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Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

*El único futuro relevante

Mientras cotorreábamos un grupo de amigos en Whatsapp, las incidencias de la entrega de los premios Oscar el pasado domingo, un broder no-lector de este espacio compartió un videíto de la ceremonia en la que la Policía Federal asumió el control de la seguridad pública en Chilpancingo, la mañana de ese mismo día.
“¿Esto le convendrá a Mario Moreno?”, comentó una sister tampoco-lectora de este espacio, luego de ver el despliegue de patrullas, camionetas y policías en la explanada de la plaza central. En cuanto leí su comentario, recordé la clásica frase con la que Rhett Butler se despide de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó, y, boquiflojo yo, se la solté. “Frankly my dear, I don’t give a damn”, y cerré con “inche sis, 300 policías federales, 500 estatales y sabe cuántos soldados toman control de la seguridad pública, y tú preocupada por el futuro político de Mario Moreno”, argumento innecesariamente socarrón, a juzgar por su reacción.
Enchilada, mi sis repeló ipso facto: “A mí su futuro político me vale un cacahuate”. Chin, pensé apenadón, pero ya no pude suavizar el agravio, pues en ese momento anunciaban al ganador del Oscar como mejor actor de reparto.
Unas horas después de la conclusión de la ceremonia del Oscar, amainado ya el júbilo por la inédita noche mexicana, pensaba adormilado en alguna buena disculpa para mi sis y, no queriendo, recordé la declaración del alcalde de Chilpancingo Mario Moreno cuando se anunció la también inédita operación policiaca, que incluye un proceso de depuración y de capacitación de los cerca de 200 policías municipales.
“Lo que buscamos es contar con una policía de primer nivel”, explicó. Y aunque reconoció que la medida se debe “a los reclamos de seguridad que tiene en estos momentos la población”, aclaró que “esto no ha ocurrido por la omisión de las autoridades locales”.
Ajá, pensé pensando en lo dicho por el alcalde, y discurrí que obviamente sonaba tan o más preocupado que mi sis en su futuro político. Digo, uno entiende el esfuerzo declarativo del primer edil, para librar mínimamente ileso semejante entuerto. De hecho, en un arranque generoso de reciprocidad, hasta se esfuerza uno en aceptar la ausencia de omisión, pero con todo respeto para el alcalde, no alcanzan las fuerzas ni las ganas para justificar e ignorar incapacidad, negligencia, tibieza y complacencia, y menos para disculpar presuntas, posibles y hasta probables complicidades de servidores públicos.
Y es que, reiterando todo respeto al alcalde, basta otear el paisaje urbano de Chilpancingo, ocupado por 300 policías federales y 500 estatales, a bordo de vehículos tan blindados y artillados, ataviados y armados como si fueran soldados en acciones de guerra, y no policías en acciones de vigilancia y seguridad, para repensar su declaración y preguntarse uno mismo, con ganas de preguntarle a él, “si esto no ocurrió por omisión de las autoridades locales, entonces, ¿por qué ocurrió?”.
No bastan ni valen esfuerzos, ante la contundencia inapelable de los hechos y la evidencia indiscutible de lo que todos hemos visto y vemos.
Ya pa’ qué. Lo no hecho, no hecho está. Lo bueno entre tanto malo, es que por fin hay una respuesta clara y decidida del Estado mexicano, tan reclamada y esperada por la sociedad civil.
Bueno, entre lo malo. Como bien dijo el presidente de la Coparmex local, Jaime Nava, el pasado domingo: “Aunque vemos con mucho esperanza la toma del control de la seguridad por la Fuerza Federal en esta capital, este acto definitivamente no debería de llenarnos de júbilo, porque es una muestra de la incapacidad gubernamental para afrontar el problema”.
Asumiendo con dignidad y valor su representación ciudadana, Jaime Nava subrayó ese día, ante las autoridades federales y estatales, que el despliegue policiaco “no es la solución a nuestros problemas y mucho menos es motivo para bajar la guardia. Hoy más que nunca tenemos que aprovechar este momento para combatir diversos flagelos que nos atacan, como la corrupción, la impunidad y la apatía de los poderes de gobierno para hacer las cosas que les corresponden”.
Aprovechó bien la ocasión y la audiencia, para expresar lo que piensan y quieren oír los ciudadanos, no los políticos: “Es tiempo de exigir a nuestros diputados locales y federales, así como a nuestros senadores, que en lugar de esconderse y agacharse en estos temas, saquen la casta y se pongan a cumplir sus obligaciones, que ellos y muchos de los funcionarios dejen de hacer campaña y de pensar a qué nuevo cargo político van a brincar, porque dejan de hacer lo que les toca”.
Sin embargo, no fue autocomplaciente ni olvidó la autocrítica: “También es tiempo de que nosotros mismos participemos activamente. Vamos con todo en la prevención del delito, propongamos un ordenamiento general en nuestra capital, exijamos la reactivación económica al Estado, exijamos la transparencia en el manejo de recursos, solicitemos la urgente y transparente aplicación de los recursos de la reconstrucción y muchos otros temas”.
Para terminar, puso el dedo en una llaga bien sentida y sabida por todos: “Recordemos el sabio refrán ‘el que calla otorga’, pero tengamos en cuenta que además, el que acepta, se hace cómplice”.
Como ve, sister no-lectora, no se trata de ser grosero, pero sí se trata de enfocarnos en lo que realmente importa y afecta a todos, no en lo que convenga o no al alcalde.
Como ve, don Mario, no se trata de ser grosero, pero sí se trata de entrarle en serio al compromiso que usted asumió y aceptó con los electores. No se preocupe ni apure, no se trata de culparlo de presuntas omisiones de autoridades locales, aunque todos sabemos, lo sabe usted, que sí las hubo. Pero sería injusto, fácil e inútil convertirlo en chivo expiatorio, condenarlo como único culpable de omisiones que cometieron (¿se comete lo que no se hace?) todos o casi todos los representantes populares que hemos elegido desde que la violencia y el miedo irrumpieron en nuestra vida cotidiana.
¿Se acuerda de todos los que dijeron todas las veces que les preguntaron, que no pasaba nada, que no solo sucedía en Guerrero, que los índices criminales estaban bajando, que eran rumores, que no había denuncias, que querían dañar la imagen de Guerrero, que no era competencia estatal y municipal, sino de la Federación, y un montón de etcéteras similares? Todos, como usted, las recordamos y las reprochamos entonces y ahora.
Por eso, no se preocupen ni apuren sister y alcalde, porque entonces como ahora, el único futuro que debe preocupar y ocupar a todos, es la reconstrucción de la paz, la confianza, la seguridad y la armonía sociales que tanto extrañamos y necesitamos.

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