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Unos 50 puestos de diversos productos reciben a vacacionistas que visitan el Zócalo

Karina Contreras

Un recorrido obligatorio para un turista es el Zócalo y varios visitaban ayer los más de 50 puestos instalados en la explanada.
Bajo el estruendo de toda clase de música salida de los equipos desonidos de puestos de discos piratas, los visitantes observan, preguntan precios, se prueban productos y, claro, regatean el precio. Otros prefieren tomarse fotos que tengan como fondo la catedral de Nuestra Señora de la Soledad.
Los puestos del Zócalo son un mundo colorido. Ahí el turista puede encontrar de todo, ropa bordada, cómodos huaraches para hacer largos paseos, collares, anillos, pulseras, y aretes realizados con productos del mar, aunque también con la conocida chaquira que da forma a hermosa y colorida joyería.
También están los vasos tequileros con algún paisaje de Acapulco pintado, para los religiosos está la Virgen de Guadalupe o Cristo en un marco rodeado de caracoles o conchas de mar; las ranas de la suerte con su botella de cerveza, para los supersticiosos y borrachos; y por supuesto los barcos de madera para llevar cualquier recuerdo de Acapulco.
Los visitantes regatean precios y logran rebajas de 5 o 10 pesos, dependiendo de la prenda pues una blusa bordada cuesta 150 pesos, pero más elaboradas 800 pesos.
Otros turistas prefieren sentarse en una banca y comer los plátanos con leche, los elotes con mayonesa y queso, o los esquites. Frente al quiosco se ve a unos más que prefieren alimentar a las palomas.
En breve sondeo, los vendedores comentaron que “no se pueden quejar”, las ventas estuvieron “más o menos” y que lo que más les compraron fueron “cosas pequeñas y baratas”. Aunque los puestos ubicados en el Zócalo son tolerados por las autoridades, tampoco aquí escapan los turistas a los vendedores ambulantes y sus mercaderías.
La actividad turística sigue en el puerto y se pudo palpar en el malecón, frente al Zócalo, donde  muchos paseantes abordaron las famosas lanchas de cristal para dar un recorrido y ver a la virgen del mar. La vigilancia es permanente en la zona a pesar del paro de los policías municipales, pues se pudo observar a un agente de Tránsito estatal ayudando a un turista a cruzar la calle.

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