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Retrata a víctimas de la violencia el Viacrucis por la paz y la reconciliación

Daniel Velázquez

 

Las lágrimas no fueron fingidas ni los sollozos que se ahogaban en el pecho, no hicieron falta las túnicas ni los latigazos para experimentar el dolor de una madre que perdió a su hijo, la realidad que se vive en Acapulco colocada sobre el rito católico de la representación de la muerte de Jesús desbordó emociones y mostró la realidad en el puerto mediante relatos reconstruidos con testimonios de las víctimas.

La parroquia de San Nicolás de Bari organizó el Viacrucis por la Paz y la Reconciliación en el que junto con los pasajes bíblicos que narran los últimos días de la vida de Jesús se incluyeron las biografías de quienes han sido víctimas o protagonistas de la delincuencia organizada.

Las biografías son relatos reconstruidos con testimonios de las víctimas, se cambian los nombres pero se cuentan las historias y con una oración se pide a Dios dar solución a los problemas de corrupción, falta de empleo, adicciones, vencer el temor, a ser solidarios con las víctimas y crear conciencia.

Para experimentar el dolor no es necesario un latigazo basta con escuchar el dolor de una madre que busca a su hijo entre los muertos que llegan al Servicio Médico Forense (Semefo) y enfrenta la indiferencia de las autoridades y la condena de quienes han criminalizado a las víctimas con el argumento de que “seguramente andaba metido” esa fue la cuarta estación que cuenta la historia de cuando Jesús se encuentra con ser madre.

Afuera de la unidad habitacional de los militares, que se ubica sobre la avenida Ruiz Cortínez se leyó la biografía de Rosario una madre que busca a su hijo desaparecido hace dos meses, salió para ir a la escuela y ya no regresó. “¿Cuántas madres lloran en nuestro país la violencia que han sufrido sus hijos?”.

El desempleo como realidad social que enfrentan los jóvenes que son seducidos por la delincuencia organizada para ser distribuidores de droga atraídos por el dinero que no consiguen en un empleo formal fue la segunda estación titulada Jesús carga con la cruz que traslada a la realidad se llamó un joven nini obligado a trabajar con narcotraficantes que se hizo frente a la Unidad Académica de Contaduría de la UAG.

Ahí se contó la historia de Isaías de Jesús de 17 años, quien no aprobó el examen de admisión para el bachillerato y al buscar trabajo sólo consiguió empleo como chalan de un camión urbano para después ser distribuidor de droga, tuvo miedo pero aceptó y ahora puede comprar buena ropa, un buen teléfono celular y traer dinero. “He intentado abandonar esta actividad, sin embargo no tengo a donde ir, mis esperanzas se han cerrado y si me salgo me matan”.

En la tercera estación se cuenta la historia de Sofía una joven que, sin el apoyo de su familia, cae en la adicción a las drogas, frente a la preparatoria 17 de UAG la biografía de esta joven señala que sus padres le dieron todo pero no tiempo para conversar. Encontró “amigos” quienes le ofrecieron “polvo” y así se volvió adicta, al grado de vender su cuerpo para conseguir dinero para comprar una dosis.

En la sexta estación se critica al PRD mediante una parábola titulada Un hombre que se mantiene indiferente ante el sufrimiento de las víctimas la cual es la historia de un profesor de nombre Inocencio Contreras que milita en el partido que promueve “el cambio verdadero” pero se mantiene indiferente ante las víctimas de la violencia “he optado por no acercarme, una por miedo, no sea que me vayan a relacionar con ellos y otra, pues cada quien sabe como educa a sus hijos, es consecuencia de sus errores y en el último de los casos es un asunto que habrán de atender las autoridades, para eso las elegimos”.

En la novena estación se cuenta la historia de Una familia que tiene a su hija secuestrada y para liberarla les pidieron un rescate millonario, pusieron en venta su casa, un automóvil y los compañeros de la escuela organizaron colectas en los semáforos para reunir la cantidad de dinero que necesitan para dejarla en libertad. “No denunciamos por miedo a los secuestradores y porque tampoco confiamos en las autoridades”.

Las amenazas, la extorsión, el miedo y la migración como fenómenos producidos por la violencia también formaron parte del viacrucis con historias de quienes ante el temor y las amenazas dejan todo, casa, trabajo, familiares y amigos en busca de la seguridad que no encuentran en Acapulco.

También el caso de los comerciantes que son extorsionados y amenazados con perder su patrimonio si no pagan cuotas a los grupos de la delincuencia organizada.

La pena de haber perdido a un hijo en un fuego cruzado producto de un enfrentamiento entre presuntos grupos rivales de la delincuencia organizada y la tristeza que provoca en la familia es otra de las historias que se viven en Acapulco.

Para enfrentar la violencia se pide transformar el miedo en valor para traducirlo en acciones contra la violencia como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

Los pasajes con los que la iglesia católica recuerda la muerte de Jesús en la cruz fueron trasladados a la realidad de cientos de familias acapulqueñas víctimas de la violencia.

Unas 600 personas participaron en el Viacrucis,  que empezó frente al Hospital General y recorrió la avenida Ruiz Cortínez hasta llegar a la parroquia de San Nicolás de Bari en la colonia La Laja.

El recorrido ocupó un carril de la avenida, empezó con unas 300 personas y conforme avanzó el viacrucis se integraron más ciudadanos hasta llegar a unas 600 personas.

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