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Hallan documentos con la memoria de la isla de Clipperton escritos entre 1908 y 1911

Agencia Reforma

Ciudad de México

Había llovido la tarde en que desapareció el cabo Refugio Maldonado.
El teniente Ramón Arnaud, nombrado Delegado Político de Clipperton por Porfirio Díaz, recibió la noticia a través de un grupo de destacados que lo vio sumergirse en la laguna buscando llegar a un islote donde recogería huevos de gaviota. Los suministros ya escaseaban y era necesario alimentar a la tropa.
Era el año de 1908 y la Revolución aún no estallaba; la comunicación marítima entre México y el destacamento todavía no se interrumpía.
Según dio parte Arnaud mediante un oficio, el cabo fue hallado durante una búsqueda en bote. Sobresalía del agua la cabeza; su cuerpo tenía la posición de “pretender nadar”.
Textualmente, escribió: “después de algún trabajo, debido a la yerba, pudimos observar que su cuerpo no presentaba ninguna contusión ni herida teniendo únicamente un color amoratado, lo que demuestra que la muerte la produjo la asfixia por sumersión. Finalmente ordené cual ya expresado cadáver se le pusiera su ropa, colocándolo después en un cajón cerrado”.
Luego suscribió el oficio, siendo testigos diversos soldados. Julio Escobedo y Juan Moreno no firmaron “por no saberlo hacer”.
El original del oficio que informaba la muerte del cabo Maldonado fue hallado recientemente por personal del Registro Civil del DF durante el proceso de digitalización de su archivo histórico, junto a media docena de actas de nacimiento y defunción que Arnaud envió a la capital desde la también llamada Isla de la Pasión.
Se trata de documentos inéditos, advierte el director de la dependencia, Hegel Cortés. “Son tesoros que descubrimos hace unos tres meses”.
El hallazgo, que coincide con el regreso de una expedición que visitó la isla el mes pasado, es celebrado por Laura Restrepo, autora de la novela La Isla de la Pasión, y Manuel Arango, quien produjo el documental Clipperton, Isla de la Pasión, en 2003.
Arango destaca el carácter narrativo de los oficios, que develan aspectos de la vida en la isla. También la entrega y patriotismo de Arnaud, pues aún en la penuria ejercía un papel decidido como delegado, fungiendo a veces como ministerio público al llamar a testificar a todas las partes involucradas en las defunciones. “Demuestra la seriedad con que se tomó su cargo en medio de la nada”.
Entre los oficios que envió del inhóspito atolón, ubicado a unos mil 200 kilómetros de Acapulco, escritos por su puño entre 1908 y 1911, se registran además las muertes del cabo Narciso Mendoza, por ejemplo, quien una tarde fue hallado sin brazos y sin una pierna, mientras que en los informes de nacimientos figuran dos de sus hijos con Alicia Rovira.
“Los documentos abonan a una mejor comprensión de isla”, opina Restrepo: “Lo que conviene es rescatar toda la historia que ocurrió en ese lugar y que representa un capítulo intenso y tragicómico de México”.
Clipperton, actualmente de Francia, país que impuso su soberanía en 1931, está deshabitado desde 1917, cuando un buque rescató a los sobrevivientes del regimiento enviado por Díaz para resguardar ese territorio de los intereses franceses. Los pobladores fueron olvidados tras estallar la Revolución, enfrentando enfermedades y hambre.
“Las actas reflejan la soledad en la que vivieron esas personas admirables, admirables porque no hubo nunca la tentación de decir ‘hasta aquí llegamos’. El suyo era un patriotismo auténtico”, dice Arango.
La falta de instrucción de los militares –muchos con oficios diversos, desde dulceros hasta jornaleros– asoma en los oficios; el propio Arnaud escribía atropelladamente y había entre ellos analfabetas. Destaca su juventud, pues muchos, como sus mujeres, tenían entre 19 y 24 años.
Los envíos buscaban dar legalidad a lo que acontecía en la isla, recuerda Cortés. “En esos años, la Ciudad tenía la competencia de inscribir en actas todo lo que sucedía en territorios federales, incluidas las islas”.

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