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Antes del temblor se escuchó “como un bufido”, relatan en la Costa Grande

*Es el más grande que han sentido desde el terremoto de 1985, dicen

Mariana Labastida

“Nos dejaron sin platos para comer”, dijo la señora María Urioste Ramírez, una de las afectadas de la comunidad El Limón, ejido de Santa Lucía, del municipio de Tecpan, luego de que el sismo del pasado viernes tirara parte de las paredes de la cocina y el resto de su vivienda, por lo que duerme con su familia afuera de la casa por temor a que se les caiga encima.
El Limón es una comunidad entre La Ciénega y La Cuesta, en donde el sismo de 7.2 grados en la escala de Richter también ocasionó daños en viviendas, intensidad que dijeron los pobladores no habían sentido desde el terremoto de 1985.
El comisario municipal de El Limón, Bernardo Valencia González, indicó que en cuenta llegó la luz a esa zona reportó los daños que llevaban cuantificados, por eso consideró que fue pronta la atención de las autoridades luego de la visita que ayer realizó el secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), José Carlos Ramírez Marín.
Los pobladores de El Limón recordaron que antes de sentir el sismo escucharon un estruendo, “como un bufido”, lo cual les alertó que temblaría y salieron de sus viviendas.
Sintieron un ligero movimiento “porque hizo primero despacito y después más fuerte”, recuerda Margarita Cabrera, mientras señala el interior de su vivienda y las cuarteaduras que le dejó el sismo del pasado viernes.
La última vez que sintieron un sismo de similar intensidad fue en el 85, cuando un terremoto de 8.1 grados de magnitud tiró edificios y viviendas en el Distrito Federal, recordó Teresa López Ramos.
A su vivienda se le cayó? una de las paredes de la cocina y en el resto se ve cómo se vino abajo el tirol con el que estaba recubierta la construcción de bajareque, mientras que el resto de la casa está hecha de adobe y se pueden ver las cuarteaduras en los muros.
“No quedó más que defenderse de que no le cayera a uno un terrón, se oía el estruendo de los trastes cayendo”, dijo Teresa López, que al igual que otros pobladores acostumbra a colgar las tazas en las paredes y tener en un “mueble” los platos para la comida.
Para llegar a la comunidad de El Limón se entra por el entronque de El Edén en la comunidad de San Luis San Pedro, hasta la entrada de Pochote a 30 minutos en vehículo; de ahí si sube la camioneta pasajera son otros 15 minutos, si no se camina aproximadamente 40 minutos a la Ciénega, y otro tanto igual a El Limón, más arriba está la Cuesta; las tres eran una misma localidad, sin embargo por la separación entre ellas y el crecimiento de las mismas ahora tienen un comisario municipal y dos delegados.
Las casas de El Limón son de dos tipos, de bajareque como le llaman a las que tienen como base una estructura de palitos antes del adobe, y las de sólo adobe, que no tienen ninguna madera para sostenerlas.
Los pobladores llegaron a la conclusión que las casas que más resultaron afectadas no se han caído porque son de bajareque, como es el caso de doña Aurora Peñaloza.
Aurora y su familia se acomodaron al igual que otras familias afuera de los cuartos principales de su vivienda, ella con un hijo, su suegra, nuera y nietos duermen en donde hasta el jueves estuvo el comal que se cayó, para aprovechar el lugar que tiene techo de lámina de cartón para dormir; ahí acomodaron dos camas y buscaron refugio ante la amenaza de lluvia que tuvieron durante la noche del viernes con truenos y relámpagos, y “sí nos lloviznó, pero tantito”, dijo señalando hacia la tierra.
Ella decidió salirse de su casa porque “nos podemos quedar como los sapitos aplastados”, dijo mientras mostraba el techo de teja que se movió, las cuarteaduras en las esquinas, la pared de su cocina caída y afuera el horno que tenían para hacer pan para vender.
El hijo de doña Aurora, Salvador González Peñaloza, vive en una casa al lado, y la situación de la vivienda es similar, por eso duermen también afuera.
Otra de las viviendas que se encuentran en mal estado es la de Gabriela Cabrera y Guadalupe González; es relativamente nueva, según dijeron la construyeron hace 7 años, y hoy tienen miedo de entrar en ella, por lo que sacaron a los pollos del corral y ahí se acomodaron ellos para dormir.
“Allá tengo al más chiquito de los niños con temperatura del susto que se llevó por el temblor”, dijo Gabriela, quien agregó que nunca habían sentido un sismo “así de grande”.
“Corrimos pa’ fuera, todos nos agarramos del manguito, ahí estábamos todos, unos llorando y otros asustados”, dijo María Urioste Ramírez.
Su vivienda casi en su totalidad tiene afectaciones, es de las casas que tienen consideradas con daños totales, “con tantito que le empujen se cae”, y por eso es que empezó a sacar sus pertenencias, “nos dejaron hasta sin platos para comer”, agregó luego de que sólo les quedaron unas cuantas tazas y platos de plástico.
En la misma línea donde está la casa de María está la de Pedro González Pineda, un señor de 77 años dedicado a la agricultura, quien lamentó las cuarteaduras de su vivienda porque la hizo “con mil y tantos sacrificios”, ahora espera que le ayuden porque a su edad dijo no cree tener las fuerzas para poder levantarla de nuevo, aunque se alquila para otros trabajos.
En la casa de don Guillermo González Ramírez las esquinas de todos los cuartos están cuarteadas y los muros de adobe separados, además de que la teja se corrió, y luego de la visita de autoridades espera que el trabajo que salga se lo den a los propios pobladores, porque las lluvias de septiembre dañaron la milpa y se quedaron sin maíz para comer por lo que han estado comprando.
Guillermo, un señor de unos 50 años al igual que la mayoría de los pobladores de El Limón, se contrata para cortar mango, otros tienen pequeñas huertas de ese fruto y siembran frijol que venden y comen, pues “aquí está duro, duro, uno come huevo de gallina, una matita que siembra por aquí o por allá, somos pobres pero tranquilos”, dijo refiriéndose a que en esas comunidades de la sierra no siembran enervantes.
En la Ciénega también los pobladores se espantaron por la fuerza y duración del sismo, “se cayó todo en mi casa, una pared se vino sobre una de las camas”, dijo la señora Noemi Peñaloza González, quien recordó que su esposo era el único dentro de su vivienda y que no salió de la misma, sin embargo ya no entran por el miedo a que se caiga.
El comisario de El Limón, Bernardo Valencia González, informó que en su comunidad tiene contabilizadas 35 viviendas con daños parciales y totales, de las otras comunidades como la Ciénega tiene 5 con daños totales y 20 con parciales y en la Cuesta también tiene 5 con daño total y 17 con daño parcial.
Valencia González dijo que fue uno de los primeros que informó de lo que ocurrió en su comunidad, por eso hasta las dos de la mañana hubo personal de Protección Civil en su comunidad haciendo levantamiento de los daños; también dijo hay daños en Santa Lucía, El Guayabal y Los Caracoles, comunidades del ejido de Santa Lucía.

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