Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Pineda Ochoa

Agenda electoral

La reciente contienda electoral para designar alcaldes, síndicos y regidores en 76 municipios del estado y representantes para la 57 legislatura local, puede tener distintas lecturas.

Visualizando una de esas líneas podemos apreciar que el Partido de la Revolución Democrática habría obtenido un mejor resultado. Los acontecimientos se desarrollaron de tal manera que era factible darle la puntilla al partido que por más de 72 años ha gobernado esta entidad suriana, arrebatándole la oposición más de la mitad de los ayuntamientos y la mayoría de los escaños legislativos.

Se requerían dos condiciones para que el mapa electoral cambiara de manera substancial como lo estamos comentando. Una de ellas rondaba, con antelación, el ambiente político-social: los traspiés que René Juárez Cisneros ha venido dando durante su mandato gubernamental y la pérdida de credibilidad del partido oficial frente al pueblo guerrerense; la otra vertiente le corresponde al PRD y nos referimos a su propuesta política, emanada de posiciones previamente discutidas y del perfil de sus candidatos. Lo primero permitió el avance perredista, a la segunda condición le faltó mayor trascendencia.

El futuro inmediato puede ser previsible y corresponde a los principales actores inclinar la balanza a una u otra variante, de acuerdo a su oferta y práctica política de cara a las exigencias de los ciudadanos y al contexto económico social existente. Respecto al partido gobernante nos concretamos a señalar que sería erróneo considerarlo fuera de “combate”, la historia ha mostrado que los regímenes gubernamentales por más caducos que parezcan no dejarán el poder a menos que sean desplazados y desarticulados por un conjunto de fuerzas exógenas capaces de constituir un nuevo régimen. Mientras esto no suceda, seguirá luchando por preservar sus privilegios y mantener su hegemonía.

En este panorama el PRD debe modificar un de mezcla de prácticas y afinar aspectos que lo caractericen como un partido de izquierda confiable, si pretende ser el eje articulador de diversas ideas que impulsan el cambio democrático. Acogerse a tales procedimientos compromete a los perredistas, primero, a virar su táctica política, dejando de lado la cómoda posición de adoptar como principio rector las debilidades del adversario; bajo esta perspectiva, al Partido de la Revolución Democrática le corresponde preparar una estrategia, donde la fortaleza de sus principios sea la columna vertebral de su qué hacer político.

Para retornar a la vía indicada, el partido requiere solucionar sus problemas internos y desde la óptica del que esto escribe, solamente conociendo a fondo la compleja problemática guerrerense y vinculándose a diferentes organizaciones sociales y productivas, agrupaciones de diversa índole, jóvenes, mujeres, campesinos, pueblos indígenas, intelectuales, profesionistas y demás sectores protagónicos del movimiento social, en la búsqueda conjunta de soluciones; bajo esta dinámica, decíamos, la organización partidaria irá superando sus contradicciones internas. La revolución democrática debe  ser una opción por su proyecto y proposiciones y no únicamente por la debilidad del adversario.

El PRD gobierna las tres ciudades (con excepción de Chilpancingo), más importantes del estado: Acapulco, Zihuatanejo e Iguala, 27 municipios más y a la mayoría de los habitantes de Guerrero; ello conlleva responsabilidad y compromisos que deben manifestarse en resultados sociales, económicos y culturales, que influirán en el avance o retroceso del partido. La Cámara de Diputados local, por vez primera, tiene una composición plural que impide que el PRI monopolice el control absoluto. Tal circunstancia obliga a los diputados perredistas a jugar un rol transcendental.

La coordinación parlamentaria del PRD está compelida a mostrar oficio político, evitando que el escenario del 17 de noviembre que permitió al diputado priísta Carlos Sánchez Barrios ungirse como presidente de la mesa directiva vuelva a repetirse y propiciar un quórum opositor que a través del consenso y el debate cierre el paso a las posiciones retardatarias, ajenas al resto de la colectividad y coadyuve a la transformación de la entidad; los representantes populares, además de gestores (sin menospreciar esta actividad), ejerzan el oficio de legislar para apuntalar la democracia y vigilar que los funcionarios públicos cumplan positivamente con la función para la que fueron nombrados. No está por demás recordar que le toca al Poder Legislativo aprobar el presupuesto que el ejecutivo aplica cada año. Un Congreso autónomo, es esencial para el desarrollo del Estado.

La experiencia de los comicios del 6 de octubre pasado, permite al PRD avocarse con antelación a diseñar una estructura electoral que garantice ganar un buen número de los diez distritos federales que estarán disputándose en esta entidad federativa el seis de julio del 2003. El punto de partida es la vinculación del comité ejecutivo estatal, para asegurar que la militancia perredista salga airosa de la competencia en contra del marketing panista y la ingeniería electora priísta. Tres aspectos son torales:

1.–Presentación de propuestas e iniciativas alternas en todos los ámbitos de la vida económica, política, social y cultural, que cuenten con el aval de distintos sectores sociales y se distingan nítidamente de las ofertas de los adversarios políticos y fortalezca la imagen del Partido de la Revolución Democrática.

2.–Estructurar una alianza con grupos, organismos, de profesionistas, comunicadores, empresarios, organizaciones campesinas y de trabajadores, cansados de las prácticas priístas y desencantados con el gobierno foxista. Los candidatos a diputados federales del partido, deben convenir un pacto con dichos sectores sociales, para que representen sus intereses en el Congreso de la Unión.

3.–Seleccionar al mejor candidato (interno o externo), manteniendo la unidad del PRD.  Para lograr este precepto, es indispensable que la dirección nacional y estatal escojan el método adecuado de selección y tengan sensibilidad y capacidad para consensarlo entre las diferentes expresiones, y estas la voluntad de anteponer los intereses del partido a los de grupo.

Indudablemente concurren una serie de sugerencias no aludidas que demandan  de la elaboración de un plan estratégico: apoyo de equipos de profesionales, propaganda, preparación de diagnósticos socioeconómicos y  análisis electorales por municipio, distrito y estatal, conformación de una defensa legal, estructuración de movilizaciones y vigilancia, entre otros requerimientos.

Los ciudadanos, mujeres y hombres de carne y hueso exigen una explicación, sencilla y detallada de lo que significa para todos los mexicanos el Congreso de la Unión, y de la importancia de que los representantes populares legislen a favor del pueblo.

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