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De políticos priístas que se bañan de pueblo y sus respectivos riesgos

 Zacarías Cervantes, corresponsal, Chilpancingo * El Paseo del Pendón no sólo fue el tradicional anuncio del comienzo de la Feria de Navidad y Año Nuevo en esta capital. El de ayer fue, también, una pasarela de políticos encabezados por el gobernador Rene Juárez, quien a su paso recibió efusivos saludos, porras y aplausos (algunos evidentemente preparados) pero también protestas, reclamos y demandas.

La 177 emisión del Paseo del Pendón que se realizó ayer, en opinión de los organizadores, fue una de las más numerosas en los últimos años, pues participaron más de 10 mil personas entre danzantes, integrantes de bandas de música, curiosos, organizadores y políticos que caminaron aproximadamente 7 kilómetros en tres horas.

El tradicional suceso mediante el cual, desde 1825 se anuncia la proximidad de la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, en los últimos años sirve como un evento de lucimiento para algunos políticos del PRI quienes aprovechan para darse baños de pueblo.

Ayer no fue la excepción: encabezaron la caminata el gobernador Rene Juárez Cisneros; el alcalde capitalino Saúl Alarcón Abarca; el senador y aspirante del PRI a la candidatura a gobernador, Héctor Astudillo Flores; el secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado, Heriberto Huicochea Vázquez; el secretario de Educación, Daniel Pano Cruz; el secretario de Seguridad Pública Luis León Aponte; el secretario de Finanzas, Rafael Acevedo Andrade; el secretario de Gobierno, Marcelino Miranda Añorve, entre muchos funcionarios más.

El contingente inició a las 11 de la mañana del Barrio de San Mateo, bajó por la calle Hidalgo, siguió por 5 de Mayo, dobló por Nicolás Catalán y regresó por Ignacio Ramírez para subir por Pedro Ascencio. Más de 40 danzas, 10 bandas de música, carros alegóricos, mojigangas, máscaras de tigres gigantes, seguían la descubierta. Miles de litros de mezcal se distribuyeron durante el trayecto entre los espectadores y participantes del cortejo, en el cual el gobernador parecía el rey. Mezcal y circo.

Ciudadanos comunes salían al paso del gobernador para saludarlo, algunos desde las terrazas o azoteas aplaudían y hasta lanzaban porras. Cuando estas eran realmente improvisadas por los espectadores, el gobernador con un “shhh, shhh, shhh” y el dedo índice en los labios, callaba a sus cercanos cuando pretendían hacer coro. “Esta es de ellos”, les decía Rene Juárez visiblemente complacido.

Por una petición

Pero bañarse de pueblo tiene sus riesgos. Cuando el pendón había avanzado algunos metros después de pasar el Palacio de Gobierno y doblaba por Pedro Ascencio, un campesino se acercó al gobernador con un fólder en la mano del que extrajo unos documentos que extendió. Era una solicitud para la pavimentación de la carretera que comunica a la comunidad de Tonalapa del Río y un andador en esa comunidad.

El gobernador apenas le destinó unos segundos y dio algunas instrucciones a sus colaboradores quienes solícitos, como para que no perdiera el buen humor y no se entretuviera en pequeños asuntos, se adelantaron y le recibieron el documento que ni revisaron. Uno de ellos escribió su nombre en el margen superior del oficio y también la observación: “Casa Guerrero. 11 horas”.

Pero el comisario de Tonalapa del Río, Cirino Olea Paredes, quien desde hace un año viene solicitando las obras y ha recibido promesas similares, esta vez no se la creyó y quería regresar con el gobernador. Pero una barrera humana se lo impedía.

–¿Qué es lo que contiene su escrito, señor? –preguntó el reportero al comisario.

–Queremos la pavimentación de la carretera de Tonalapa del Río y también el andador, firmaron y sellaron (el documento) 32 comisarios, desde hace un año estamos pidiendo la obra.

–Ya te va a atender el gobernador el día miércoles –interrumpió un empleado de Casa Guerrero quien luego se dirigió al reportero:

“Se le va atender para entregarle el apoyo que es un equipo de cómputo. El día miércoles a las 11 de la mañana. ¿Sale?”, dijo intentando cortar la entrevista con el campesino.

–¿Qué le respondió el gobernador? –insistió el reportero al campesino.

–Nada.

–El miércoles lo quiero, ya quedamos, –insistió el empleado casi empujando al reportero para separarlo del comisario.

–¿Pero dónde, dónde, dónde?, –preguntó enfadado el comisario de Tonalapa del Río.

