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Tres familias mexiquenses, tras el sueño de ver el mar en Acapulco y su decepción por el alto oleaje

Mariana Labastida

El mar se portó mal con las familias Robles, Ortiz y Arenas, vecinas del municipio de Ecatepec, en el estado de México, que por primera vez viajaron a Acapulco a conocer las playas y que disfrutaron el primer día que llegaron, pero ayer las altas olas las obligaron a refugiarse en la alberca del hotel y alejarse del mar.
Las familias llegaron en una excursión con un autobús rentado, circunstancia que une a todos los que viajan en el camión. No solo era el hecho de vivir en la misma colonia sino que ninguno conocía el mar, por eso se animaron a venir al puerto aunque el camión tuviera fallas como las del aire acondicionado.
Adrián Arenas ocupa uno de los primeros asientos dentro del camión. En sus brazos tiene a su pequeño hijo de meses el cual está dormido y en su cara está el rastro de su fallida ida a la playa, con el rostro y brazos cubiertos por bloqueador solar, que lo dejó como si le hubieran pasado una brocha con pintura blanca sobre la piel.
El señor Arenas se nota desanimado, no podrán pasar el día en la playa como lo tenían pensado y su visita a la bahía de Santa Lucía no fue agradable el día anterior, “nos han tratado mal, hay gente déspota, gente grosera”, dijo refiriéndose al trato que les dieron en playa Caleta los trabajadores de la Administradora y Promotora de playa, que cuando se quejaron del costo de la renta de toldos y sillas les soltaron “que si no nos gustaba que nos podíamos ir a otro lado”.
Las tres familias llegaron a Acapulco a las 5 de la mañana del viernes, directo a un hotel en la zona Tradicional donde tenían reservación para dormir unas horas, el primer día en el puerto en playa Caleta,  a la 1 de la tarde llegaron a Icacos, estacionaron el autobús en el acceso a playa a un costado del parque acuático El Rollo (CICI) y así como llegaron a la playa, decidieron regresarse luego que les informaran que no podían meterse al mar y ver como estaba el oleaje, “el mar se portó mal”, dijo Adrián en su segundo día en Acapulco.
Quedarse en la playa, sin meterse al agua era la opción para los integrantes de las familias Ortiz, Arenas y Robles, pero no la quisieron aceptar, “asolearse en la arena sin el agua está mal así”, sostuvo Pedro Ortiz, que a sus 73 años por primera vez conoció el mar, por eso dijo que le quedaron ganas de regresar.
“No podemos ni estar en la orilla”, lamentó doña Petra, quien esperaba junto con el resto de sus familiares, “uno no está impuesto a esto, está dura la calor”, resopló mientras se abanicaba.
“Los tiburones lo hicieron enojar”, fue la respuesta de uno de los niños cuando los adultos preguntaron por qué el mar estaba tan “bravo”; mientras, otro explicaba que no había tiburones en la bahía.
El itinerario de las tres familias para hoy domingo es ir a pasar el día en Puerto Marqués y por la noche ir a ver el clavado en la Quebrada después de ello emprender el viaje de regreso a su casa, sino “ya veremos donde pasamos el día, lo importante es divertirnos”, sostuvo Éric Martínez Cerón, el conductor del camión, que espera al resto de los pasajeros vestido solo con una camiseta y se refresca con un pequeño ventilador, mientras que en el interior del vehículo, los que ya ocupan sus lugares sudan y sufren el calor.

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