Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Armando Escobar Zavala

Ardiente paciencia

“Las ideas son de quien las usa”. Il Postino. Antonio Skarmeta

 Cuando los señores diputados locales Abel Salgado Valdez, Benjamín Sandoval Melo y Juan García Costilla comenzaron su inconformidad por la falta de representatividad en la planilla para el ayuntamiento de Acapulco, nos adherimos convencidos de que todo proceso civilizatorio y por ende democrático, pasa por el respeto a las instituciones y al orden jurídico establecido. En tanto que demócratas, sabemos que los asuntos públicos implican la construcción de un modelo de negociaciones donde la tolerancia y el respeto a las visiones de los otros, sean premisas esenciales de la actuación pública.

Desde nuestra perspectiva, las actividades del partido deben tener una clara intencionalidad social. La lucha contra cualquier forma de imposición está en el corazón de nuestra propuesta. Sin embargo, nuestro compromiso no se agota ahí. Nuestro partido fue concebido como una casa abierta a la ciudadanía y, por tanto, debe rechazar cualquier forma de construcción atravesada por esos mecanismos del México predemocrático, donde unos cuantos conculcan derechos de la ciudadanía para mantener sus intereses y privilegios.

Lamentamos la indiferencia y la cerrazón para abrir el diálogo oportuno, para enmendar la propuesta de una planilla a síndicos y regidores viciada de origen. Así también, lamentamos el oprobioso silencio de aquellos que simpatizan con nuestra demanda, pero la ocultan con la esperanza de obtener empleos o canonjías en la futura administración perredista. Lo entendemos, pero ese no es el camino fundacional del PRD. Ayer la represión de un gobierno despótico pendía sobre la militancia, hoy el miedo es distinto, no queremos disentir del futuro presidente municipal y cancelar la posibilidad de ser “funcionario público”. Nada es más vergonzoso que esto. Estamos ante uno de los más graves retrocesos del partido, el derecho a disentir hoy ha sido amordazado por la promesa de empleo, dejando un fétido olor a complicidad. Nuestra lucha en el partido será permanente para erradicar estos vicios que creíamos superados. Estamos conscientes de que para lograr convertirnos en una alternativa confiable de gobierno, es indispensable reconstruir un sólido tejido de propuestas y políticas pública, pero sobre todo, de valores. Esta tarea quizá la más importante del PRD está todavía por realizarse. Puede llevar tiempo y, desde luego, requiere mucho talento político y paciencia de los actores involucrados; pero se trata de una empresa que por sí misma evidencia su valor político.

No hemos encontrado argumentos que rebatan nuestra inconformidad, ni mucho menos razonamientos políticos. Mantendremos nuestra crítica a la falta de representatividad de la planilla que el PRD registró ante el Consejo Estatal Electoral, por razones éticas, por compromiso social. La composición de la planilla cuestionada refleja los saldos que dejan las prácticas que niegan el origen del partido. Reflejan asimismo, un liderazgo de rendimientos políticos decrecientes. Cabe esperar por el bien del PRD y de su contribución al esfuerzo democratizador, recuperemos el compromiso fundacional que asegure la unidad. Seguiremos construyendo un PRD de tolerancia, responsabilidad, pluralidad y convivencia como proyecto real y no de buenas intenciones.

Al concepto de gobernabilidad que imponen, antepusimos el de la representatividad institucional de la diversidad social. Desde siempre, pero mucho más ahora, es difícil que una organización política que pretenda representar a las mayorías asuma demandas e intereses específicos que polarizan a la sociedad. No podemos seguir construyendo el PRD sobre estas bases, debemos ser capaces de anteponer las aspiraciones personales o de grupo a los intereses superiores del partido y de la sociedad. Sentimos que el partido ha desvirtuado la red asociativa sobre lo que debería reposar el PRD, lo que ocasiona que su capacidad para obtener y mantener lealtades se vea mermada.

Repensar los métodos de selección de candidatos en lo futuro, es tarea ineludible en esta nueva etapa del PRD. No es cualquier cosa decir que se requiere reencausar al partido por el camino del fortalecimiento institucional. Tenemos que definir el tipo de relación que queremos con la sociedad. Si no se parte de esta premisa, es difícil entrar en una realidad política con congruencia. Es necesario que revisemos los procedimientos internos para que la sociedad se sienta menos desprotegida ante las decisiones políticas verticales. No perdamos la oportunidad de construir un partido a la altura de la exigencias de los acapulqueños. Esta tarea es colectiva. En este propósito, no bajaremos la guardia. Hasta ahora, el disenso democrático fue eclipsado por el pragmatismo político.

Es lamentable que el proceso de inclusión política se haya subvertido por la imposición, el arreglo bajo la mesa y, sobre todo, por la inacción de la dirigencia. Este 5 de septiembre venció el plazo que establece el Código Estatal Electoral, para sustituir candidatos. Perdimos la oportunidad de reconocer nuestros errores, reconocimiento que sin duda alguna, hubiese fortalecido nuestra oferta política. Del error, hubiésemos hecho una virtud; este fue el espíritu de la campaña del compañero Monreal en Zacatecas. Lamentamos en lo más profundo el hecho consumado. Pese a ello, somos optimistas, optimismo que da el respaldo social que obtuvimos. Con nuestras manifestaciones, dejamos constancia del reclamo legítimo de la sociedad y un importante sector del partido. El juicio político ineludible lo dará el pueblo de Acapulco y la militancia. Este será el último de nuestros reclamos en esta etapa del partido, pero nos quedamos a construir, desde nuestra modesta trinchera, el partido de la gente.

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