Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

*Los Cívicos (Cuarta parte)

Muchos autores hacen hincapié en la simpatía que la Revolución Cubana despertó en algunos dirigentes del movimiento anticaballerista, como es el caso del Cívico atoyaquenses Rogelio Juárez Godoy, quien decía en sus discursos que esa revolución era una alternativa para quienes deseaban mejores condiciones de vida para sus hijos, y Gregoria Nario también de Atoyac entrevistada por Andrea Radilla, dijo que compartía la idea de que si el socialismo aseguraba a sus hijos comida, educación, salud y recreo, pues entonces “el camino está marcado para nosotros”.
Otro es don José Téllez quien dice: “Las noticias de la revolución cubana nos llegaban por radio, en onda corta, Lucio Cabañas hablaba de ella en los mítines contra Caballero Aburto, otros oradores también decían lo que se estaba logrando en Cuba, Imperio Rebolledo era uno de ellos, parecía que había una esperanza de que las cosas cambiaran para nosotros, ya estábamos cansados de tanto robo de los acaparadores y del banco”.
Esas eran algunas de las ideas que estaban presentes en los discursos. Pero volviendo a la dinámica del conflicto, atoyaquenses como Lucio Cabañas estuvieron presentes en momentos cruciales de esta lucha, por ejemplo, cuando el primero de noviembre de 1960 el Congreso local derogó la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Guerrero, se resolvían las demandas universitarias, pero ellos decidieron seguir luchando hasta la desaparición de poderes. Dice Román Román: “Un grupo de estudiantes encabezados por Jesús Araujo y otro de maestros universitarios fueron partidarios de levantar la huelga una vez satisfechas las demandas planteadas al gobernador. Sin embargo, estudiantes como Imperio Rebolledo, Saúl Mendoza, Jorge y Bernardino Vielma, Lucio Cabañas y Evita Salmerón, entre otros, promovieron el acuerdo de continuar la huelga, después que el gobierno del estado satisfizo el pliego de demandas planteado por los universitarios”.
El régimen mostró su intolerancia el 30 de diciembre de ese año cuando el Ejército masacró una manifestación popular en Chilpancingo donde murieron 16 personas y quedaron 54 heridos. Esta represión cimbró todo el estado, en las principales ciudades el comercio cerró sus puertas en señal de luto y protesta, también se realizaron acciones de represalia contra los caballeristas: tomando alcaldías y haciendo escarnio público de los políticos afines al gobernador.  Escribió Salvador Román Román que en Atoyac de Álvarez, “Lucio Cabañas y otros antigobiernistas trataron de obligar a su alcalde Raúl Galeana a renunciar al puesto, pero el ejército lo evitó”.
El primero de enero de 1961, a las 2 de la tarde, estudiantes encabezados por el universitario Jesús García Galeana, militantes del Frente Zapatista y muchos ciudadanos atoyaquenses, realizaron un mitin frente al edificio de la escuela Juan Álvarez. Ese día en una acción represiva el comandante de la policía urbana, mayor Adalberto Lira Torres, les decomisó el aparato de sonido a los manifestantes, que luego marcharon por las calles de Atoyac.  La multitud al pasar por la oficina de la Sub-recaudación de rentas desprendieron el rótulo y lanzaron mueras a Raúl Caballero Aburto. Apedrearon las casas Carmelo García Galeana y Benito Fierro Fierro, a quienes consideraban prominentes miembros de la oligarquía local. Los famosos “hambreadores del pueblo”.
Dice Wilfrido Fierro: “La turba recorrió las calles ‘Gral. Juan Álvarez’ y otras, deteniéndose en la cueva del Club de Leones en donde los ex–regidores de la Comuna actual Rosendo Téllez Blanco, Prof. Luis Cabañas Ocampo y Félix Roque Solís, desconocieron la administración que preside Raúl Galeana Núñez, nombrando un concejo, integrado –según ellos– de la manera siguiente: presidente, Rosendo Téllez Blanco y síndico prof. Luis Cabañas Ocampo”.
Fue Rosendo Radilla Pacheco quien propuso en la asamblea a Rosendo Téllez Blanco para que encabezara el Consejo Municipal debido a que era un ciudadano de probada honestidad, con arraigo entre la sociedad atoyaquenses y con los campesinos de la sierra.
Ese mismo día domingo después de las 2 de la tarde, el comercio de esta ciudad cerró sus puertas como protesta  por los hechos sangrientos ocurridos en Chilpancingo.
