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Jorge Camacho Peñaloza

Chilpancingo: sin afectar a terceros

*Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Gabriel García Márquez

A 60 kilómetros de Chilpancingo, hace 2 mil 200 años aproximadamente, se desarrolló una importante cultura en un lugar hoy conocido como Tehuacalco, en el que habitó un asentamiento y señorío humano de pobladores conocido como yopes, fue un centro ceremonial de culto al sol, a los cerros y al agua, después del 650 d. C. comenzaron a edificarse sus principales edificios como El Palacio, el Templo principal en la Encinera y el Conjunto Solar.
Se tiene conocimiento de que los yopes dominaron un amplio territorio de lo que hoy es el estado de Guerrero y principalmente del municipio de Chilpancingo, que nunca pudo ser conquistado por los aztecas al final de la época prehispánica, se entiende que por sus características guerreras, coraje y valor para defenderse de las incursiones imperiales de Tenochtitlán.
Al final de la época colonial, Chilpancingo gozó de independencia respecto al gobierno colonial lo que posibilitó que se convirtiera en el lugar sede del Primer Congreso de Anáhuac, albergar al gran Morelos y los primeros constituyentes para delinear las primeras leyes que nos hemos dados los mexicanos, convirtiéndose en los hechos en la primera capital de nuestra nación independiente.
Para la ceremonia del Primer Congreso de Anáhuac, Morelos le otorga a Chilpancingo el título de Ciudad de Nuestra Señora de la Asunción el 8 de septiembre de 1813, aunque de acuerdo a la historia fue fundado el 1 de noviembre de 1591, se le entrega su fundo legal el 1 de diciembre de 1636 y sus títulos de Pueblo y Congregación el 4 de agosto de 1643. Después de 1847, cuando se erige el estado de Guerrero, Chilpancingo es declarada Capital del estado en 1853; por ahí pasó Benito Juárez durante su periplo en defensa de la República alojándose en una casa de lo que hoy es la avenida Guerrero.
En la época de la Revolución, Chilpancingo fue tomado por maderistas, el ejército de Victoriano Huerta, zapatistas y carransistas, por ahí pasó también Álvaro Obregón durante su levantamiento en contra de Venustiano Carranza, y ya mucho después entrado el siglo XX, en 1960, el movimiento popular derrocó al gobierno autoritario de Raúl Caballero Aburto.
La historia indica que Chilpancingo ha sido un pueblo libertario, autónomo, constituyente y democrático, y aunque ha sido lugar protagónico de la historia no sólo nacional, sino desde la época prehispánica, se mantiene tristemente, como una de las capitales menos desarrolladas del país.
No soy chilpancingueño, soy calentano de Santa Teresa, en Coyuca de Catalán, pero he aprendido a querer a ésta ciudad por sus virtudes geográficas y humanas, como el clima que tanto impactó a uno de los principales viajeros del mundo del siglo XIX, Alejandro Von Humboldt, quien llegó a afirmar que Chilpancingo tenía el mejor clima del mundo; su gente amable y coloquial, ilustrada y sencilla. Por eso, por lo que es y ha sido, no acepto lo que Chilpancingo esté atravesando por una de las peores etapas de sus últimas décadas.
Una ciudad que ha perdido proporción en su crecimiento sin un verdadero plan de desarrollo y regulación urbana, con asentamientos irregulares convertidos en colonias de manera ilegal por las propias autoridades estatales, federales y municipales, políticos corruptos que ven en ellos sólo un mercado electoral para sus futuras contiendas electorales, que han permitido el arribo de numerosos flujos inmigratorios de otras regiones del estado sin fuentes de empleo, servicios públicos, oferta educativa, espacios recreativos y vivienda digna, mercado puro para políticos electoreros que han llegado hasta el colmo, no se conforman con llevar una luminaria, un bulto de cemento o una paca de lámina como gran acción u obra gestionada, sino que ya van y regalan bolillos y tenis, dando por hecho que los habitantes de Chilpancingo se están muriendo de hambre y que no tienen ni para un calzado.
