Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Camacho Peñaloza

Convulsiones y constituciones

*La paz no puede ser nunca mera ausencia de violencia, sino presencia y vigencia de la Constitución. Fernando Savater.

La historia nos indica que muchas de las grandes constituciones que han surgido en diferentes civilizaciones derivan de épocas de convulsiones, crisis y revoluciones. En nuestro país la Constitución de 1824 después del movimiento de independencia, la de 1857 luego de las guerras intervencionistas y del movimiento de reforma y la de 1917 al finalizar la revolución contra la dictadura porfirista, son algunos de los ejemplos de la concomitancia entre convulsiones  y constituciones.
Las primeras constituciones tuvieron como premisa la construcción jurídica del andamiaje de la vida política y social del país, la construcción del Estado, de las estructuras del poder; en el siglo XX la Constitución del 17 tuvo como propósito deconstruir las estructuras de un régimen económico y político altamente concentrado en pocas manos y muy antidemocrático, surgieron de movimientos sociales incubados por injusticias e inequidades.
En Guerrero está por surgir una nueva Constitución, y como en esos ejemplos, en medio de una convulsión social derivada, como en todo el país, de una mayor presencia del crimen organizado, la inseguridad pública, violencia, surgimientos de grupos de autodefensa que no ubican su rol en el contexto de la problemática que pretenden contribuir a resolver; así como de una mayor competencia electoral, de una ciudadanía más politizada, de avances democráticos y una vida políticamente más plural, de medios de comunicación más críticos, organizaciones más independientes y ocupadas de los asuntos públicos; y del fuerte impacto estructural de la tormenta tropical Manuel que sacó a flote muchas de las disfuncionalidades de nuestro arreglo social, evidenciando corrupción, debiliodad institucional y escasa organización social.
Las constituciones son arreglos fundamentales acerca de cómo se van a organizar y a funcionar las sociedades, sustituyen arreglos caducos y se presentan nuevos que pretenden dar una mayor cohesión y funcionalidad a la convivencia e interacción entre los diferentes grupos sociales, individuos y entre éstos y la esfera de gobierno.
Sin duda que esta Constitución que habrá de regirnos como sociedad representa avances importantes en la democratización de nuestra convivencia y mejoras en el funcionamiento de las instituciones como son el plebiscito, el referéndum, la autonomía de la Procuraduría de Justicia, entre otras, sin embargo me parece que esta nueva Constitución sigue adoleciendo de un elemento que debe marcar el quiebre histórico en la evolusión política de país, que es el de dar mayor poder al ciudadano más allá del sufragio.
Para dar ese paso es necesario plantearse la pregunta ¿quién creó a quién?, si el Estado creó al ciudadano o el ciudadano creó al Estado, porque dependiendo de la respuesta es que se tendrá la perspectiva para poder crear verdaderamente un nuevo arreglo social.
Si la respuesta es que el Estado, como ente de poder político, ha creado al ciudadano entonces tendremos constituciones verticales y concentradoras de poder, propias de regímenes en los que poco se respeta a la ley y florece la impuinidad y la injusticia.
En las civilizaciones en las que el ciudadano se contituye como figura libertaria frente a regímenes autoritarios y constituye pactos o arreglos sociales fundamentales, entonces estamos hablando de sociedades con constituciones democráticas en las que la esfera de gobierno está claramemte delimitada por la ley y la impunidad es la excepción y no la regla.
En condiciones de alta conflictividad, recursos escasos por parte del gobierno, e instituciones debilitadas, una buena Constitución promueve la desconcentración del poder, es decir la democratización, y la horizontabilidad de la vida social, es decir, el reconocimiento, interacción y participación de los diferentes sectores de la sociedad en los asuntos públicos, pero sobretodo el reposicionamiento del Estado como extensión del ciudadano y no de este como extensión del aquel.
La Constitución que nos estamos dando los guerrerenses no debe ser vista como una exentricidad o logro sexenal, no como un lujo o para el lucimiento político, es una necesidad, una urgente respuesta histórica a los problemas, conflictos y enconos que sufrimos los guerrerenses.
Debe tener como premisa dar respuesta a las causas principales de la convulsión que estamos viviendo, fortalecer las instituciones y la organización social ante amenazas naturales, combatir la impunidad y la corrupción, encauzar una mayor participación ciudadana y darle su lugar a la ciudadanía como creadora del Estado.
Esta Constitución marca avances pero grandes pendientes, definiciones, respuestas, vivimos todavía un régimen que más que por los ciudadanos fue creado por quienes se quedaron con el poder político después de la revolución del siglo pasado, esos crearon las Constitución del 17, las instituciones y los arreglos a modo que les permitió tener hegemónicamente el poder por más de 70 años.
Vuela vuela palomita y ve y dile: a quien quiera oír que esta Constitución no va a ser la gran solución, sobretodo si no se le da buen cauce a toda la participación con la democratización de las instituciones y de la toma de decisiones, para ya parar todas estas convulsiones.

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