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Eduardo Pérez Haro

En riesgo, la reforma para el campo

 

Para Vania y Marusia.

La superación de los desequilibrios (importaciones-exportaciones, alimentos básicos vs frutas y hortalizas) y las desigualdades (productivas, regionales y sociales) que caracterizan al sector rural nacional antes son desequilibrios  y desigualdades entre la economía urbana y la economía rural, lo que significa que mientras la economía urbana no se instale en una estrategia de desarrollo real, sólida, pertinente y por ende viable, no habrá perspectiva para la economía general, y por lo tanto no habrá locomotora de arrastre para jalar al sector rural a un cambio estructural que suponga la superación de sus dificultades de fondo.
En principio y siguiendo este argumento, habrá que subrayar que eso (una senda de desarrollo general que suponga la consolidación de la economía capaz de producir medios de producción) todavía no está resuelto. México desplegó una capacidad de sustitución de importaciones de bienes de consumo inmediato y  bienes de consumo industriales de carácter duradero (electrodomésticos básicamente, 1945-1965) pero no consolidó una capacidad amplia y diversificada de producción de bienes de capital (producción de equipos y maquinaria para producir) y el rezago tecnoproductivo ha venido en aumento, excepción relativa de la industria automotriz.
Las reformas estructurales promovidas por el régimen de Peña Nieto,son iniciativas de cambios de distinto orden y con alcances de distinto carácter (sin acoplamiento). Unas se perfilaron en una idea de renovación de controles de carácter político (educativa), otras de mero reacomodo (financiera y fiscal) mientras otras (energética y de telecomunicaciones) se colocaron como pivotes para promover inversiones frescas y de mayor envergadura, pero en circuitos que no por ser muy dinámicos en la esfera internacional son en igual sentido vehículos suficientes de una estrategia para la construcción de una plataforma productiva nacional con posibilidad efectiva de despuntar en la competencia internacional a la manera en que lo hicieron los Tigres Asiáticos (Taiwán, Hong Kong, Corea o Singapur). Lejos aún.
La apuesta de ganar por la vía de abrir a la inversión privada la explotación de los hidrocarburos y aun de las telecomunicaciones es eso, dos áreas de negocios que no alcanzan a resolver un entramado superior de la capacidad productiva nacional. Ahí está el ejemplo de las economías del Medio Oriente y el norte de África, que desde la explotación de los energéticos y minerales, ciertamente son relevantes, son importantes, tienen mucho dinero, han creado hombres y espacios relucientes, pero sobre terrenos de rezagos culturales y pobrezas extendidas sin descontar el clima de tensiones político-militares en el que se inscriben esos mercados.
En este contexto de más pretensiones que estrategia, de mucha verticalidad legislativa más que eficacia ejecutiva, se “abre la discusión” sobre la reforma para el campo, que a todas luces y sin rubor alguno se dispone como una concesión de la burocracia gubernamental para la burocracia política del sector rural “pa´ que no digan”. Sin la presencia de los secretarios de Gobernación y de Hacienda y teniendo como sede el Palacio de Bucareli (“la casa del diálogo”, la llama el subsecretario Luis Miranda … !), el secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez instaló la Comisión Permanente de la Reforma para la Transformación del Campo ante funcionarios de estas dependencias del Poder Ejecutivo, de los representantes legislativos de las comisiones de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural y las organizaciones de productores reunidas en el Congreso Agrario Permanente, CNC, CNOC, CNPR Y CNA poniendo sobre la mesa una propuesta de siete foros nacionales temáticos, siete foros regionales y 32 foros estatales para concluir con un Foro Nacional. “Estamos proponiendo que le llamemos al proceso “Sinergia para la Transformación del Campo”, sugiere el secretario Martínez y Martínez.
Los contenidos temáticos que perfilan la postura gubernamental y pautan los foros regionales y estatales son los temas que de suyo trae la Sagarpa 1) Desburocratizar, 2) Tablero de control, 3) Financiamiento-aseguramiento, 4) Riego, fertilizantes y equipamiento, 5) Extensionismo, 6) Agroclúster y agroparques, 7) Sanidad. Temas que se mueven entre lo que se hace de cajón –“sanidad”–, algunas agroaventuras –“riego”, “fertilizantes” y “clústers”– hasta llegar a la esquizofrenia –“desburocratizar” y “tablero de control”–, nada que nos preocupe y nos ponga nerviosos hasta la angustia.
