Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

Amenaza la anarquía

 En medio de una multitud de críticas y desencantos, hemos visto aparecer síntomas de algo que es no sólo peligroso, sino realmente atentatorio contra el Esado de derecho y una vida pacífica nacional: la anarquía.

El ejercicio del poder es precisamente eso, ejercicio y nunca como ahora se había legitimado el acceso al poder por la vía electoral, lo que hizo concebir grandes esperanzas sobre la evolución política del país. Pero hemos visto una renuencia a ejercerlo, hemos visto como se para un aeropuerto por la oposición de un pequeño grupo interesado, hemos visto bloqueos de carreteras y muchos otros actos que nos hacen pensar que el sentido de autoridad no sólo se ha perdido sino que de inicio no se ha establecido.

El colmo viene ahora con esa invasión de la Cámara de Diputados y el destrozo de un acceso al recinto que debiera ser respetado por todos  los mexicanos. Y aquí cabe hacer la pregunta: ¿qué se va a hacer? ¿Se va a permitir que en aras de no ser represor como lo ha dicho el Presidente Fox, se sacrifiquen los derechos y la integridad física de las instituciones y de la mayoría de los habitantes del país? Creo que este es un tema que nos obliga a repensar lo que significa la evolución política del país. La idea de la democracia representativa no significa el no uso del poder, sino que faculta el uso legítimo del poder para garantizar la gobernabilidad del país. Esto es muy importante, la democracia no significa el descuido de la gobernabilidad, al contrario la gran prueba de un país democrático es precisamente el mantener los derechos de las mayorías y el respeto a las instituciones de tal manera que quienes acudieron a las urnas a legitimar un gobierno se sientan protegidos y sientan fortalecidas sus instituciones.

El hecho de que el atentado contra la integridad del recinto legislativo se dio y que se mantiene la amenaza de volver a atacarlo nos debe hacer pensar muy seriamente en qué significa la gobernabilidad.

No se trata de volver a la razón de Estado o al Estado represor, claramente la gente lo ha repudiado y constantemente se trata de alejar este fantasma, especialmente buscando a través de los derechos humanos una protección a estos derechos fundamentales. Se ha hablado de que el proceso de evolución es abandonar la razón de Estado para establecer la razón de la gente, pero en esta evolución hay una palabra que es clave: “razón”. No significa que al no ejercer la razón de Estado que cubría crímenes y represiones, se esté también aboliendo el concepto de razón. Si hay instituciones, si existen en estos momentos instancias claras para encontrar solución a los problemas, el gobierno legitimado por la elección tiene que garantizar a los ciudadanos que lo llevaron al poder precisamente la gobernabilidad que los proteja. Los derechos humanos no están protegidos dejando que sea a través de la toma de calles como se decidan los grandes problemas nacionales o de la ciudad, en el caso concreto del aeropuerto o el caso realmente aturdidor de lo que sucedió en la Cámara de Diputados, o podría haber una asonada en las calles para obtener el poder.

A la mitad del proceso electoral, cuando se dirimían posiciones entre partidos políticos, se habló de transición pacífica, se habló de cambio, no se habló de impunidad de grupos o el considerar que la democracia era solamente el no castigar a quienes transgreden la ley por ideologías o por agravios, sino hacer respetar los derechos de las mayorías y la integridad de la nación.

La integridad de la nación no es solamente la integridad territorial, la integridad de la nación es también la integridad de sus instituciones y lo que hemos visto ha sido precisamente el ver nuestras instituciones atropelladas, estamos llegando al momento en que está fructificando la violencia permanente como una forma de la democracia para lograr objetivos. Quien así lo considera, pienso que está equivocado.

Las salidas de los partidos involucrados, el no firmar la inconformidad de la Cámara de Diputados el diputado Martí Batres, el que en todas las ocasiones se mencione al PRD como el partido que está propiciando estas practicas de lucha política, nos obliga a pensar que este partido tiene que replantear su posición ante la nación, hacerla clara y distinguir entre lo que es una democracia representativa y lo que es el gobierno de la turba, es decir, el gobierno por conflictos en las calles. El gobierno que acepta la coerción de la sin razón y deja de proteger a aquellos que forman la mayoría que decidió qué tipo de gobierno quería en el año 2000 le está fallando a la ciudadanía.

468 ad