Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Humberto Musacchio

Basuritas, apenas la nata  del pantano

La salida de Cuauhtémoc Gutiérrez del comité directivo del PRI en el DF ha contado con la aprobación general. El PRI se libera de un lastre que podía resultar muy pesado en las elecciones de 2015 y César Camacho se cubre de gloria, porque entre los mismos priistas había un notorio malestar e incluso indignación por los excesos del llamado Basuritas.
Nuevamente Carmen Aristegui se anota un éxito, no porque los hechos denunciados fueran desconocidos, sino por la prolijidad irrefutable con que los expuso la reportera que investigó los métodos de reclutamiento del ahora ex líder capitalino del PRI.
Desde hace por lo menos diez años se vienen acumulando señalamientos contra el también líder del Movimiento Territorial del PRI. Prostitución, drogas, pistolerismo y hechos de violencia puntuales y públicos se cuentan entre lo publicado por los medios de comunicación, pero es hasta ahora, dicen los escépticos, en que hubo la decisión de marcar el alto al ex asambleísta y ex diputado federal.
Pues sí. Es hasta ahora cuando por fin se actuó, pero no podía ser de otra manera. Tras doce años fuera del poder, para volver a la Presidencia de la República el PRI necesitaba echar mano de todos los recursos a su alcance, los legítimos y los no tanto, los prestigiosos y los vergonzantes, porque la política se hace con todo lo que se puede, con los regulares, los malos y los peores. Cumplida la tarea, el llamado partidazo empieza a tirar lastre, tarea difícil y complicada que puede tener altos costos.
La caída del señor Gutiérrez no significa que se le vaya a juzgar por sus reales o presuntos crímenes, pues hay una actitud retobona de las autoridades judiciales. Se está haciendo norma espantar con el petate del muerto, como en el caso de Oceanografía, donde por semanas se ha hablado de fraudes multimillonarios y hasta ahora el señor Amado Yáñez descansa apaciblemente en su mansión de Acapulco.
Por otra parte, resulta elocuente el silencio o por lo menos el cuidado con que los partidos de oposición se han referido al caso del Basuritas. Militantes de poco relieve del PRD han hecho denuncia formal por trata y lenocinio contra Cuauhtémoc Gutiérrez, pero nada más.
Y mientras en la ciudad de México estallaba el escándalo del líder priista, en Cuernavaca, Morelos, se hizo público que Alfonso Miranda, diputado local por el Partido del Trabajo, acosó y tocó en forma lasciva a una chica estadunidense. Difícilmente el PT puede alzar la voz contra el líder de los pepenadores. No menos vergonzoso es el caso de Jesús Reyna, ex gobernador interino de Michoacán y hasta hace unos días secretario de Gobierno del mismo estado.
Nadie se salva. Los panistas siguen entrampados en el asunto de los moches, que ha exhibido la hipocresía, la irresponsabilidad y la voracidad de varios políticos azules. En el PRD está por aclararse el caso de la línea 12 del metro mientras tribus y dirigentes están metidos en la rebatinga por los cargos de dirección, la selección de candidatos y, por supuesto, el control de los dineros.
En suma, la cloaca destapada en el PRI despide muy mal olor, pero la fetidez no es exclusiva del tricolor. Es, en todo caso, una muestra de la extendida y profunda descomposición de nuestra clase política. Altísimas percepciones, autos, choferes, guaruras, secretarias, gastos de representación y muchas otras prestaciones con cargo a nuestros impuestos no bastan a muchos de los políticos, quienes incurren en delito para multiplicar su enriquecimiento. El pueblo mexicano no merece tanta patanería.

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