Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*Guerrero: ¿es inminente la derrota del PRD?

En los preparativos y ajustes para las elecciones de 2015, el anuncio de la inversión de 67 mil 835 millones de pesos en Guerrero para el actual y los próximos cuatro años es, sin ninguna duda, la estrategia del gobierno federal para reinstalar al PRI en el gobierno del estado. Una señal en ese sentido había sido emitida por el presidente Enrique Peña Nieto en octubre del año pasado, después de la tormenta Manuel, al dar a conocer el Plan Nuevo Guerrero para reconstruir al estado con una inversión de 30 mil millones de pesos. Y un anticipo de ambas acciones quedó de manifiesto con la presencia permanente que Peña Nieto mantuvo en Guerrero durante la emergencia por las lluvias de septiembre, al grado tal que en pleno apuro la entidad parecía carecer de gobernador. El mensaje que se perfila con todo ello es que el gobierno federal del PRI fue el que controló la situación aquellos días, el que diseñó el plan de reconstrucción, el que destinó cuantiosos fondos y el que al final proporcionará las bases y el presupuesto para el desarrollo estatal en los próximos cinco años.
El peso que la administración federal concedió al anuncio, al enviar a Acapulco el miércoles a cinco secretarios de Estado encabezados por el de Hacienda, Luis Videgaray, elimina cualquier duda sobre la prioridad que Guerrero alcanzó en los planes políticos de Peña Nieto. Digamos, de paso, que la ausencia en ese acontecimiento de la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, tiene significado por eso mismo, como si se hubiera querido no sobrecargar el día haciendo presente a la precandidata priísta más fuerte al gobierno del estado, impulsada desde Los Pinos.
La clave de la estrategia federal radica en que, una vez más, Peña Nieto apartó al gobierno estatal del manejo de las fabulosas sumas de dinero que se destinará principalmente a la reconstrucción de la infraestructura dañada por las lluvias, y en que más de la mitad de ese dinero –37 mil millones–, será ejercido este año. El sentido de la oportunidad con que fue elaborada esta operación podrá apreciarse en un año, cuando el estado luzca resplandeciente justo en el proceso electoral. Más le habría valido al gobernador Ángel Aguirre no estimular las quejas contra el gobierno federal por el supuesto atraso en el flujo de recursos prometidos. Ahí está la respuesta de Peña Nieto: más dinero al que ni Aguirre ni el PRD podrán meterle mano, que es lo que en realidad pretendían.
Es previsible el enorme impacto electoral que tendrá la campaña del PRI para presumir la “generosidad” del gobierno federal hacia el estado. Pero en rigor, no era indispensable la manipulación política de esos 37 mil millones para que el PRI recupere la gubernatura, porque el PRD solito se la está entregando, con el esfuerzo y posiblemente hasta con la complacencia del gobernador.
Como si fuera una maldición, el electorado de izquierda ha llevado dos veces al gobierno de Guerrero a personajes que una vez que se sentaron en el poder, lo traicionaron. Sucedió trágicamente con Zeferino Torreblanca, y ocurre ahora mismo con Ángel Aguirre, quien ha desatado una represión feroz contra los movimientos sociales a los que debe el cargo. Es inimaginable, porque no hay una sola razón ni argumento para ello, que en los comicios del próximo año el movimiento popular de Guerrero vote nuevamente por el PRD, cualquiera que sea su candidato a gobernador, como lo hizo generosa y abundantemente en el 2005 y en el 2011. Los dos gobiernos perredistas han resultado ser no sólo malos en términos generales, sino tan malos y tan corruptos como los del PRI.
Pero no es sólo por eso que el PRI podría recuperar la gubernatura, pues como es sabido la izquierda sufre una división que parece insuperable de aquí al próximo año. Incapaces de llamar derrota a la derrota, algunos políticos se refugian en los circunloquios y los rodeos para describir las circunstancias que conducen a la izquierda a la pérdida de la gubernatura en el 2015. El factor fuera de todo control es el Movimiento de Regeneración Nacional, el partido que Andrés Manuel López Obrador fundó al desligarse del PRD. Al optar por sus propios candidatos y renunciar a toda alianza, incluso de facto, Morena sigue su curso pero altera profundamente la correlación de las fuerzas que se disputan la gubernatura de Guerrero. Sin Morena el PRD perderá muchos votos, y Morena sin el PRD obtendrá su registro pero dudosamente ofrecerá competencia al PRI. Movimiento Ciudadano tiene en Luis Walton probablemente al mejor candidato que podría postular la izquierda, y cuenta en Acapulco con el más voluminoso capital electoral, pero sin Morena y sin el PRD tampoco le ganaría al candidato priísta. Si Morena y el PRD tienen sus propios candidatos a gobernador, se partirá la votación de izquierda y el PRI ganaría aun con una votación similar a la del 2011. El peor escenario para el PRD es que lance como candidato a Armando Ríos Piter, la opción más repugnante de cuantas tiene. De darse ese caso podría irse al tercer sitio, por no hablar de la reivindicación que ofrecería de esa manera al grupo zeferinista, cuyo jefe está acusado ahora mismo por el gobierno perredista de desviar mil 300 millones de pesos del presupuesto de la Secretaría de Salud.
Quizás ya nada pueda hacerse para evitar que el PRI regrese al poder en el estado. Los tardíos llamados a la unidad que circulan entre precandidatos y dirigentes de partidos de izquierda se estrellan contra una realidad que a nadie le preocupó impedir en su momento con decisiones apropiadas. La cadena de errores cometidos por la izquierda tiene responsables, y empieza en aquellos que tienen o tuvieron la capacidad de decidir. Con escasa creatividad, le echarán la culpa a Morena, sin reparar en el hecho de que también Morena es consecuencia de esa suma de incongruencias. Y sigue el 2018.

¿Zeferino a cuentas?

La Contraloría General del Estado espera hoy en sus oficinas al ex gobernador Zeferino Torreblanca para que responda por el desfalco de mil 300 millones de pesos al que durante su gestión fue sometido el presupuesto de la Secretaría de Salud. Es realmente improbable que acuda, y si asiste quizás vaya con un amparo o preparado para explotar políticamente la acusación en su contra. Hasta podría declararse perseguido político. Mientras no se aclare la versión de que existió un pacto de impunidad entre Zeferino Torreblanca y Ángel Aguirre, debe asumirse que el episodio de este día es parte de una secuencia política y no un acto de justicia.

[email protected]

468 ad