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En desventaja, los indígenas ante el proceso de desarrollo, advierte investigador de la UNAM

En la conferencia Diversidad Lingüística y Políticas Públicas, Carlos Zolla Luque afirma que la economía de los pueblos originarios es invisible y que el Inegi no ha sabido contar a este sector de la población

Lourdes Chávez

Chilpancingo

El investigador de la UNAM, Carlos Zolla Luque advirtió que con las reformas capitalistas se abren dos frentes para el desarrollo, el de los recursos naturales y el de la mano de obra barata, y en ambos se encuentran los pueblos indígenas en condición de desventaja.
Distinto a quienes opinan que los pueblos originarios no están incorporados al proceso de desarrollo, aclaró que sí lo están pero de forma asimétrica, porque son tratados con discriminación y su economía es invisible.
Por ejemplo, indicó que las remesas que provienen del extranjero se estiman en alrededor de 20 mil millones anuales, pero aún se tiene que determinar qué porcentaje corresponde a la población indígena, particularmente de los estados con mayor expulsión de mano de obra, como Oaxaca,  Guerrero, Puebla o Michoacán.
Como ponente en la conferencia magistral Diversidad Lingüística y Políticas Públicas, en el marco de las actividades para conmemorar el Día Internacional de la Lengua Materna, que se celebra el 21 de febrero, el investigador también señaló que cuando una lengua que no es útil se pierde, y con ello no sólo desaparece una forma de comunicación, sino una fuente valiosa de información y una visión diferente del mundo.
Consideró que existen dos principios básicos para alentar la permanencia y la reproducción de una lengua originaria, la primera es promoviendo y dignificando la lengua. Por ejemplo, indicó que en Oaxaca, los bancos al darse cuenta del perfil de sus clientes colocaron cajeros con leyendas en zapoteco y mixteco en sus sucursales, así facilitaron el negocio y la comunicación con sus usuarios.
Asimismo, señaló que otro problema son los modelos de evaluación y rendimiento de los programas gubernamentales, que no son apropiados para medir los procesos de las comunidades indígenas.
En este caso, explicó que durante la Revolución Verde (ocurrida entre 1940 y 1970 y que consistió en la utilización de granos mejorados y el monocultivo en Estados Unidos), los evaluadores del Banco Mundial sólo verificaban el incremento de la producción en monocultivos con la implementación de nuevas tecnologías; mientras los mayas, con menos producción de maíz, en la misma parcela producían chile y frijol; pero no aparecían espacios en los formatos de la evaluación para medir el rendimiento de estos productos.
Por otro lado, afirmó que el Inegi no sabe contar a los pueblos originarios porque los encuestadores se ciñen a un formato, y si alguien niega que habla una lengua originaria, por la discriminación que existe para los hablantes, no entrará en la estadística. O bien, si un extranjero vive 14 años en la Sierra Taraumara y dice a encuestador que habla raramuri, contará como indígena.
Señaló que recientemente se incluyó otro indicador, para sumar en la población originaria a aquellos que no necesariamente hablen una lengua, pero se sienten indígenas.
En este sentido, destacó que en Guerrero se ubicó en la tercera posición de los estados con más población de 3 años y más que hablan una lengua indígena, pero en el porcentaje del mismo rango de población de quién “se siente indígena”, se movió al octavo lugar.
También destacó que en el 2000, los indígenas en México se estimaban en 5 o 6 por ciento de la población total; para 2010, la cifra subió a 8 por ciento , y colocó a México en el país de America Latina con el mayor número de indígenas.
Pero añadió que con esta misma base censal, el entonces Instituto Nacional Indigenista, hizo un cálculo diferente tomando como base los hogares donde el jefe o jefa de familia dijo ser hablante de una lengua originaria, y en números absolutos la población subió de 8 millones a 12 millones.
Sobre los datos oficiales, señaló que se desmintió la idea de que los indígenas son rurales, porque la última estadística indica que 60 por ciento son rurales, y 40 por ciento está moviéndose en zonas semiurbanas y urbanas, sin contar a los que se van a Estados Unidos o Canadá.
Destacó que el último censo indicó que el 81 por ciento de la población indígena es bilingüe, y los monolingües son principalmente mujeres pobres que viven en comunidades pequeñas, menores de cien habitantes.
Precisó que las pequeñas localidades indígenas conservan mejor la lengua, pero viven en las peores condiciones de marginación y su mayor amenaza es la migración.
Esto porque el sector público no va a acercar un maestro en una localidad de 80 habitantes, ni llevará una clínica o casa de la salud a otra de cien.
Añadió que los indígenas migrantes en Estados Unidos seguramente serán bilingües, sino es que trilingües, porque han demostrado que tienen un largo entrenamiento.
Subrayó que cuando se pierde una lengua, no sólo se pierde una forma de comunicación, se pierde información, una cultura y una forma de ver y concebir el mundo.
Por ejemplo, indicó que con los totonacos de Papantla, Veracruz, están impulsando una escuela de medicina tradicional, pero ha quedado claro que deben cambiar el sistema educativo tradicional y recoger los saberes de los pueblos en el campo.

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