Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Javier Saldaña Almazán*

La UAGro frente a los retos de la realidad guerrerense

(Primera parte)

I

Soy de los que piensan que la realidad guerrerense de nuestros días nos ha llevado a un punto límite, como pocas veces en nuestra historia. Quizás nunca hayamos vivido tantas desgracias en tan poco tiempo, acumuladas o trenzadas en diferentes campos. Sólo por mencionar algunos: el del desarrollo y las condiciones de vida de la gente; el de la cultura y el despliegue de nuestras capacidades para ampliar y llevar adelante el sistema educativo; el de las formas organizativas, técnicas y de prevención que nos permitan enfrentar las cada vez más agudas y recurrentes contingencias sísmicas e hidrológicas.
Un signo nos expone y somete: el de la pobreza. Según el último estudio de Coneval (elaborado antes de que llegaran a Guerrero los flagelos meteorológicos de Manuel e Ingrid), nuestra entidad federativa pasó a ocupar el no muy honorable segundo lugar en la tabla de los “más” marginados. Sólo por encima aparece Chiapas, mientras que la entidad de Oaxaca nos desplaza y pasa a ocupar el tercer lugar, en el que antes nos ubicábamos.
Del 14 al 15 de septiembre de 2013 nos “llovió sobre mojado”: el huracán Manuel y la tormenta tropical Ingrid no respetaron campos ni ciudades, y destruyeron una parte importante de nuestro capital social, educativo, productivo, comunitario.
¿Qué podemos agregar a estos males que ahora nos agobian? El despliegue de un estado de inseguridad de todo tono y color del que no se alcanza a definir cuáles son los verdaderos puntos de arranque, ni cuáles serán los de llegada. La inseguridad, corrupción, pobreza, inquina, confusión, desánimo, hambre, soledad, desgracia; palabras que cotidianamente se repiten en cualquier conversación familiar o entre vecinos; en asambleas o en mítines de todo tipo; en prensa, radio, televisión o en las redes sociales. Son problemas que nos acechan por todas partes cargados por la incertidumbre de encontrar solución.
A las condiciones económicas y sociales que bajo estos signos de abatimiento identifican ahora la realidad guerrerense se suma finalmente otra, claramente distinguible: la del hartazgo al que llevan algunos discursos de la denominada “clase política”.  En Guerrero se suele decir “no pasa nada”; “todo se arreglará si recuperamos la fe y mantenemos la calma”. Palabras o frases que pudieran tener sentido si la denominada “clase política” se encontrara unificada y firme en el designio supremo de hacer a un lado sus intereses o posicionamientos “de grupo” y colocar el interés de nuestro pueblo por delante.

II

En las circunstancias señaladas, no creo mentir ni exagerar si digo que la Universidad Autónoma de Guerrero ha marcado un claro contrapunto: el de la unidad programática y de acción que ha comprometido nuestro andar desde que el 6 de abril de 2013 asumimos el cargo de rector en nuestra querida institución. ¿Logramos la unidad por algún procedimiento tramposo, una maquinación maquiavélica o perversa? De ninguna manera, alcanzamos la unidad por muy diversos factores; pero sobre todo, por lo que pudiera llamarse una “unificación de fines”. Ello se concretó en la elaboración de nuestro Plan de Desarrollo Institucional 2013-2017, mismo en el que quedaron inscritos horizontes de concreción hacia el 2025 y el 2035.
A casi un año de que se cumpla el primer ciclo de nuestra administración, de algo estamos realmente seguros y es del esquema unitario que en el 2013 empezamos a tejer por medio de nuestras acciones que no eran inciertas ni quimeras. Me remito a los hechos que en breve presentaremos como el testimonio fehaciente de lo logrado.
Pero no es ni puede ser el pensar y el quehacer de nuestra casa de estudios un tema que quede en lo doméstico: la UAGro ha nacido en el arraigo social del que se nutre, y no puede hacer otra cosa que, en cumplimiento de sus objetivos supremos, mantener sus vínculos y lazos con la gente de nuestro Estado a las causas más justas de nuestro pueblo.
Es por ello que ahora creemos que ha llegado el momento de marcar una pauta: desplegar nuestros mayores esfuerzos, como UAGro, para generar alguna o algunas salidas a la crisis social, económica, educativo-cultural y política que nos agobia. En dicha perspectiva, colocamos en este breve espacio las primeras líneas de apunte:
1.- La posibilidad de superar los males que nos aquejan parte necesariamente de un esquema unitario de todas las fuerzas sociales y políticas de Guerrero. Es nuestra opinión, en este punto, que vale la pena realizar un máximo esfuerzo para que se alcance lo que en las circunstancias actuales pudiera parecer un objetivo imposible: llegar a las elecciones en 2015 con un candidato de unidad de todas las fuerzas y corrientes políticas, en el entendido de que ello nos permitiría disminuir tiempo, esfuerzo y recursos, y, en consecuencia, se establecería  un nuevo curso político para nuestra entidad y el país. Para lograr esta propuesta trascendente sería necesario:
2.- Forjar un programa de transformaciones y desarrollo que emergiera directamente del pueblo mediante un proceso democrático de reuniones sociales, territoriales, regionales y sectoriales que impusieran los lineamientos “duros” de dicho programa.
Bajo esta idea-matriz, con sus posibles variantes, le corresponde a la Universidad Autónoma de Guerrero jugar un papel que nos parece posible y, vale subrayarlo, indispensable:
3.- Con sus 77 mil estudiantes registrados, y su capital educativo y cultural puesto al servicio de esa causa, reforzar y ampliar sus campos de intervención y de vinculación para implicarse en el proceso de construcción del referido programa. No imprimir, por supuesto, ideas o proyectos, sino brindar colaboración en la elaboración de diagnósticos, aunados a la realización de debates, que presenten información contundente sobre temas complejos como seguridad, minería, agricultura, ganadería, cambio climático, desarrollos productivos, condiciones para la prevención ambiental, etcétera.
4.- Con un esfuerzo máximo de contenido asistencial y cultural, que cree un ámbito de animación y fuerza de movilización en todas las áreas y niveles del estado. En el entendido de que ello no implica impostar una acción o una propuesta, pues si algo caracteriza a la UAGro es su extensión-integración en la mayor parte del estado, mediante la participación de sus maestros y alumnos como actores protagónicos e indisociables a las acciones de primer orden en la mayoría de sus regiones urbanas y rurales.
Obviamente, esta tarea de la UAGro no puede ni debe depender de que la denominada “clase política” se unifique: basta con que se haga evidente que el esfuerzo de integración o suma al objetivo planteado implica a una amplia o significativa mayoría de pobladores en nuestra entidad. Lo que puede ser, sin duda alguna, una palanca transformadora sin precedentes en nuestra entidad.
Se entenderá aquí, bajo la perspectiva planteada, la importancia que tiene que la UAGro presente, durante los próximos meses, una propuesta de ley para normar la educación superior en el Estado, ya que un marco legislativo de tal naturaleza establecerá los soportes necesarios para que nuestra institución educativa pueda asumir a plenitud tareas del nivel o calado arriba referidas.
Sobre este punto y otros hablaremos en una segunda entrega.

* Rector de la Universidad Autónoma de Guerrero

468 ad