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A siete meses de la tormenta, aún excluyen de la reconstrucción a Rincón de Tlapacholapa, Mochitlán

*Ni siquiera han sido censados por la Sedatu o la Sedesol, acusa el comisario, Miguel de Jesús Méndez. Las 40 familias de la localidad deben ser reubicadas porque el cerro donde está asentada tiene cuarteaduras, explica

Zacarías Cervantes

Rincón de Tlapacholapa / Mochitlán

Mientras que el gobierno federal y el estatal anuncian la inversión de miles de millones de pesos para la reconstrucción de los daños provocados por la tormenta tropical Manuel, las familias damnificadas de esta comunidad no han recibido ningún tipo de ayuda, y ni siquiera saben si la suya está registrada entre las localidades que deben ser reubicadas.
El abandono es evidente; la mayoría de las casas lucen solitarias, algunas están destruidas totalmente por la tempestad que azotó del 13 al 16 de septiembre. La maleza ha crecido en el interior y las cuarteaduras en la mayoría de ellas se han ido incrementando por el tiempo, pues los habitantes se han ido a vivir a otros lugares, algunos en la misma comunidad, pero otros han optado por irse a otros pueblos vecinos.
En total son 10 las viviendas que sufrieron daños totales, sin embargo, el comisario, Miguel de Jesús Méndez, declaró que deben ser reubicadas el total de las 40 familias porque todo el cerro donde está asentada la comunidad presenta cuarteaduras y ya no se sentirán seguros para la próxima temporada, “pero además queremos seguir juntos todos para conservar el nombre de Rincón de Tlapacholapa”, dijo.
Las 40 casas se encuentran dispersas en la falda del Cerro Negro, conocido también como Volcán Negro, al que los días 13, 14, 15 y 16 de septiembre del año pasado, le brotaban enormes chorros de agua por todos lados y al formar una corriente partió en dos a la comunidad que se encuentra a mitad del cerro.
“Ese día (el 15 de septiembre) blanqueaba el cerro de tanta agua y cuando bajaba la corriente el ruido se escuchaba como el de un helicóptero que iba bajando por la barranca”, narró uno de los habitantes.
La mayoría de las familias, como pudieron, abandonaron sus casas y se fueron a otras comunidades vecinas y regresaron cuando la tempestad había cesado, sólo para comprobar los destrozos en sus casas, ver sus animales muertos y sus parcelas arrasadas.
La lluvia aquí comenzó con más fuerza el 14 de septiembre, cuando los habitantes estaban reunidos en la capilla de La Candelaria, celebrando el día de La Santa Cruz, festejo que se suspendió después del mediodía, pues la mayoría de los parroquianos se fue a refugiar a sus casas, de las que también saldrían horas después por temor a ser arrasados por el agua.
La desolación en todo el caserío se comprobó cuando la lluvia cesó. Una de las casas que fue arrasada era la de Nemesio de Jesús Arroyo, quien junto con su esposa e hija salieron la mañana del 16 para refugiarse con unos familiares en la comunidad de Mexcaltepec, de donde regresó días después que cesó el agua.
Otra de las viviendas dañadas es la de Lucio de Jesús Cabañas, quien también salió a refugiarse con unos vecinos y, ahora, como don Nemesio vive a orillas de la localidad en espera de la reubicación de todo el pueblo.
Otras de las casas dañadas fueron las de  Anselmo Arroyo Sánchez e Isidro Arroyo de Jesús, de éste último su familia se salvó de milagro, porque la enorme grieta que abrió el agua a orillas de la localidad quedó a medio metro de la construcción de adobe y teja.
Todos perdieron todo, sin embargo, a casi siete meses de la tragedia ninguna autoridad les ha dado nada. Los habitantes contaron que apenas el pasado domingo 6 de abril, los visitó el presidente municipal de filiación perredista, Severo Espíritu Valenzo, quien les llevó una despensa para cada familia que consistió en un kilo de arroz, frijol, masa Minsa, soya, lenteja y sal, “para una sola sentada”, dijo sarcástico el maestro de la comunidad Alejandro Díaz Oropeza.
Hoy los habitantes están demandando la reubicación de todo el pueblo y créditos para proyectos productivos.
El comisario municipal, Miguel de Jesús Méndez, informó que las comunidades de Tlapacholapa y El Naranjo les donaron ya un terreno que se encuentra a unos 5 kilómetros de donde está asentada actualmente Rincón de Tlapacholapa  pero que el problema es que no tienen dinero para la construcción de sus casas.
“Yo mandé una solicitud a México a través del gobernador Ángel Aguirre una vez que vino a Mochitlán, en la que pedí la reubicación, pero sólo nos dicen que ya salieron las casas y aquí no vemos nada. El presidente municipal nos dijo que fueron aprobadas ocho, pero nomás nos dijo, no vemos dónde están, además no nos queremos ir unos cuantitos, queremos irnos todos para que todas las familias del pueblito sigamos juntos”, dijo.
Expresó que la preocupación de los habitantes es que ya se está llegando la temporada de las lluvias y no quieren que los encuentre todavía aquí, “nosotros ya acordamos que nos vamos a salir, entrando las aguas nos vamos a salir, a ver pa donde le damos, a ver cómo, vamos a tener que hacer aunque sea una casita chiquita, de madera”, anunció.
Se quejó que de parte del presidente municipal tampoco han recibido el respaldo, “nomás nos dice que nos va a ayudar, que anda arreglando todo eso, pero resulta que no hay nada”, dijo que el alcalde ni si quiera les ha confirmado que están considerados en el censo que se levantó entre quienes van a recibir ayuda o serán reubicados.
“Ni nosotros hemos confirmado nada, no tenemos algo para estar seguros que vamos a recibir alguna ayuda, por eso estamos preocupados, no sabemos qué vamos a hacer, nomás nos andan engañando”.
Informó que ante el abandono de las autoridades, tres de las 40 familias ya se fueron del pueblo, ellos son Gaudencio de Jesús Arroyo, quien se fue a vivir con su familia a la comunidad de San Martín, municipio de Mochitlán; Gildardo de la Cruz de Jesús, quien se trasladó con su familia a Chilpancingo; y Tomasa García, quien está viviendo en Mochitlán, la cabecera municipal.
Aseguró que no ha venido personal de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) o Desarrollo Social (Sedesol) federal a levantar el censo, como lo ha hecho en algunas otras poblaciones, “aquí ni siquiera la tarjeta esa de enseres domésticos nos han dado, nada, lo que se dice nada hemos recibido”, insistió.
Informó que quienes sí vinieron fueron el subgerente de Peligros Geológicos del Servicio Geológico Mexicano de la Secretaría de Economía, Francisco Armando Arceo y Carrilla, y Antonio Durán Nájera de la empresa Minera Explo Sierra, quienes les dejaron sus tarjetas de identificación con sus números de teléfonos a los que han llamado y siempre están en buzón o les responde una grabación de que han sido cambiados.
Al respecto, los habitantes expresaron su preocupación porque el representante de la Secretaría de Economía y el de la Minera, no hayan ido para realizar estudios y conocer el riesgo que corren, sino por su interés por explotar las minas La Fortuna y La Guadalupe que se encuentran cerca del pueblo.
Los habitantes informaron que las dos minas fueron trabajadas hasta hace aproximadamente 20 años y que sin explicación alguna dejaron de ser operadas pero que recientemente han venido nuevamente representantes de empresas mineras a realizar exploraciones sin tomar en cuenta al pueblo.

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