Al día siguiente 2 de enero, los afectados por las pedradas de los manifestantes, pusieron una denuncia ante el agente auxiliar del Ministerio Publico de este lugar Olaguer Gómez, quien giró orden de aprehensión contra Jesús García Galeana, como presunto responsable de los desmanes. Por tal motivo el estudiante universitario, quien pertenecía a una de las familias más pudientes de la ciudad, fue detenido y consignado a Tecpan de Galeana. Al día siguiente de nuevo los comerciantes locales cerraron sus establecimientos como protesta por las desgracias que el gobierno de Caballero Aburto había provocado.
Una comisión de senadores integrada por Eduardo Livas Villareal, Juan Manuel Terán Mata, Carlos Ramírez Guerrero y José Castillo Thielmans, vino al estado a investigar los hechos sangrientos del 30 de diciembre de 1960 en Chilpancingo, por ello el miércoles 4 de enero, a la una de la tarde, el Congreso de la Unión, de acuerdo con el dictamen que emitió dicha comisión declaró desaparecidos los poderes en Guerrero y nombró como gobernador sustituto al licenciado Arturo Martínez Adame.
Después de la caída de Caballero Aburto se vinieron muchos hechos en escalada, en todo el estado el pueblo tomó los ayuntamientos, en Atoyac hicieron lo mismo, nombrando a don Rosendo Téllez Blanco como alcalde y como comandante de la policía quedó Regino Rosales de la Rosa, quien años más tarde moriría, el 18 de mayo de 1967, peleando contra la policía estatal del gobernador Raymundo Abarca Alarcón.
El 6 de enero de 1961, los locatarios del mercado Perseverancia y Morelos, a través de su dirigente Félix Roque Solís propusieron una planilla para integrar un consejo municipal y sustituir al Ayuntamiento caballerista. También al saberse la desaparición de poderes, ese mismo día 6, fueron suspendidos los trabajos en la construcción de la escuela primaria general Juan Álvarez y al día siguiente 7 de enero, a las 11 horas, todos los integrantes de la administración municipal que presidía Raúl Galeana Núñez presentaron en masa su renuncia al gobernador sustituto Arturo Martínez Adame. Según Salvador Román Román la dimisión se debió a “la presión de los anticaballeristas triunfantes y la orfandad política en la que ellos se vieron por la caída del gobernador Caballero fueron las causas para que tomaran tal determinación”.
Inmediatamente los grupos conocidos como los Cívicos: estudiantes, el Frente Zapatista y miembros de la Coalición de Fuerzas Populares de Guerrero, encabezados por Rosendo Téllez Blanco, Luis Cabañas Ocampo y Félix Roque Solís, tomaron por asalto el Palacio Municipal, a las 11 horas del 8 de enero de 1961. El Ayuntamiento se encontraba acéfalo por la renuncia de los integrantes de la comuna presidida por Raúl Galeana Núñez el día anterior. Los hechos fueron consignados por Wilfrido Fiero Armenta: “la chusma avorazadamente  trató de localizar las llaves de las oficinas y al no encontrarlas forzaron las cerraduras y al mismo tiempo montaron guardia permanente al edificio, con la actitud asumida bien se deja entrever que la lucha cívica por deponer al despótico gobierno caballerista, hoy se ha convertido en una lucha de ambiciones personales, ya que los  dirigentes aspiran a los mejores puestos”.
Los Cívicos mantuvieron una guardia permanente en el Palacio Municipal, porque muchos querían ocupar la alcaldía “dando el espectáculo más inaudito de que se tenga historia, y a partir de ese fecha el edificio se convirtió en un centro de agitación y de desorden. Las fonderas de los mercados Morelos y Perseverancia se dieron a la tarea de llevar alimentos a esta gente, distinguiéndose las  hermanas Irene y Bertha Gallardo (a) Marangallas, Asunción Fierro, Salustia Rodríguez y Dora Lluck”.
El 9 de enero Los Cívicos encabezados por Antonio López Cabañas se posesionaron de la oficina de la agencia auxiliar del Ministerio Público echaron por medio de la fuerza al agente titular Olaguer Gómez y al juez del registro civil Rubén Barrera Serna que despachaba en las mismas instalaciones. Este acto de justicia popular fue a la una de la tarde, se hizo ante la rechifla y burla de las fonderas del mercado Perseverancia. Se trataba de expulsar del municipio a todas las autoridades caballeristas y su camarilla. No era para menos después de tantos crímenes cometidos por la policía estatal.
