Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

*Primer centenario de Rosendo Radilla Pacheco (Tercera parte)

Cuando Rosendo Radilla llegó a tener 50 cabezas de ganado, muchas ancianas pobres acudían a su casa religiosamente todas las mañanas para recoger, gratuitamente, un litro de leche, acto que era manejado por sus cuatro primeras hijas. Y siendo presidente municipal organizaba animados jaripeos que todavía están en la memoria de la gente.
Ese hombre, delgado de pelo crespo, les compraba toda la conserva de cayaco a los niños que pasaban vendiendo y luego la repartía entre los chiquillos que acudían a su casa todos los días a jugar con sus hijas.
Un autor anónimo escribió un corrido y lo subió a Youtube, con acorde muy animado se escuchan versos como estos: “Año del 74 /la guerra sucia corría /estaba de presidente / el narco de Echeverría… En el estado de Guerrero /municipio de Atoyac /secuestraron a Rosendo /en un retén militar… Activista cantautor /era Rosendo Radilla /le cantaba a la justicia /y también a la guerrilla”.
Ese agosto de 1974, cuando desaparecieron a don Rosendo Radilla Pacheco, la represión contra los pueblos de Atoyac se había recrudecido y el combate a la guerrilla había llegado a su clímax. La sierra cafetalera sufría la mayor ocupación militar de su historia, miles y miles de militares iban por esos intrincados caminos y acampaban bajo las plantas de café. Lucio Cabañas Barrientos había secuestrado al senador Rubén Figueroa Figueroa el 30 de mayo y para rescatarlo el Ejército mexicano ejecutaba el llamado Plan Atoyac. Por ello de las 430 personas desaparecidas en el municipio, 122 fueron detenidas por el Ejército o la Policía Judicial de julio a noviembre de 1974.
Había mucha movilidad militar y los helicópteros volaban rasantes los bosques de la sierra. En ese contexto a las 12 horas del día 9 de agosto la guerrilla ejecutó la emboscada de Monte Alegre narrada magistralmente por Carlos Montemayor en su novela Guerra en el Paraíso. Como consecuencia de eso el 11 de agosto fue detenido el guerrillero Miguel Ángel de la Cruz Martínez, Lázaro, originario de San Martín de las Flores quien había salido herido por sus propios compañeros en el enfrentamiento de Monte Alegre y sus compañeros lo habían dejado para su curación en el poblado de Río Chiquito, de ahí se lo llevó el Ejército y está desaparecido junto con su hermano Daniel.
El 14 de agosto de 1974 detuvieron y desaparecieron a Macario Acosta Serafín. Era un hombre muy trabajador que se levantaba a las 4 de la mañana para acarrear agua del río y sembraba maíz y frijol en el paraje conocido como la Laja, rumbo al Nanchal y tenía su huerta de café en La Florida. Había nacido el 10 de marzo de 1924, tenía 50 años cuando se lo llevaron. Ese día iba con su hijo Juan José rumbo a su milpa como a las 9 de la mañana cuando lo detuvieron los militares. Sus hijos lo buscan desde entonces.
A las 5 de la tarde del 16 de agosto de 1974 en San Martín de las Flores, los soldados sitiaron la casa de Juventino Ruiz Santiago y cuando salió a dar de comer a los marranos, lo agarraron. Se lo llevaron a un cerrito cerca de la comunidad y luego todo el pueblo lo vio por última vez a las 11 de la mañana del 17 en la cancha. A las 2 de la tarde llegó el helicóptero que se lo llevó para siempre. Juventino trabajaba unas huertas de café que tenía en el cerro del Zanate y Palma Sola las que después de su desaparición se perdieron en el monte.
El  21 de agosto a las 10 de la noche, los soldados se enfrentaron entre ellos cerca de El Ticuí, en un lugar conocido como Huerta de Las López y el 25 se dio una escaramuza entre la guerrilla y el Ejército en La Polvosa donde murió el guerrillero Prisciliano Medina Mújica, Juan. Fue abatido por las balas del Ejército al intentar cruzar la carretera cuando cumplía una comisión de reconocimiento del terreno.
También a Pedro Castro Nava, de 35 años, se lo llevaron los soldados del centro de la cabecera municipal el 25 de agosto de 1974, el mismo día que en un retén detenían a don Rosendo.
