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Tlachinollan

Madres indígenas de la Montaña

Centro de Derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan

Ocho láminas de aluminio clavadas a unos morillos le dan forma a un cobertizo improvisado de Rosa Francisco Ortega indígena Na savi de San Miguel Amoltepec el Viejo, municipio de Cochoapa el Grande. Desde que el lodo sepultó las casas de 103 familias, toda la población duerme a la intemperie, luchando cada noche contra el frío y la desolación.  Ignacia tiene tres niñas y tres niños menores y desde el 16 de septiembre, cuando perdió todo, cargó con sus hijos para reubicarse en la parcela donde siembra. En la cima del cerro Xicuin  enfrenta los estragos de la lluvia, el rechazo de sus suegros y el desprecio de las autoridades. Es el mismo cerro que sigue arrojando toneladas de lodo al pueblo que la vio nacer. Solo la Iglesia permanece en pie, que es el lugar del consuelo donde las familias acuden  a pedirle a San Miguel, el santo de la justicia, que los proteja de las enfermedades y de la furia del rayo y de la lluvia.
El torrencial del pasado 10 de mayo derribó los morillos y echó abajo las láminas donde se guarecía con sus hijos. Dos láminas encima de sus cuerpos sirvieron de protección ante la lluvia inclemente. El petate raído y mojado y las cobijas enlodadas fueron calor y consuelo para sus hijos. Nada a su alrededor, solo lodo y neblina. Ni el cielo fue benigno con Rosa, una madre soltera monolingüe que lucha contra la naturaleza y los tratos discriminatorios de las autoridades.
Ante la desatención y el engaño de los gobernantes, las familias de San Miguel se organizan para reabrir el camino que lleva a su pueblo sepultado y poder rescatar las tejas de sus viviendas. A pico y pala cada familia empareja el terreno donde será su nueva vivienda. Trabajan a marchas forzadas para armar sus cobertizos que les permitan guarecerse de las nuevas lluvias. Ni la Sedesol federal ha cumplido con la construcción de albergues provisionales, ni la CDI ha iniciado con la construcción de sus viviendas. La empresa encargada de realizar los trazos de las calles y de preparar el terreno  donde será el nuevo centro poblacional, llegó el 5 de abril con una máquina que no funciona, y hasta la fecha los responsables no se han presentado para continuar con la obra.
Las comunidades de la Montaña saben que en casos de desastres no cuentan con el apoyo de las autoridades, porque todo es mera simulación y engaño. Que las visitas de los funcionarios solo sirven para hacer informes y cubrir las apariencias. Que no hay voluntad política ni disponibilidad de recursos económicos para atender con presteza las necesidades básicas de la población desplazada. Que es la organización comunitaria la fuerza decisiva que presiona a las autoridades para que cumpla con su responsabilidad. Esto lo están demostrando las comunidades desplazadas que con gran coraje y dignidad han desenmascarado la inacción de las autoridades como lo están haciendo las familias de San Miguel Amoltepec, Tlacoapa y las comunidades desplazadas de Malinaltepec y Acatepec.
En el municipio de Tlapa, las madres de la comunidad nahua de Coachimalco decidieron alzar la voz contra el personal médico que reside en Zacapexco, que no solo las humilla y  maltrata, sino que las obliga  a realizar trabajos que no son de su competencia y a sufragar gastos que están fuera de toda normatividad. En las comunidades indígenas es muy común que las madres que están dentro del programa Oportunidades, por el simple hecho de recibir un apoyo económico, el personal médico las trata como sus sirvientas, amén de que las perciben como seres que no tienen dignidad ni derechos.
Su situación de pobreza, las coloca en el estamento social más bajo; los índices de marginalidad las ubica abajo en los estándares mínimos del desarrollo humano y su pertenencia a un pueblo indígena las estigmatiza como seres arcaicos, y por lo mismo, como atrasados, tratándolos como gente sin razón. Este arquetipo que impera en el imaginario de quienes se asumen como mestizos, civilizados y modernos, es lo que reproduce formas de discriminación que en la sociedad dominante justifican la inferioridad de las personas que poseen otra cultura y que se expresan en una lengua originaria.
Para los funcionarios que no están formados en el campo de los derechos humanos ni en el respeto a la diversidad cultural y lingüística son muy dados a tratar con la punta del pie a la gente sencilla, sobre todo a la que vive en el campo. Al percibirse como una clase superior cuya misión es dar órdenes; cuyas prácticas consisten en tratar como súbditos a la gente común y cuyo complejo es asumir actitudes despóticas como la mejor forma de gobernar para demostrar su autoridad, tenemos como consecuencia a funcionarios que son presa de un arcaísmo político que no trascienden en sus acciones para contribuir en la construcción de una sociedad democrática.