“El populacho sediento de venganza en su mayoría por placeras afiliadas a la Unión del Pequeño Comercio, se dirigieron a la Oficina del Ministerio Público, que se encontraba ubicada en las calles  de Nigromante No. 3, llevando a la cabeza a Antonio López Cabañas y al Güero Cedeño que con pistola en mano y a empellones lanzó a la calle al agente auxiliar de esta dependencia señor Olaguer Gómez y al juez de Registro Civil Rubén  Barrera Serna, ante la burla, el insulto y la gritería de sus compañeros”, dice nuestro mejor cronista.
En entrevista con Román Román, Hilda Flores Solís aclaró que “hicieron una parada cívica frente al Ayuntamiento para sacar al presidente Raúl Galeana, que de hecho abandonó el palacio por el clima de violencia que prevalecía en Atoyac”. Hilda Flores explicó que primero sacaron a la policía del Palacio Municipal y luego tomaron posesión del edificio público. Días antes, los anticaballeristas realizaron una reunión para seleccionar a la persona que ocuparía la alcaldía y demás puestos municipales, recayendo la responsabilidad primera en Rosendo Téllez Blanco. Resuelta la sucesión por los Cívicos, una comisión integrada por Luis Cabañas Ocampo, Téllez Blanco, Félix Roque Solís e Hilda Flores acudió ante el gobernador Martínez para proponerle esa planilla.
Mientras esto sucedía en Atoyac, el 10 de enero de 1961 se restructuró el comité directivo de la ACG y quedó integrado –según Román Román– de la siguiente forma: presidente, Genaro Vázquez Rojas; vicepresidente, Antonio Sotelo Pérez; secretario general, Rosendo Vega Arcos; tesorero, Laureano Salgado; secretario de organización, Luis Cabañas Ocampo; secretario de Acción Agraria, Lucio Cabañas; dirección juvenil, Rogelio Juárez; Comisión de Prensa, Blas Vergara Aguilar; presidente de la Comisión de Honor y Justicia, Pedro Tlatempa Dircio. Como se ve en esta nueva dirección estatal estaban tres atoyaquenses.
Luego desde temprana hora el 14 de enero de 1961, los Cívicos comenzaron a invitar al pueblo, para que asistiera a la toma de posesión del nuevo concejo municipal, por medio de un aparato de sonido instalado en el corredor del Palacio. Hicieron uso de micrófono Hilda Flores Solís, Adrián Nava, quien –dice Wilfrido– en su invitación buscaba el acercamiento de todos las clases sociales, “no así su sucesor Medardo Reyes Gudiño, quien empezó a colmar de insultos a los que no se habían unido al movimiento, y que sólo tenían derecho Los Huarachudos; de paso azuzaba a la chusma para que fueran a lanzar de la dirección de la escuela Juan Álvarez a la directora Julia Paco Piza y al mismo tiempo se ensañaba lanzándole una sarta de improperios”.
Mientras Medardo hablaba, al interior del Ayuntamiento tomaba posesión, “sin la intervención de ningún representante del gobierno del estado”,  resalta Wilfrido, la planilla de Rosendo Téllez Blanco quien iba como presidente municipal; Luis Cabañas Ocampo como síndico y como regidores Félix Roque Solís, Hermilo Ruiz Valle, Isabel López,  Guadalupe Chávez, Zeferino y Rafaela Radilla Santiago. Como ya dije antes el cuerpo  policiaco quedó a cargo de Regino Rosales de la Rosa, como comandante y Alfonso Cedeño Galicia, El Güero Cedeño como segundo comandante. Este último, años más tarde sería el primero en acompañar a Lucio Cabañas al iniciar la guerrilla.
Dice Fierro Armenta: “Como la administración al renunciar había entregado las armas al Corl. del Ejército Manuel Olvera Fragoso, Comandante del Cuerpo de Rurales del 59º Batallón, la nueva gendarmería tuvo que proveerse de armas blancas para desempeñar este papel”.
El Diario de Acapulco en su edición del 16 de enero de 1961 mostraba en una de sus notas lo que sería los primeros visos de la división, al decir que Rosendo Téllez sería presa fácil de la familia Cabañas. El tesorero fue Pedro Arzeta Fierro,  Bertoldo Cabañas y Antonio López Cabañas también estaban en el gabinete. Más tarde se dividirían los cívicos entre telliztas y cabañistas.

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