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Federico Vite

¿Sólo dos autoras importantes?

El bosque de la noche (Nightwood, Farber and Farber, 1936), novela de la escritora Djuan Barnes, es un relato gótico y surrealista en el que esencialmente la autora indaga la homosexualidad. Este documento se sitúa geográficamente en Viena y París, narra la historia de una joven estadunidense llamada Robin Vote, obsesionada por encontrar la felicidad. Se casa con el pretensioso Félix Volkbein, falso barón judío con quien tendrá un hijo, pero la mujer se dará cuenta que eso no es la felicidad y la insatisfacción será una constante en la vida de Robin, quien recibirá el impulso de Nora Flood y Jenny Petherbridge para no quedarse empantanada en la desdicha de un matrimonio que no desea preservar.
La primera edición de El bosque de la noche fue muy bien comentada por varios e influyentes poetas. T.S. Eliot escribió un prólogo para la reedición de Farber and Farber en el que afirmaba: “Djuna ha descubierto su propio dolor, lo ha identificado y le ha dado una palmada en el hombro”. Las ediciones en castellano (Seix Barral, Narrativa Actual RBA y Monte Ávila) reproducen el prólogo de Eliot, documento en el que manifiesta su admiración por esta novela y, sobre todo, aplaude la prosa de la autora. Otro de los poetas que saludaron con fervor la aparición de El bosque de la noche fue Dylan Thomas, quien destacaba la elegancia (quizá en este apartado debamos decir la función poética) de la prosa ejercida por Barnes.
Aunque a veces pareciera una impostación de la voz, la prosa de Barnes podría resultar chocante, hecha sólo para apantallar al lector, pero para ello debería leerse exhaustivamente el original; las traducciones al español enfatizan mucho la musicalidad de la narración; es decir, adjetivan con acierto las oraciones subordinadas para otorgarle a esa voz la fuerza de una fuente rebosante de imágenes poéticas. Otro de los autores que profesaba su admiración por Barnes fue Truman Capote, quien destacaba la habilidad de la autora para reinventar las atmósferas nocturnas.
El bosque de la noche es una obra autobiográfica y todos los personajes son personas que rodearon a la escritora. Barnes es Nora Flood, la protagonista del libro, y es definida por el doctor O’Connor, oscuro y lúcido personaje, de la siguiente manera: “Al final todos los hombres mueren de ese veneno que se llama corazón en la boca. Tú llevas el tuyo en la mano. Guárdalo”.
La vida de Djuna es de esas historias que tanto gustan a los apasionados por el constante redescubrimiento de espíritus malditos. En este caso, mujeres fatales pues. Pero por encima de los caprichos o desplantes de esta chica, lo que destaco en El bosque de la noche es la ironía y mala leche con la que la autora aborda el anhelo feliz de una mujer que pensaba en el futuro anclado a una cuna, pero poco a poco va descubriendo su verdadera vocación.
Barnes fue íntima amiga de la millonaria Peggy Guggenheim. Era bisexual y de historia?sentimental tormentosa. La conocían, aún más que por su obra, por su adicción al alcohol. También intentó suicidarse un par de ocasiones. En 1933 comenzó a escribir El bosque de la noche, y Djuna ya había soportado el adiós de Ernst Hanfstaengl, llamado Putzi, el hombre al que más había amado; el abandono de su gran pasión, Thelma Wood, y la ruptura con el escritor Charles Henri Ford, 18 años menor que ella. Se cuenta que él le dedicó un libro de poemas, y que ella añadió a la dedicatoria : “Se menciona la palabra cabello diecisiete veces en treinta poemas”.
Peggy Guggenheim, heredera de una gran fortuna tras la muerte de su padre en el hundimiento del Titanic, asignó una pensión a Barnes para que terminara su novela y en 1936, al publicar el libro, Djuna se dedicó únicamente a ingerir alcohol en grandes cantidades. Meses después intento suicidarse y fue hospitalizada, varias veces, por padecer violentos colapsos nerviosos. Peggy Guggenheim la embarcó hacia Nueva York; ya en América, la familia de Barnes decidió meterla en un siquiátrico. Djuna no perdonó jamás ese hecho. Sintió que la abandonaron todas las personas que ella apreciaba.
Durante su vida, tanto en París como en Nueva York, Djuna, debido a su trabajo como periodista, conoció a las principales figuras artísticas y literarias de su época: James Joyce (quien le regaló las pruebas de imprenta del Ulysses), Charles Chaplin, Marcel Duchamp, Gertrude Stein, Ezra Pound, Samuel Beckett y Ernest Hemingway. Sus impresiones sobre estos personajes se encuentran recogidas en el libro Perfiles (Anagrama, 1987).
Barnes vivió 90 años (1982). Nunca perdió su sarcasmo y si le preguntaban por su salud contestaba: “Desmoronándome bien, gracias”. Con el tiempo se fue encerrando cada vez más, no permitía que nadie la visitara. Rechazó una entrevista que le solicitó la escritora Carson McCullers (autora de El corazón es un cazador solitario), pues Djuna consideraba que las mujeres eran malas escritoras, y que en toda la historia de la literatura sólo había dos buenas autoras: Emily Brontë y Djuna Barnes.

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