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Carlos Pérez Aguirre

Malestar social por el pésimo gobierno

Es realmente sorprendente, aunque totalmente comprensible, el grado de inconformidad y hartazgo que existe entre la población respecto del gobierno de Ángel Aguirre.
Se pensaba que René Juárez y Zeferino Torreblanca habían llegado al clímax del descrédito social por su desaseado y pésimo ejercicio de sus respectivos gobiernos, incluso se creyó que difícilmente algún otro gobernante los podría superar, pero en su segundo periodo el íncubo que impuso Rubén Figueroa superó con creces el desprestigio de sus inmediato predecesores.
Y ello es así por diversas causas. Ángel llegó a la gubernatura queriendo engañar a todos, pensando que todos los ciudadanos éramos fácilmente manipulables o ingenuos. En campaña primero y después en funciones, adoptó una actitud demagógica y mentirosa, queriéndose hacer pasar como un personaje de ideas y acción de izquierda, un gobernante progresista. Pero muy pronto –como se dice coloquialmente– “enseñó el cobre” por que evidentemente los sellos distintivos de su gobierno como la corrupción, el nepotismo, la represión asesina, la manipulación y la antidemocracia, no corresponde en ninguna forma a un pensamiento y mucho menos acción de izquierda.
Si algo representa Ángel Aguirre es a la más brutal forma de enriquecimiento y apropiación del poder público por unas camarillas familiares. Esa demagogia nunca le funcionó por que nadie le creyó –tal vez solo su grupo, pero por la necesidad de auto conveniencia. El segundo gobernador que llegó al poder también mediante la franquicia perredista, en contraste con Zeferino Torreblanca, sí otorgó puestos y prebendas a algunos representantes de tribus de ese partido, pero con evidente criterio clientelista y de mercadería política, por que aquellas posiciones de manejo de recursos siempre las “regenteó” su grupo centralizado en la Secretaría de Finanzas, en donde despacha toda la familia Salgado y uno que otro yerno del gobernante, una secretaría –según la vox populi– totalmente de la familia.
Pero adicionalmente desde ahí se impusieron a todos los responsables en las secretarías y sectores descentralizados del manejo de recursos, que por cierto son parientes o familiares, ¡que sorpresa¡ de Jorge Salgado o Ángel Aguirre, situación que ha llevado a Lázaro Mazón a deslindarse en varias ocasiones de lo que sucede en “su área” administrativa.
Como no queda mucho espacio, solo enumeraré algunas “perlas” de la administración aguirrista, además de las señaladas, que han acabado por generar en tiempo récord un descrédito enorme al segundo gobernante perredista –aunque en la actualidad varias corrientes ya reniegan de él.
La represión ha sido una constante; el asesinato de estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, el golpeteo a maestros y, lo más reciente, las golpizas y detenciones arbitrarias de policías ciudadanos, cuyo delito ha sido solo defenderse de la delincuencia, y claro, no aceptar los sobornos gubernamentales.
También la ineptitud para atender la problemática estatal. Un ejemplo grave y reciente de esto es la desatención, antes durante y después, de los destrozos causados por Manuel (me refiero al fenómeno climatológico, no al primo del gobernador) y que tuvo como colofón siniestro el descubrimiento de varias bodegas que de manera criminal almacenaban, sin entregar, ayuda para las víctimas de los desastres.
El gobernante tiene también serias observaciones de su ineptitud y desatención en lo que corresponde a la seguridad pública –lo que ha llevado a la entidad a alcanzar los primerísimos lugares en violencia extrema.
La antidemocracia se ha dejado sentir en todos los ámbitos, una ingerencia cínica en el congreso y en el poder judicial. Y también no podía faltar que en los partidos políticos se haya querido imponer candidatos y corrientes, con poco éxito por cierto sus criterio.
Un chantaje reciente lo constituye la pequeña y desprestigiada camarilla de burócratas que comanda el hermano del secretario de Finanzas, que chantajean –por indicaciones del gobernante– con regresar a la institución política de donde nunca han salido, seguramente los partidos políticos están sumamente temerosos de esos “importantes desprendimientos”.
Todo lo anterior y mucho más le ha generado un repudio agudo al gobernador entre la mayoría de la ciudadanía de Guerrero y no se ve la posibilidad de que esa tendencia cambie, muy por el contrario, con la pérdida de control que significan las ya eminentes campañas y el empecinamiento para imponer a su vástago para que sea presidente de Acapulco, le restan y desgastan con más rapidez.

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