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Despiden miles de personas a García Márquez en el Palacio de Bellas Artes

*Tras la ceremonia oficial en la que estuvieron los presidentes de México y Colombia retiraron las cenizas del escritor, lo que provocó la indignación de la gente que formó largas filas para entrar al recinto

Óscar Cid de León / Julieta Riveroll Staff / Agencia Reforma

Ciudad de México

En medio de un gran aplauso, estaba Gabo.
La urna con sus cenizas fue depositada en punto de las 16:13 horas en una columna dispuesta al centro del lobby del Palacio de Bellas Artes.
El lugar estaba revestido con flores amarillas y una gran alfombra roja para el homenaje nacional que congrega esta tarde a lectores, colegas, familiares y funcionarios en el recinto.
Llevaba en sus manos la urna Rafael Tovar y de Teresa, acompañado de la viuda, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo. Iba también con ellos Maria Cristina García Cepeda.
Ellos conformaron la primera guardia de honor.
Hubo porras y aplausos, incluso un desgañitado “¡Gracias, Gabo!” por parte de una mujer entre los invitados especiales. Luego música clásica en conjuntos de cuerdas. Y debía ser clásica porque la música clásica era la favorita del escritor que México despidió.
La segunda guardia la harían los nietos del escritor. También participaron en las guardias sus colaboradores, Mónica Alonso y Genovevo Quiroz.
Entre los invitados especiales estuvieron Ángeles Mastretta, Héctor Aguilar Camín, Porfirio Muñoz Ledo y Jacobo Zablu-dovsky.

Gloria eterna para Gabo

El más grande de todos los escritores latinoamericanos, en resumidas cuentas, fue Gabriel García Márquez.
Eso es lo que destacaron los presidentes Enrique Peña, de México, y Juan Manuel Santos, de Colombia, al participar en el homenaje nacional que se rinde al escritor, fallecido el jueves a los 87 años, en el Palacio de Bellas Artes.
“Es el más grande novelista de América Latina de todos los tiempos”, dijo Peña: “Incluso ha sido equiparado por la crítica con el propio Miguel de Cervantes, el creador de la novela moderna”.
Santos dijo que era el colombiano más grande y el que más gloria le había dado a su país: “Gloria eterna para quien más gloria nos ha dado”, sentenció.
“Su voz es propia y nos define”, dijo en su turno Rafael Tovar y de Teresa, titular del Conaculta, al asegurar que la obra de García Márquez reinventó el lenguaje latinoamericano, como su admirado Juan Rulfo.
En el homenaje se recordó al García Márquez entre dos naciones, la que lo vio nacer, Colombia, y la que adoptó para vivir por más de medio siglo, México, en donde creó el legado de libros que ahora dejaba para los lectores que ya están y los que habrán de venir.
“Para alegría y honra de no-sotros, los mexicanos, nuestro ho-menajeado escribió en la ciudad de México la obra que le dio reconocimiento mundial”, expresó Peña.
El propio autor dijo un día: “Aquí he escrito mis libros, aquí he criado a mis hijos, aquí he sembrado mis árboles”.
Quienes despedían al escritor en Bellas Artes, dijo Santos, ratificaban su compromiso con la utopía posible, con una América Latina que supera su soledad y encuentra su segunda oportunidad sobre la tierra.
“Qué privilegio, y lo digo en nombre de los colombianos, llamar compatriota al hombre que imaginó a Macondo y que escribió sobre el poder más grande, más influyente de todos, que es el poder del amor”, advirtió.
Después de sus discursos, los mandatarios ofrecieron una guardia de honor.
Mariposas amarillas de papel llovieron sobre ellos al término de la misma alrededor de la urna que contiene las cenizas del escritor.
La tarde que habría de despedir a Gabo llegaba a su fin, pero los lectores aún querían despedirlo, y las puertas se reabrieron para que continuaran los adioses.
Se informó que el recinto cerraría sus puertas a las 21:30 horas, aunque cientos de lectores seguían en la fila deseando entrar a despedirse del autor. Además, las cenizas fueron retiradas por su familia.

¡Gabo es del pueblo!

Ya no había cenizas. La familia de Gabriel García Márquez las había retirado hacia las 21 horas, cuando concluyó el homenaje oficial encabezado por los presidentes de México y Colombia.
Sin embargo, la gente que esperaba afuera del Palacio de Bellas Artes exigía entrar.
Hubo un momento crítico, pues les cerraron momentáneamente las puertas y los cientos de congregados aún afuera del recinto comenzaron a gritar “¡Portazo!”, “¡Cule-ros!”, “¡Gabo es del pueblo!”

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