En sus reportes la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) habla del Plan Atoyac. El 9 de agosto de 1974 se informa que en Rancho Alegre se tuvo contacto con la guerrilla “se logró establecer contacto con el enemigo logrando herir a un gavillero y capturar la primera arma perteneciente a la gavilla, una carabina M-1”.  El 11 de agosto capturaron al herido de Rancho Alegre “el detenido informó que existen tres grupos: el de Lucio, el que conduce al senador y los del grupo 18 de Mayo”.
El 25 de agosto “se tiene un encuentro con un grupo de gavilleros que trataban de romper el cerco; resultando muerto un individuo conocido con el alias de Juan. El 27 de agosto en Fincas Viejas se recuperó un FAL y un mosquetón de los que fueron despojados por elementos del 50 Batallón el 25 de junio de 1972, durante la primera emboscada.
“Durante los primeros 26 días de operaciones independientemente de la acción militar; se han efectuado reuniones con los comisarios municipales, comisariados ejidales, asociados del Instituto Mexicano del Café, maestros que trabajan en escuelas del área y con los campesinos de sus propias comunidades, con lo cual se ha logrado que la actitud de la población civil, que antes se mostraba hostil, altanera y expresaba apoyo al gavillero, haya cambiado, ya ahora se reciben muestras de solidaridad al gobierno y la gente empieza a cooperar con informes; además el cabecilla ya no se atreve a llegar a los poblados”.
Lo anterior son  los resultados del Plan Atoyac que informaba el comandante de la 27 Zona Militar Eliseo Jiménez Ruiz el 5 de septiembre de 1974, según un documento encontrado en el Archivo General de la Nación.
Por su parte la Brigada Campesina de Ajusticiamiento dio a conocer, el 27 de noviembre de 1974,  su último comunicado donde reconoce su primera derrota militar y las dos primeras bajas que sufriera en combate. “De diez acciones guerrilleras, nueve son victorias para el pueblo”. A esas alturas la dirección de la brigada ignoraba que ya habían caído en combate cuando menos seis de sus compañeros.
Hablan de la acción realizada en el lugar llamado Monte Alegre, entre los barrios de La Cebada y Plan de Los Molinos. Dice que eran las 12 horas del 9 de agosto de 1974, cuando los soldados del 27 Batallón de Infantería cayeron en una emboscada, donde quedaron 11 muertos y seis heridos. Señalan que sólo les recogieron dos armas, un FAL y el M-2 del teniente Ricardo Yánez que es originario de Zimapan Hidalgo.
La segunda acción de la que habla el comunicado fue en El Ticuí como a las 10 de la noche del 21 de agosto de 1974, “más de cien soldados entrarían en la emboscada, por lo que los tres primeros pelotones que venían adelante los dejamos pasar para atacar a más de 80 que venían atrás a 150 metros; los rociamos con ráfagas durante un minuto y nos retiramos con rapidez, ya que nuestros ataques proyectados tendrían carácter de desgaste para distraer las tropas que perseguían a la comisión que secuestraba al tirano Rubén Figueroa”. “En esta acción hubo 29 bajas, 14 muertos y 15 heridos. Creemos que varias bajas se las causaron entre los mismos soldados, porque después de nuestra retirada los dos grupos de soldados tardaron tirando una hora aproximadamente”.
Ese día por la tarde, seis campesinos se ataron sus morralas de cuerda a la cintura, tomaron sus linternas y sus machetes. Se fueron rumbo al arroyo de Caña de Castilla a camaronear. Ellos eran Adauto Olea Hernández, Sergio y Marcelo Tabares, Adolfo Solís, y otro al que le decían Olé que era marido de Alejita Gallardo. Lo testimonios dicen que ya venían de regreso con sus morralas llenas de camarones y cuando salieron al camino de Huerta de la López se desató la balacera. Mojados como venían escarbaron con ansiedad con sus machetes y se enterraron, para cubrirse de los disparos. Ahí permanecieron escondidos entre las hojas hasta que el Ejército los sacó a golpes y se los llevó detenidos. Dicen que Adauto no se dejó, alegó con los soldados, por eso lo golpearon mucho.
