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Fortino Cruz, un líder ensimismado que no acepta las voces discordantes

 * En 1997 estaba cerca al entonces senador perredista Félix Salgado Macedonio, pero en 1999 se pasó al bando del candidato del PRI a la gubernatura del estado, René Juárez Cisneros, con quien mantiene una cercana relación amistosa

 Aurelio Peláez * Fortino Cruz Rodríguez, Garibaldi, sin voltear a mirar al fotógrafo de El Sur, reclama: “Ya, ¿no? Deja de estarme hostigando”. El líder de la movilización de taxistas “amarillos”, que ayer paralizaron el tránsito vial de la ciudad a partir de Puerto Marqués y hasta el parque Papagayo, esperaba la llegada del presidente municipal Alberto López Rosas en las afueras del restaurante Sirocco. El reclamo al fotógrafo fue presenciado por una docena de “la comisión” que se entrevistaría con el alcalde.

Garibaldi no dejó de mostrar su desagrado con los periodistas durante las ocho horas de movilización de los “amarillos” el día de ayer. “Luego les declaro”, decía cuando se le acercaban. “Luego les doy una versión”, los cortaba.

Es más, apenas escuchaba a sus mismos compañeros “líderes”. Ensimismado, callaba las voces discordantes, las que exigían más prudencia en la movilización de ayer: “¿Van a hablar todos al mismo tiempo?”, reclamaba, también sin mirar a sus compañeros, que le rodearon en el tramo del Club de Gof. “¿Me van a dejar hablar, se van a callar?”, increpaba.

Fortino Cruz es un líder reciente, de posiciones políticas zigzagueantes, volubles. Apenas en 1997 se le recuerda cercano al entonces senador perredista Félix Salgado Macedonio. Pero en 1999 mudó sus preferencias y se pasó al bando del candidato del PRI a la gubernatura del estado, René Juárez Cisneros, con quien se sabe que mantiene una cercana relación amistosa.

El cabecilla de los tres bloqueos más largos a las vialidades de la ciudad –de más de seis horas– es originario de Iguala y hace apenas una década se hizo taxista, donde llegó líder del Canal 34, el servicio de radiotaxis. Ayer llegó a las primeras negociaciones con los representantes del gobierno municipal a bordo de una camioneta Excursión color blanco, de modelo 2002. En ninguna de las partes se cedió: Garibaldi insistía en que el gobierno municipal diera marcha atrás en su decisión de desviar la ruta de los “amarillos” a la Costera vieja, y de parte de la secretaria María de la Luz Núñez, o sea la posición del alcalde, era que no se negociaba con presiones.

A bloquear, entonces, ordenó Garibaldi.

La movilización, el lento tránsito de unas 300 unidades, comenzó poco después de la una de la tarde, y con ello el congestionamiento. De Puerto Marqués a La Base, por la Escénica.

–No bloqueen –le pidió ya llegando a la Base el director de Gobernación municipal, Alfonso Calderón.

–No estamos bloqueando, vamos caminando –respondió Garibaldi, pero taxis y un contingente de unos cien que marchaban a pie ocupaban todo un tramo de la Costera.

Cerca de las 3 de la tarde le habló a su teléfono celular el secretario de Gobierno, Marcelino Miranda Añorve, quien le pidió reiniciar negociaciones con la autoridad municipal:

–Claro, claro, yo estoy dispuesto –le respondió.

Pero Miranda Añorve le dijo que el alcalde Alberto López Rosas le había dicho que para negociar era necesario desbloquear.

A pregunta de reporteros sobre ese punto, también sin voltear a mirarlos, respondió:

–Eso lo voy a evaluar, después les informo –y siguió caminando.

En el transcurso escuchó insultos de automovilistas, sin inmutarse. Claxonazos a maneras de mentadas de madre, y un “están locos” de una muchacha:

–¡Que viva Garibaldi! –gritaban los taxistas.

Al líder le acercan botellas de agua. Toma un poco y las regresa, sin mirar atrás. De blanco, pantalón y playera, sobresalen dos celulares en la parte posterior de su cinturón. Caminando, también sin reaccionar, escucha insultos a López Rosas de parte de sus mismos compañeros.

Recibe otra llamada, ahora del subsecretario de gobierno, Efraín Flores Maldonado, quien le dice que López Rosas aceptó reunirse con él en Sirocco. Pero él no explica nada. Sólo ordena: “A ver, que se reúna la comisión y que se vengan conmigo, vamos a reunirnos a negociar, no me pregunten a dónde, ustedes nada más síganme”, y se sube a su Excursión y parte, y tras él la comitiva de reporteros en diversos autos.

En Sirocco, en la espera, los reporteros ya no se le acercan. Saben que es inútil intentar un diálogo. Ya en otras ocasiones les ha gritado “chayoteros” y ha insultado a varios. Un tipo de cuidado siempre rodeado de cinco o más taxistas, quizá previendo que se ejecutara alguna de las 30 averiguaciones penales que tiene por delitos diversos, desde venta de placas irregulares hasta las propias de los bloqueos realizados.

Llega López Rosas y con Flores Maldonado esperan a Garibaldi. Entran al restaurante y dialogan por una hora. Salen sin acuerdos concretos, pero después volvió a intervenir el secretario Miranda Añorve y firma una especie de acuerdo. Apenas en la noche, la ciudad retomaba la normalidad.

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