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Reconstruir la paz en la entidad, piden en la representación de la crucifixión en El 30

Karla Galarce Sosa

 

Habitantes del poblado del Kilómetro 30 escenificaron  el Viacrucis y crucifixión de Jesús, cuya tradición en esa localidad de Acapulco, suma ya 45 años de escenificación.

En esta edición, los ciudadanos que personificaron los papeles de Jesús, Barrabás y el segundo sacerdote judío hicieron un llamado a la ciudadanía para fortalecer las acciones en favor de la reconstrucción de la paz en la entidad y, sobre todo en su comunidad, destacada por la presencia de grupos delincuenciales.

La escenificación comenzó en la calle Hermenegildo Galeana, en punto de la 1 de la tarde, donde los sacerdotes jalaban a Jesús encadenado para presentarlo ante Poncio Pilatos, mientras el pueblo gritaba, al ritmo del famoso filme Jesucristo Superestrella: ¡tramposo, mentiroso, que muera, alborotador…¡

El área del paso de los actores era delimitado por cuerdas, donde se construyeron dos escenarios, uno era el palacio de Poncio y el otro el de Herodes.

En ambos extremos de la plaza de toros fueron colocados dos escenarios, uno frente a otro. En uno de ellos se escenificó el juicio contra Jesús, en el otro fue la petición de la cabeza de Juan el Bautista por Salomé.

Los alrededores de la plaza también sirvieron como palco para las poco más de mil 500 personas que se reunieron. Familias provenientes de comunidades aledañas y de Acapulco presenciaron el baile de Salomé, así como el juicio contra Jesús y el castigo impuesto.

Una azotea era la cárcel donde eran azotados los prisioneros. Una mujer gritaba a los soldados que flagelaban a los prisioneros “muchachos, no se tomen tan en serio su papel, contrólense”, mientras tanto, los jóvenes eran golpeados con látigos de cuero.

Cuando traían a Jesús para azotarlo, los murmullos de la gente anunciaban en dolor del juzgado. Los organizadores de la escenificación pedían a los asistentes que dieran paso a los actores. Lo que abría el paso entre la multitud, eran los azotes que los soldados propinaban a Jesucristo, personificado por cuarta ocasión por el contador, Marco Antonio Sandoval Valdés.

De la calle Hermenegildo Galeana, bajaron a Barrabas a punta de latigazos para llevarlo frente a Pilatos y que posteriormente fuera liberado.

Después de la liberación del revolucionario Barrabas, la gente comenzó a salir de la plaza de toros para dirigirse a la colonia Liconsa, ubicada al otro lado de la carretera federal México-Acapulco y atestiguar la crucifixión.

Los azotes en la espalda de Jesús, su coronación con espinas y la entrega de una rama como cetro, también fueron escenas que los asistentes sufrieron.

Mientras el viacrucis se desarrollaba, decenas de comerciantes ofrecían diversidad de productos como helados, rosas, fruta, tacos, nieves, aguas y cerveza, micheladas por litro y hasta propaganda electoral.

El camino de la cruz cargada por Jesús, fue delimitado con las lanzas de los soldados y, que mantuvo cerrada la circulación de la carretera federal durante unos 40 minutos.

Abría el paso entre la gente, un actor caracterizado como soldado romano, quien iba montado sobre un caballo blanco y tras él, Jesús, que cayó tres veces.

En el cerro de la colonia Liconsa, fueron colocadas dos cruces. Al lugar se dieron cita los fieles que atestiguaron, en las diferentes terrazas formadas por la colocación de tierra, la crucifixión de los ladrones y de Jesús cuya muerte, fue anunciada con fuegos pirotécnicos que sorprendieron a los asistentes y, posteriormente aplaudieron.

El trayecto de la cruz se realizó por las calles Benito Juárez, Juan Álvarez y la carretera federal que sumó alrededor de dos kilómetros que los actores y la población caminó bajo el inclemente sol.

 

Piden paz los actores

 

Marco Antonio Sandoval Valdés, que personificó el papel de Jesús, dijo que con la obra de fe que realizan muchos habitantes del poblado, “nos invita a reflexionar sobre lo que nuestro señor Jesucristo hizo por todos nosotros y que fue que nos amáramos los unos a los otros”.

Señaló que al haber amor entre los humanos “no lo vas a matar, no la vas a secuestrar”.

Agregó que “la ola de inseguridad (…) venían y tiraban los cuerpos y, aunque no los maten aquí el simple hecho de arrojarlos hablaba de éste lugar”.

Comentó también que en la edición del año pasado, el Viacrucis de el Kilómetro 30 fue cubierto por pocos medios de comunicación.

Afirmó que en su cuarto año de participación, él lleva una preparación física para aguantar más de 90 kilos que pesa la cruz.

La participación de más de 80 personas, explicaron los actores, comenzó la semana pasada con el lavatorio de los pies y la última cena.

Explicaron que la mayoría de los asistentes acude a la escenificación porque ésta se destaca de entre otras por el realismo.

Buscamos, explicó Sandoval Valdés, darnos a conocer como gente que hace una buena obra aquí en el Kilómetro 30, que es la representación más vieja que tenemos en el municipio de Acapulco.

De 18 años, Johnny Rojas Solís representó el personaje de Anás, uno de los que apresaron a Jesús. Rojas Solís explicó que la obra “es para que la gente reflexione sobre la maldad que hay aquí y haga un poco de conciencia”.

El joven Álvaro Trejo de la Rosa que interpretó el papel de Barrabás, coincidió con lo expuesto por Johnny y Marco Antonio al decir que parte de la preparación es hacer conciencia del sacrificio que otros hicieron para que en la actualidad se disfrutara de una libertad.

La presentación, en la que participaron más de 80 personajes centrales, fue vista por unas dos mil 500 personas.

Javier Valdés Cortés, dirige la obra desde hace 25 años, tarea que le heredó de Jesús Nava Rodríguez, quien murió y dejó la tradición que este año cumple 45 ediciones.

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