Una ciudad que además de haber caído en el mundo de la ilegalidad con sus numerosas colonias irregulares, se ha convertido, como dijera Florencio Salazar, “en un muladar” con su añejo y permanente problema de la basura en las calles y la hediondez del río Huacapa, y ahora también de su basurero que compite en la  aromatización de su plaza comercial de lujo que está al sur, con los finos perfumes que se venden en una conocida tienda con nombre de ciudad inglesa; la eterna basura, con sus carros recogedores desvencijados y ahora con su flotilla de camionetitas al grito de “la basura jefa, la basura jefa”.
Chilpancingo, peyorativamente llamada por algunos la ciudad borracha, porque está permanentemente tomada por líderes corruptos y otros no tanto, que por igual no encuentran respuesta a sus demandas, unas legítimas y otras no tanto; calles de cerrada angostura diseñada en el siglo XIX, todos vienen a tomar Chilpancingo lo mismo personas que ignoran a lo que vienen, que campesinos conscientes demandando apoyos para la producción, que maestros simuladores y educadoras exigiendo aulas para niños discapacitados.
Chilpancingo al punto de un ataque de nervios, con su obsoleto y viciado sistema de transporte público, con sus cientos y cientos de taxis legales y piratas, peseras convertidas en un verdadero Metro, que bien competirían con ese sistema de transporte de la Ciudad de México, encadenadas una con otra a lo largo de las avenidas, Juárez, Ignacio Ramírez, Juan Álvarez, Vicente Guerrero e Insurgentes.
Y ahora a merced de la delincuencia con las extorsiones, secuestros, cobro de piso y venta de droga, sin policía que la salve y lo que es peor, sin autoridad sin que la atienda, pues andan de campaña.
Una población que se ha dejado penetrar por lo ilegal, la simulación burocrática, la plaza salarial como pago del silencio de su protesta y por el propio crimen organizado, por la suciedad y la basura, y ahora dispuesta a no dejarse más constituyendo sus propios grupos de autodefensa.
Una capital con un déficit de autoridad que se ha perdido en la ilegalidad de las colonias irregulares, del reparto electorero e ilícito de concesiones de transporte, en el desinterés y abandono de seguridad pública, en la venta de plazas burocráticas y en una ciudadanía cooptada por los liderazgos políticos que la mantienen en el abandono, un déficit de autoridad que se ha diluido en el futurismo electoral.
Los grupos de autodefensa en Chilpancingo no representan lo mismo que los de la Montaña, Costa Chica o de la sierra de la entidad, en donde se justificaría la participación ciudadana en tareas que le competen al gobierno pero que se trata de zonas alejadas de los recursos y capacidades gubernamentales, no, se trata de la capital del Estado, asiento de los poderes estatales, ejecutivo, legislativo y judicial, de las principales delegaciones del gobierno federal, del ayuntamiento del municipio que tiene como cabecera a la ciudad capital, por lo que significan el fracaso del estado, la federación y el ayuntamiento en materia de seguridad pública.
Entiendo que no queda de otra, pero la autodefensa no es el camino adecuado, es justificar la ineficiencia y dar pauta para una respuesta autoritaria en aras de la supuesta defensa del Estado de Derecho.
La ciudadanía que esté inconforme con el desempeño gubernamental en materia de seguridad pública que se manifieste, pero que lo haga en el marco de las leyes y no fuera de él, como al parecer ha sido gobernado Chilpancingo en los últimos años, sin afectar a terceros.
Los grupos de autodefensa no pueden venir a sumarse a la larga cadena de ilegalidad que ha sido fomentada en los últimos años, el camino que debe tomar la ciudadanía es el de poner el ejemplo de legalidad, exigir si pero sin afectar a terceros, ese es el camino.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos los chilpancingueños que quieren seguridad para nuestra capital, que me sumo con ellos nomás que no quieran por el mismo camino que lo ha llevado donde está que es el camino de la ilegalidad.

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