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Recibe el panteón de Las Cruces unos 50 mil visitantes el Día de las Madres

*El director, Anituy Rebolledo Ayerdi, acotó que se trató de una actividad inusual y “parecida” al Día de Muertos, pero muy distinta al año pasado que tuvo una afluencia menor al 50 por ciento de esta ocasión

 

Karla Galarce Sosa

El panteón de Las Cruces recibió a unas 50 mil personas en el Día de las Madres, informó el director de la dependencia municipal, Anituy Rebolledo Ayerdi, quien acotó que se trató de una actividad inusual y “parecida” al Día de Muertos y muy distinta al año pasado que no recibieron ni a la mitad de visitantes que en éste.
Familiares adornaron con flores y cortinas de papel las tumbas de cientos de mujeres, ofrecieron rezos y derramaron lágrimas en los sepulcros que fueron remozados y fue amenizado el ambiente con música de viento, mariachis o norteña.
Crisantemos de color violeta fueron colocados en cuatro floreros de la tumba de la señora Silvina Marcos Teodoro. Su hija Inés Fierro Teodoro, una joven que sepultó a su progenitora hace apenas un año, llegó desde temprano para colocar las flores en la tumba de quien se esforzó vendiendo comida en las mañana para pagar sus estudios en una universidad privada en la ciudad de México. Dijo que murió de un infarto a pesar del tratamiento que llevaba, no logró salvarla vida porque “era corpulenta” y no pudo cargarla sola cuando tuvo una recaída y llevarla a un hospital.
Inés viajó de la ciudad de México a Las Cruces para llevar flores a la tumba de su madre. Rentó por 5 pesos una cubeta y pagó otros 10 a un muchachito que le llevó agua hasta el sepulcro de doña Silvina. Limpió la tumba, retiró uno a uno los ramilletes de flores secas que habían dejado el Día de Muertos y usó sus manos para retirar el polvo acumulado durante seis meses. Rezó y lloró durante media hora. Derramó muchas lágrimas mientras limpiaba y colocaba el agua en los contenedores, además de las flores que llevó. Cuando terminó de asear el sepulcro, lo observó durante un momento para despedirse de su madre con un besó en la lápida. Abrió una sombrilla verde que llevaba y caminó hacia la salida.
Los hermanos Mancilla llevaron enormes arreglos florales a la tumba de la matriarca de su familia, la señora Genoveva Julián de Mancilla. Don José y Jacinto Mancilla son maestros jubilados que se fueron del cementerio después del mediodía apoyados con bastones. Cada uno pagó 250 pesos por cada arreglo floral que dejaron dentro de la cripta familiar, ubicada muy cerca del monumento que el Ayuntamiento edificó en memoria de los fallecidos durante el paso del huracán Paulina. Los jubilados comentaron que cada año desde hace más de 30, llevan flores a la tumba de su madre porque ella veló por sus vidas desde que nacieron. “Era un ejemplo de fortaleza, de seguridad, ella nos crió a nosotros y a nuestras hermanas”, dijo Jacinto, al tiempo que José asentaba con la cabeza y completaba: “también cuidó a nuestros sobrinos, pero ya nadie de ellos vive aquí, se fueron por la inseguridad, sólo nosotros dos nos quedamos y los recibimos cuando vienen de vacaciones”.
A las 11 de la mañana, fue colocada una ofrenda floral en el monumento a las madres que fallecieron, más tarde se ofició una misa y posteriormente hubo una lectura de poemas.
La hija se la señora Luz María Vasconcelos, Tania Hidalgo, fallecida en 1977 comentó que lo principal es no olvidarse de quien les brindó la vida, aunque reclamó que sus hermanos no visiten la tumba de quien “dio todo por ellos”.
Un viejo árbol de almendro ofrecía una generosa sombra a la tumba de Agustina Ávila Fierro, quien murió hace 11 años y que fue limpiada por la señora Helena Álvarez, quien lavó a conciencia el sepulcro de color azul cielo y colocó un ramillete de flores amarillas y colocó al centro, una rosa roja.
Por los pasillos del panteón, caminaban las familias que se llevaban cubetas llenas de refrescos en una mano y ramos de flores en la otra. Lo niños tenían cubiertas sus cabecitas con gorras y sus abuelas o madres los cubrían con sombrillas para resguardarse del sol del mediodía.
Anituy Rebolledo comentó que el año pasado no hubo tanta concurrencia de personas que en éste, situación que atribuyó al tráfico que provocaron los trabajos del Acabús, además de que la situación de violencia estaba más acentuada el año pasado.
“Porque estamos en el corazón de la violencia en Acapulco, Zapata, Rena, y este año la gente llegó muy temprano, se sabe que antes llegaban las familias un día antes y velaban las tumbas con música, comida y bebida”, expresó el funcionario municipal.

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