Al otro día todos los del pueblo encabezados por su comisario los fueron a buscar pero ya los militares se los habían llevado. Encontraron mucha sangre regada, los cascajos se recogían a puños, doña Bucha Hernández se los echaba en el mandil, pero el comisario no la dejó traer ninguno.  El 22 por la mañana los soldados no dejaron pasar a los que ordeñaban por ese rumbo hasta que recogieron todo.
De los detenidos ese día únicamente Adauto Olea ya no regresó. Él era de 1931 trabajaba en Elektra de Acapulco, sus jefes le daban días porque les llevara camarones. Era de El Ticuí tenía 10 hijos que quedaron en la orfandad. Se le recuerda como un campesino muy cariñoso, que no era chocante a la hora de comer, comía lo que hubiera. De él nada se supo porque los que salieron del cautiverio venían penados y nunca quisieron hablar.
Hasta la fecha no se sabe qué hizo el Ejército con los desaparecidos. De aquel tiempo se habla de los famosos vuelos de la muerte. Se dice que entre agosto de 1975 y enero de 1979, presuntamente se realizaron 30 vuelos para tirar al mar a 143 disidentes. Eduardo López Betancourt, procurador de Justicia y secretario general de Gobierno durante la administración de Rubén Figueroa Figueroa, en una entrevista que concedió a Misael Habana de los Santos, declaró que de la Zona Militar de Acapulco salían cadáveres y personas vivas que eran tiradas al mar abierto. Aseguró que durante los años setenta de la base aérea militar de Pie de la Cuesta salían aviones con cadáveres y personas vivas para ser tiradas al mar.
Arturo Miranda Ramírez en su tesis: La violación de los derechos humanos en el estado de Guerrero durante la “guerra sucia”; una herida no restañada, hizo varias entrevistas a víctimas de la Guerra Sucia y encontró que muchos de los que estuvieron prisioneros en la base Aérea de Pie de la Cuesta sufrieron torturas psicológicas y era común que les dijeran que serían tirados vivos al mar. Pero además algunos sobrevivientes de la sala de tortura del cuartel de la colonia Mártires en Atoyac, comentan que cada vez que sacaban a alguien, los soldados les decían que “se van a dar un banquete los pescados”.
En 1978 la Afadem documentó un total de 810 casos de personas desaparecidas y hasta 2014 van arriba mil 300 casos.  Desde los setentas la búsqueda no ha cesado, ya ancianas las madres, hermanas y esposas recuerdan cómo dormían en los corredores de casas desconocidas. En el Zócalo de Acapulco estuvieron en huelga de hambre 22 días. Ahí estuvieron: Yoyita, La Guera Serrano, Doña Chana, Goyo Radilla y doña Romana. En el cuartel de Atoyac llegaban hasta la pluma y les decían que ahí no era cárcel.
De las gestiones ante el gobierno federal lograron que el procurador Óscar Flores Sánchez con todo el cinismo respondiera a la prensa internacional el miércoles 24 de enero de 1979, que de los 314 desaparecidos que el funcionario tenía en su lista, 154 murieron en enfrentamientos con la policía, tres estaban presos sentenciados, 89 prófugos, 63 que se desconocía su paradero y dos habían muerto en intentos de fuga, que a otro le estalló una bomba y uno más que no supo qué le pasó.
Para agosto de 1979 la agrupación encabezada por el doctor Felipe Martínez Soriano tenía tomada la embajada de Suiza para presionar al gobierno, a fin de que éste cumpliera la Ley de Amnistía y la presentación de todos los desaparecidos por motivos políticos de México.
A principios de los ochenta se hablaba que en el fraccionamiento Copacabana había 30 pozos artesianos con cadáveres. Se inició la investigación el 26 de agosto de 1980 y el 9 de septiembre se dio a conocer a los medios. Posteriormente, el 15 de septiembre de 1980 la Policía Judicial allanó 20 viviendas de los cuidadores de la residencia de Copacabana y finalmente el 18 de noviembre, ocho elementos del 46 Batallón supervisaron seis de los 30 pozos, según la revista Proceso del 13 de octubre de 1980. Después el 31 de agosto de 1981, Rubén Figueroa Figueroa declaraba a la revista Proceso “Los desaparecidos no están desaparecidos, están localizados, y se encuentran en la panza de los zopilotes”.

468 ad