y marearme”, sigue contando Zaid.
“Así descubrí un librito que llegué a saberme de memoria y hasta quise poner en ecuaciones: La fábula de Equis y Zeda”.
En una suerte de imitación-homenaje de ese poema de Gerardo Diego, Zaid escribió la Fábula de Narciso y Ariadna, que publicó en la ya mítica Revista Kátharsis.
Ese texto germinal integra algunas constantes en la obra zaideana: preocupación por la estructura formal, exploración del misterio del amor, ironía y humor (el poema está dedicado al Pequeño Larousse Ilustrado).
Luego, en 1963, publicó su primer libro: La poesía, fundamento de la ciudad, donde reflexiona sobre la presencia de la poesía en la vida práctica, uno de sus temas preferidos.
“Escribir no es más ni menos empresa, no es más ni menos actuación, no requiere más ni menos talento que hacer negocios”, dice.
“La diferencia económica es cuestión de aceptación social”.
Después vinieron títulos como Seguimiento, Campo nudista, Práctica mortal y Cuestionario, en poesía; y La máquina de cantar, Los demasiados libros, Leer poesía, Cómo leer en bicicleta y Tres poetas católicos, en ensayo.
También ha sido antologador.
Publicó la Asamblea de poetas jóvenes de México y el Ómnibus de poesía mexicana, donde recopiló ¿por puro gusto? poemas consagrados y otros insólitos, como versos encontrados en letrinas y camiones.

Pensador en bicicleta

Muy pronto, Zaid se hizo de un nombre propio dentro de los círculos literarios del país.
Octavio Paz lo designó como uno de los cuatro poetas que delimitaban el nuevo paisaje de la poesía mexicana, junto con Marco Antonio Montes de Oca, José Emilio  Pacheco y Homero Aridjis.
“Zaid es un poeta escaso, sea porque escribe poco o porque se exige mucho”, afirmó el Nobel de Literatura mexicano en 1976.
“Cualquiera que sea la causa, esterilidad o rigor, su escasez es asimismo excelencia”.
El rigor que menciona Paz se manifiesta también en las correcciones, ajustes o incluso eliminaciones que hace Zaid de sus textos al ser reeditados.
Pero así como siendo niño leyó enamorado los libros de la biblioteca encontrada, el regiomontano ha leído el mundo con una claridad y una lógica que seducen hasta el convencimiento.
Esta capacidad le ha permitido pensar en temas como la política, el ejercicio del poder y la economía nacional. Dan muestra sus títulos De los libros al poder, El progreso improductivo, Adiós al PRI y La economía presidencial, entre otros.
En 1995, El Colegio Nacional comenzó a publicar sus Obras, de las que ya han aparecido cuatro tomos. Pero él, a sus 80 años, sigue escribiendo en forma incansable.
Apenas el año pasado publicó Dinero para la cultura, elogiado por la crítica.

El autor oculto

Es probable que se organicen diversos homenajes a Zaid por sus 80 años. Pero lo más seguro es que no acuda a estas celebraciones, porque tiene el dogma de huir de recitales, homenajes, tertulias y encuentros literarios.
Incluso evita las fotografías casi de forma obsesiva.
“Debo decir que creo tanto en esa patria fantasmal (de los libros) que, en reuniones como ésta, me siento como una aparición fuera de lugar”, dijo en 1984, durante su discurso de ingreso a El Colegio Nacional.
No se trata de una impostura, sino de llevar al límite una convicción: debe sobresalir la obra literaria por su valor intrínseco, no por lo que el autor diga o haga.
Por eso el texto Currículum vitae, publicado en 1986 en la revista Vuelta, resulta tan entrañable para los lectores de Zaid: porque descorre un poco el velo de misterio que se ha autoimpuesto.
Es por eso también que, en su 80 aniversario, la mejor forma de homenajearlo es leer y releer sus libros. Y así celebrar al autor que aspira a la comunión humana por medio de la lectura.

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