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Carlos Pérez Aguirre

Un oscuro primer año de gobierno

 

El gobernador Ángel Aguirre debería estar atendiendo a los miles de damnificados de los recientes sismos o estar al pendiente de la grave problemática de seguridad en un momento en donde la actividad turística requiere de toda la atención del gobierno estatal por ser la actividad económica mas importante de la entidad y depender de ella varias de sus principales ciudades.

Sin embargo, en lugar de atender las cuestiones y asuntos que demanda la problemática de la entidad poniendo la administración pública al servicio ciudadano –que para eso se le votó– Aguirre estuvo distraído operando en los diferentes partidos maniobrando de manera oprobiosa en su favor, como lo señalan diversas fuentes. Un desplegado de ex presidentes del PRD, menciona que se “mercantilizó las candidaturas”. Con dinero de por medio para negociar candidaturas, según lo denunció Yolanda Domínguez, El gobernador vulneró seriamente al PRD y logró obtener una buena parte de posiciones para su familia y sus cercanos, tal vez más que alguna de las corrientes internas de ese partido.

Así. el aguirrismo obtuvo diversas candidaturas en el PRD: una al senado, más de diez a alcaldías, dos diputaciones federales, y cinco diputaciones locales, entre estas candidaturas está la de su hijo y la del vástago de Jorge Salgado, ambos sin mayores méritos dentro de la actividad política y mucho menos dentro de la izquierda. Sus únicos méritos son ser los junior de la clase gobernante, todo un sinsentido dentro de los principios de un partido democrático.

El descarado nepotismo que alcanza cerca de mil puestos de alto nivel en la administración publica estatal para la trinidad gobernante y sus ahijados, compadres y amigos, ahora se traslada con el pleno beneplácito de los dirigentes partidistas hacia el ámbito político, tratando de copar con los recursos obtenidos también los espacios electorales y así sembrar los gérmenes que degeneraran en la nueva “clase política”.

Todo ello ha generado una crisis sin precedentes en la estructura del partido en el gobierno y sobre todo una gran inconformidad de la militancia partidista que ya cuestiona las posibilidades de sobrevivencia de ese instituto.

Sobre los más de 600 mártires que lucharon para construir un partido que tuviese principios, rumbo y congruencia para con el pueblo de Guerrero, ahora medran un grupito de priistas de viejo cuño que con dinero compra y manda, sin mayor interés que su bolsillo y sus ansias de mantener el poder. Es inadmisible que apenas unos días antes de ser postulado como candidato a una diputación federal por el PRD, el junior Jorge Salgado hiciese proselitismo con los colores priistas, incluso todavía ahora no es militante perredista. Todo ello pasando encima de los dirigentes y militantes históricos que lucharon día a día por dotar a los guerrerenses de un verdadero gobierno democrático en donde la represión a los estudiantes y grupos sociales, la corrupción en la administración pública, el nepotismo y la antidemocracia, estuviese desterrado para siempre.

Pero al haberle abierto la puerta al triunvirato gobernante –Aguirre-Salgado- Salgado–, que literalmente está personificado en cada uno de sus miembros como la antidemocracia, la represión y la corrupción, esto se pretende perpetuar como destino manifiesto. Sin embargo se han levantado ya un sinnúmero de indignadas voces de dirigentes militantes, y sobre todo de la población, que están diciendo basta a esta deshonesta situación.

A un año de su segundo periodo de gobierno sólo se puede decir que el gobernador ha repetido uno a uno todos los capítulos de su pasado gobierno de viejo priista, además de los capítulos de corrupción, represión, nepotismo y antidemocracia.

Sus logros han sido: 1.- inaugurar obras ya realizadas por otros gobernantes. 2.-desarrollar un discurso y una difusión en medios sumamente demagógica y mentirosa. 3.- Buscar endeudar e hipotecar escandalosamente a la entidad vía los PPS. 4.-Posicionar a su grupo político en diversos ámbitos buscando el control único de la entidad. 5.- Desarrollar una gran campaña de declaraciones en contra de la corrupción de los anteriores gobernantes, sin realmente actuar para castigar esas corruptelas, y 6.-Controlar totalmente los contratos de obra publica y las concesiones.

Por tanto, amigo lector, el balance del año de gobierno de Aguirre –ahora con disfraz de izquierda, disfraz ya insostenible y hecho jirones– es de una mediocridad que se esconde en el discurso maniqueo y demagógico.

 

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