Las madres de Coachimalco que han sido nombradas para formar el comité auxiliar de salud, reciben órdenes de la doctora y la enfermera para que acudan cinco días de la semana a la comunidad de Zacapexco para que realicen varias actividades, entre ellas; el relleno de las cartillas de vacunación, la actualización de los carnet familiares y los carnet de las mujeres embarazadas. Los gastos de traslados de las integrantes del comité se sufragan con las cooperaciones de las titulares del programa Oportunidades. La misma doctora ha puesto como condición a las madres,  que cada miércoles le paguen un viaje especial, que tiene un costo de 250 pesos, para que pueda atenderlas en su comunidad. De igual manera, son las señoras las que se tienen que cooperar para el traslado de la doctora.
En agosto de 2013, para la realización del censo de población, la doctora y la enfermera obligaron a todos los jefes y jefas de familia a ir a Zacapexco para proporcionar la información requerida. Las personas que no pudieron ir en la fecha indicada fueron sancionadas con una multa de 200 pesos. Algo parecido hicieron con las personas que no estuvieron presentes para recibir su carnet familiar y la cartilla de vacunación. Para poder entregárselos en  fechas posteriores les cobraba 50 pesos.
Algo que molesta a las titulares de Oportunidades es que bajo cualquier pretexto la doctora les pone falta con el fin de que los apoyos económicos no lo reciban completo. Esto ha sucedido en las campañas de vacunación; les pone falta a las madres que están formadas y que ya no logran vacunar a sus hijos, pero por culpa del personal médico que no llevó suficientes vacunas. Para proporcionarle las vacunas las obliga a ir a otras comunidades, sin que les garantice que las vacunas van alcanzar. Lo que sí es seguro es que les vuelve a poner otra falta para que su record de asistencia a las reuniones de Oportunidades repercuta en un menor apoyo económico del programa Oportunidades.
No contenta con estos abusos la doctora obliga a las mujeres embarazadas a que vayan a Zacapexco, para abrirles un nuevo expediente, a pesar de que en su comunidad obran ya los expedientes con los estudios realizados. Después de tantos agravios, la respuesta de las madres de familia ha sido contundente; ya no están dispuestas a realizar trabajos que no les corresponde y que les genera gastos onerosos a su precaria economía. Con gran determinación rompieron el silencio y levantaron la voz para demandar respeto y atención como madres que tienen derecho a contar con servicios de salud gratuitos y de calidad.
Ante tal osadía, la doctora y la enfermera se han empeñado en desacreditar a las madres del comité de salud y al mismo tiempo, exigen al comisario municipal que cambie a la representante, de lo contrario, amenazan con ya no ir a su comunidad, lo que implica no registrar la asistencia de las titulares de Oportunidades para que no les lleguen los pagos completos. Estamos lejos de que la doctora y la enfermera se preocupen por  la salud de las mujeres indígenas. Nada de eso hay, lo que quieren es mostrar su poder, manchando los expedientes de sus titulares y empeñándose en tratarlas como sus sirvientas o mandaderas, como madres que no valen.
En estos conflictos siempre sale la amenaza de que si las señoras no obedecen, la doctora se retira del pueblo, dejando entrever que con ella también se va el programa Oportunidades. Nada más perverso existe en estos funcionarios que pierden el sentido profundo de su trabajo y se colocan por encima de la población a la que sirven. Nada les dice el hecho de que con sus actitudes nefastas atenten contra el derecho sagrado que tiene toda persona de contar con servicios de salud gratuitos y asequibles. En el caso de las madres de Coachimalco se hace todo lo contrario, el personal médico en lugar  de acercar los servicios de salud a las madres indígenas de la Montaña, se obstinan en negarselos.
Las madres de Coachimalco en este 10 de mayo bajaron a Tlapa para hablar con el jefe de la Jurisdicción Sanitaria y presentar la queja contra la doctora. La mejor manera de celebrar su día fue acabar con el miedo y ejercer su derecho a reclamar algo que les correponde: el derecho a la salud materna. Su visita a Tlapa fue en vano porque resulta que las autoridades de salud no estuvieron en sus oficinas. Se autorizaron sus viáticos para ir a celebrar el Día de las Madres, desatendiendo como siempre los problemas que más aquejan a las madres indígenas de la Montaña.

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