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Plantea Aguirre Franco tratar que el TLC no empobrezca más al campo

 * Aboga el arzobispo de Acapulco por una globalización con rostro humano, que no privilegie a los grandes capitales

Ossiel Pacheco * La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) urgió al secretario de Gobernación federal, Santiago Creel Miranda, a alcanzar un acuerdo migratorio con el gobierno de Estados Unidos a fin de evitar que los emigrantes mexicanos sufran atropellos o sean víctimas de la policía fronteriza, informó el arzobispo Felipe Aguirre Franco.

Entrevistado al finalizar la misa que ofició en la catedral de Nuestra Señora de la Soledad, Aguirre Franco informó que los obispos católicos de Estados Unidos, por intervención de la CEM, abogarán ante el presidente de esa nación, George Bush, para concretar el acuerdo migratorio con el gobierno mexicano.

Dijo que los obispos de México y de Estados Unidos para afrontar el desafío de la migración, suscribieron un acuerdo para acompañar a los emigrantes y dotar de casas de alojamiento en diferentes puntos de la frontera de ambos países, y explicó que serán residencias temporales.

El prelado católico propuso que los gobiernos de ambos países firmen un documento conjunto donde aprueban que a trabajadores de manera temporal se les otorgue un pasaporte para que puedan cruzar a trabajar y puedan regresar nuevamente al país para evitar el abandono del campo mexicano.

Conminó a los emigrantes a no privilegiar la búsqueda del dinero sino a tomar en cuenta valores más importantes como los familiares y su fe cristiana, no obstante admitió que la migración es resultado del empobrecimiento del campo, “hay pocas garantías para subsistir y no es redituable para el campesino”.

“El campo ya no es redituable muchas veces para el campesino porque muchas veces su trabajo es muy mal pagado, sus productos son tan mal pagados que a veces le conviene más comprarlos. Entonces quisieran tener liquidez para superar las condiciones en que viven, por eso la pobreza, la falta de garantías, provoca que emigren a buscar mejores condiciones de vida”, dijo.

Y agregó: “No cabe duda que no es lo mismo que le paguen en una semana lo que pueden ganar en un día o en un mes lo que apenas pueda sacar en México allá lo obtienes en una semana”, comparó.

Consideró que el capítulo del agro en el TLC “debe ser la preocupación de todos los gobiernos, de todos los niveles, que el TLC con todos sus desafíos no llegue a empobrecer más al campo, sino a competir más con los demás países”.

“Pero lo que estamos viendo en estos momentos es que nuestros productos se han venido cada vez más abajo, el café, la copra, el maíz, ya no digamos también otros elementos del comercio como los automóviles que van a llegar casi regalados al país”, dijo.

El arzobispo asentó que el TLC es un reto no por el esfuerzo que implica por parte del país sino porque ya existe y que hay que afrontar ese desafío no sólo con producir sino que hay que aprender a competir, pues es parte de la globalización que vive el mundo.

Abogó porque la globalización tenga un rostro humano y no privilegie a los grandes capitales para que no se margine a los más pobres del desarrollo y para evitar que se esté convirtiendo en una clase pobre, pues “el trabajo ya no vale, y no se gana lo suficiente, ahora un artesano gana más que un profesionista, igual alguien que instala su puesto en la calle tiene más ganancia que un profesionista”.

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