–Allá en Casa Guerrero, ya te anoté aquí mi nombre, Carlos Lara, en la puerta Tres.

–Pero otra vez no me van a dejar entrar los polis –protestó el campesino.

–Yo voy a estar al pendiente de usted, ya aquí le anoté mi nombre –le aseguró nuevamente el empleado, señalándole con el dedo índice el margen superior del oficio en donde había escrito rápidamente para que dejara de molestar al gobernador.

–Yo participé con el gobernador en su campaña allá en Acapulco y aquí en Chilpancingo y en Iguala. Yo me llamo Cirino Olea Paredes de Tonalapa del Río –informó el comisario esta vez dirigiéndose nuevamente hacia el reportero.

Pero la entrevista fue cortada abruptamente por el director de Comunicación Social del gobierno del estado, Mario Pintos Soberanis, quien casi gritó al reportero: “Oye mano ya cálmate, ya bájale ¿no?” –dijo en tono molesto el funcionario.

–Oiga, ¿qué le pasa? Déjeme trabajar en paz –exigió el reportero, quien ya estaba siendo rodeado por otros empleados y agentes de Gobernación.

–Nos conocemos, estamos en el mismo barco, –insistió el funcionario.

–Posiblemente usted me conozca, pero yo sólo le pido que me deje trabajar, volvió a pedir el reportero.

–Yo soy Mario Pintos, director de Comunicación del gobierno –retó el funcionario.

–Pues con más razón le exijo que me deje trabajar, su papel no es este – respondió el reportero cuando el comisario ya se había perdido entre la multitud.

El reclamo de Doña Silvi

De Pedro Ascencio el río humano continuó por avenida Miguel Alemán y retornó por la avenida Alvarez a la altura de la plazoleta Unidos por Guerrero y después subió una cuadra por la calle Colón en donde, sentada afuera de su fonda La San Marqueña, esperaba la señora Silvina Lara, una anciana de 70 años conocida porque dio de comer ahí a Lucio Cabañas en su época de estudiante, y también –en sus tiempos de universitario en esta capital– estuvo abonado en esa fonda el ahora gobernador Rene Juárez.

Hace un año, cuando pasó por ese mismo lugar el pendón, el gobernador y el entonces presidente municipal José Luis Peralta Lobato le prometieron que regresarían después para comer allí, lo cual no ocurrió.

–Aquí me dejó usted con mi comida, puse mi cazuelota de huevo con chile. Dijo que iba a venir a comer con José Luis (Peralta Lobato) y nos quedaste mal –le reclamó la anciana al gobernador.

–No quiso él, (Peralta Lobato) –se excusó el gobernador–, pero haber me voy a sentar un ratito con usted para que vea –agregó ya cuando la mujer se le acercaba más y le hablaba algo inaudible al oído. Después el gobernador llamó al secretario de Educación, Daniel Pano Cruz, a quien le ordenó: “atiende el problema de la señora”.

–También dice que le pague porque cuando usted era estudiante le quedó a deber comida– le gritó desde el grupo donde se encontraban los periodistas Juan Carlos Sandoval, visiblemente alterado por el mezcal.

–Ya, tranquilo Cuaji ya andas bien pedo, –salió en su defensa el reportero de Comunicación Social Jorge Valdez Reycen.

–Ya no le den de beber a ese, anda diciendo puras pendejadas, –recomendó después en voz baja el gobernador a alguno de su equipo.

El recorrido continuó después por la calle Altamirano, en donde ya era ya más lento, según comentarios de los reporteros porque al alcalde, el veterano médico Saúl Alarcón Abarca, se le veía cansado y no aguantaba el paso del gobernador quien continuaba repartiendo saludos de una y otra acera de la calle.

Flanqueado por el presidente del Patronato de la Feria de Navidad y Año Nuevo, Mario Rodríguez Bello y del presidente municipal Alarcón Abarca, el gobernador de vez en cuando aceptaba que le llenaran un jarrito de mezcal que apenas acercaba a los labios y luego se lo entregaba a uno de sus colaboradores que lo seguía.

De la calle Altamirano, la marcha llegó a las instalaciones de la Feria de Navidad y Año Nuevo por la calle Heroínas. El mezcal ya había hecho estragos en muchos del contingente y el ambiente para los políticos ya se tornaba tenso. El gobernador ya no entró a las instalaciones. Después de que concedió una entrevista a los reporteros siguió caminando apenas unos 20 metros y después abordó su camioneta que lo alejó rápidamente del lugar.

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