Lo único que refleja es lo que ya se comentaba en corrillos: que la reforma para el campo” no será tal. En principio se aventuraron a comprometerla porque, ciertamente, en “la feria de las reformas estructurales”, el campo no tenía invitación, “se les pasó” y así, habría que remediar esa omisión en la “modernización”, pues parecería una descortesía tomando en cuenta que se trata de cerca de 30 millones de habitantes con la incómoda presencia de “algunos líderes y grupos rijosos”, “lo mejor sería concederles una reforma aunque sólo sea nominal.”
Después de comprometer la palabra del presidente de la República para llevarla a cabo acariciaron la idea de poderle quitar las ataduras de las asambleas del ejido y la comunidad para la sesión de pleno dominio en la enajenación-venta de las tierras… pero metieron reversa, se dice que Luis Videgaray no estuvo de acuerdo y así se encontraron con que no tenían más idea, nadie dentro del gobierno tenía más nada qué proponer y he ahí que la agenda de los temas sea esta serie asincopada y asimétrica de ocurrencias siguiendo la máxima de “todo tiene que ver con todo”. Se puede mezclar “un tablero de control” con la sugerencia de usar los 15 mil millones de pesos del Procampo para la compra de fertilizante… o duplicar el número de cuartillas de las Reglas de Operación para “deburocratizar”, etc., etc. No hay nada serio y todo parece que se trata de echar a volar un carnaval de foros en el más viejo estilo de planchar inquietudes y voluntades, y maicear liderazgos.
En los discursos de instalación no hay ninguna problematización de la relación del campo en el engranaje de la economía nacional y el desarrollo general del país, ni tampoco se detiene en el reconocimiento del desequilibrio estructural de la balanza comercial agoalimentaria, o en la asimetría tecnológica y productiva entre los grandes agricultores tecnificados y los pequeños productores minifundistas que ocupan dos terceras partes del territorio nacional y aún usan la coa y el arado de hace 3 mil años, la concentración comercial y el coyotaje de las zonas marginadas, ni siquiera menciona la pobreza y el deterioro de los recursos naturales y el medio ambiente; los indígenas o las mujeres no son tema, sólo se dice que “estamos en el umbral de hacer historia y lograr un punto de inflexión”… “Todos queremos lo mismo: engrandecer el sector agroalimentario de México”. No hay contenido y sinceramente no son frases grandilocuentes sino grotescas, en un grave descuido hasta en las formas.
En su participación el subsecretario Luis Miranda dijo que “hoy hay un problema que ocupa  a los mexicanos de manera muy importante. Este tema es la seguridad. La seguridad se ve reflejada en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida diaria. (…) y sin lugar a dudas en el ámbito del campo”. Ahora entiendo porqué la Comisión la encabeza el secretario de Gobernación aunque no estuvo presente porque, al decir del propio subsecretario, se encontraba “en el estado de Chiapas ejerciendo la Presidencia del Consejo Nacional de Seguridad… resolviendo ahí in situ … Lo hemos hecho con éxito –continúa el funcionario– y lo estamos tratando de hacer con éxito y con mucho esfuerzo para recuperar la confianza y la seguridad de los productores de Michoacán”.
El mensaje me queda claro, pero me inquieta que la orientación de la reforma se dirima entre la seguridad pública y las generalidades inerciales del financiamiento de los apoyos al campo. ¿Dónde quedan la política-política y la política de fomento para el desarrollo productivo? ¿Dónde están los sujetos y el pacto social? ¿Dónde las orientaciones y los ámbitos de aplicación del gasto público para el fomento productivo dirigido a la superación de las asimetrías y diferencias entre los productores nacionales ahora hombres y mujeres? ¿Dónde se ligan los temas de la pobreza y el cuidado de los recursos naturales? En esta comisión ni siquiera están los titulares de esas dependencias.
La reforma para el campo no puede sustraerse a la estructura de precios altos que se instaló desde el 2007 y que representa una rentabilidad potencial que el sector no había vuelto a tener desde la crisis mundial del petróleo de 1973-74 que se dio a la vez como crisis en el modelo del Estado de Bienestar. La reforma para el campo tiene que reconocerse dentro de un nuevo marco de condiciones y plantearse corregir el desequilibrio de la balanza comercial con Estados Unidos no ya como ecuación económica ligada a las ventajas comparativas y la balanza de pagos, sino como área de oportunidad para el desarrollo de amplias regiones y con ello de la ocupación y el ingreso. Dice el secretario de Agricultura que ya estamos de acuerdo en los qué y que los foros son para ponernos de acuerdo en los cómo. Creo que no hay que darlo por hecho y más vale discutirlo para no perder esta reforma para el campo entre el “productivismo sin contexto” y el modelo “Michoacán”.

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