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Causa alto oleaje poca visita de turistas y bajas ventas en la playa Condesa

Karina Contreras

El fuerte oleaje que se registró ayer al mediodía en la playa Condesa, ha causado que pocos visitantes lleguen y eso ha disminuido las ventas, se quejaron prestadores de servicios.
Las olas rebotaban en los parianes, por lo que se pudieron colocar pocas mesas y había apenas unos cuantos turistas disfrutando de las aguas esmeraldas de esa playa. Las que tenían clientes eran las señoras de las trencitas, pues con manos ágiles hacían uno de los sellos de Acapulco, que son sus famosas trenzas con ligas de colores.
Muy pocos se metieron a las furiosas aguas de la playa de La Condesa.
Prestadores de servicios que rentan motos acuáticas comentaron que las ganancias no han sido como esperaban en vacaciones, pues desde el viernes con el sismo mucha gente ya no se quiso meter al mar, según decían, por temor de un tsunami, y que también ha dificultado el trabajo la marea alta.
Indicaron que el paseo por media hora cuesta 450 pesos, y que en los últimos días apenas han sacado cuatro de las 10 motos acuáticas que han en la zona.
Mientras que Margarito, vendedor de diversos productos de playa, como trajes de baño, cubetas para los niños, sandalias y camisones, dijo que las ventas estuvieron regulares pues mucha de la gente que llega a dicha playa ya lleva casi todo, que consumen poco. Que las ventas mejoraron un poco el Jueves Santo y además la playa no ha sido muy visitada por los turistas debido a la marea alta.
Indicó que a La Condesa los turistas ya llegan con sus bolsas de supermercados y muy pocas veces consumen.
En la playa, los ambulantes ofrecen sus productos como coco con chile, mango, quesadillas de papa, pulpas y tatuajes a unos desinteresados turistas, que están más preocupados por las olas que por momentos se hacen intensas y llegan por debajo de sus mesas. No faltan los que están con sus cervezas mitigando el calor, aunque no tan intenso como en días pasados.
Muy pocos se atreven a entrar al mar, ante su bravura, pero hay otros que lo hacen con sus hijos que portan chalecos salvavidas, uno que otro es revolcado por la ola.
Comerciantes que rentan llantas y salvavidas no tiene a quién ofrecer su producto, porque muchos ya llevan esos accesorios para sus hijos. Hay turistas aprovechan para tomarse la foto.
Mientras unos siguen disfrutando de las últimas horas en el puerto, otros, como la familia de Martín Gallardo, regresan a su lugar de origen que es el DF. Afuera de un hotel de la Costera, esperan subir al autobús de turistas que los trabajo.
En total son 10 en la familia y todos ellos van bronceados, con sus sombreros playeros, una niña con sus trencitas, y un barco de madera como recuerdo. Ellos estuvieron, dijeron, una semana en Acapulco, pero ya es hora de regresar a sus actividades.

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