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Kau, un joven indígena que busca rescatar la poesía mixteca de su tierra

 Xavier Rosado * Se llama Gaudencio Sirenio Pioquinto, pero en mixteco, su lengua natal su nombre es Kau. Tiene 22 años y ha dejado su comunidad indígena para estudiar una carrera técnica en Acapulco y para promover la publicación de un libro de poesía mixteca.

Desde que tenía 18 años, Kau escribe poemas, sin embargo, con el fin de manifestar el arte literario de su tierra, hizo una compilación de 50 de ellos para un libro bilingüe en mixteco y en castellano. “Son poesías líricas ligadas a sentimientos indígenas sobre el dolor que padecemos como pueblo”, expresó el joven poeta.

Kau viene de la comunidad indígena Cuanacaxtitlán, ubicada en el municipio de San Luis Acatlán, entre la región de la Costa Chica y La Montaña.

En su trabajo, Kau denuncia la violencia de los derechos humanos que sufren sus hermanos, por eso ha escrito poemas como La justicia de la injusticia y Soy un indígena.

 

Soy un indígena

color de la tierra

de la flor y del agua

del maíz

y de la selva

 

Soy un indígena

porque nací en la montaña

donde comí y crecí

 

Me dio tanto

que estoy enamorado de ella

es lo que soy

un indígena color de la tierra

y soy quien cultiva esta tierra

y la cuida

 

Amo tanto la montaña

porque en ella está la naturaleza

y los animales más fieles

que el hombre

que se dice ser sabio

 

Soy un indígena

color de la tierra

y tú color pálida.

 

Narra que comenzó a escribir cuando vivía en el estado de Guanajuato, “me fui para allá cuando tenía 18 años porque buscaba conocer otras comunidades indígenas y relacionarme con otras culturas, estuve dos años allá”.

Su primera poesía se llama La vida es hermosa y trata sobre la drogadicción, ahí dice que la vida es hermosa cuando uno escoge su estilo de vida, “cuando se va por lo otro, ya no ve la vida sino que ya ve todo de una forma más rápida”.

“Quiero publicar un libro de 50 poesías que he escrito en un lapso de cuatro años; es un material que ya tengo recopilado y grabado en una computadora”, manifestó.

Los temas que trabaja en sus poesías hablan del amor, los sentimientos, protestas a la violación de los derechos indígenas; le escribe a sus héroes, –le dedicó un poema a Genaro Vázquez– a los luchadores sociales, a la amistad, a la tierra, a los indígenas y a las mujeres.

“Para publicar mi libro voy a pedir ayuda a las editoriales, voy a buscar que me den una beca, un apoyo con las autoridades culturales de Guerrero.

No tenemos escuelas allá

A pesar de que en su comunidad carecen de la educación escolar a nivel medio superior, Kau tiene la esperanza de que al estar en Acapulco y desarrollarse como profesional y como poeta, pueda hacer algo para cambiar el futuro de su pueblo.

“Por eso me encuentro aquí estudiando, porque no tenemos escuelas allá, carecemos de seguridad social, no hay empleo, padecemos también el rechazo a nuestra cultura y a nuestra raza, porque nos dicen serranos, porque somos inocentes y no conocemos la vida en la ciudad”, denuncia el novel poeta.

“Las vías de comunicación están muy arruinadas, tenemos carreteras pero cada vez que llueve se destrozan, son más bien como caminos terrosos; la prensa escrita llega cuando alguien viene a Acapulco y compra revistas o periódicos, no hay bibliotecas públicas y lo más grave es que nuestros productos, maíz, jamaica, frijol y también nuestra artesanía, están muy mal pagados”, expone Kau.

Tradiciones en riesgo de desaparecer

En Cuanacaxtitlán las mujeres trabajan todavía el rudimentario telar de cintura y fabrican servilletas de algodón que luego bordan con vistosos colores.

Kau manifiesta que este oficio milenario está en peligro de desaparición porque solamente una señora de su pueblo lo sabe hacer y pide apoyo a las autoridades de su municipio para que se monte un taller didáctico donde esa señora, enseñe a nuevas generaciones a usar el telar.

“Este oficio está muy mal pagado porque para hacer una servilleta de 40 por 40 centímetros, una artesana se lleva todo un día, con el hilado amarrado a la cintura, entretejiendo el hilo y presionándolo para hacer la tela, esa servilleta se la pagan a 50 pesos, por todo un día de trabajo”.

Precisó que Cuanacaxtitlán es una comunidad de cinco mil habitantes y algunos se dedican a la producción de jamaica que se vende en San Luis Acatlán; “ahí mismo la compran pero la pagan a cinco pesos el kilo y en la ciudad la venden a 60 pesos”.

Dijo que para la producción de jamaica se prepara el terreno desde abril y se cosecha hasta diciembre. Se barbecha (se remuele la tierra), se siembra la semilla, después viene la limpia del terreno, luego se deja crecer y se recoge el fruto en diciembre.

El maíz lo pagan a 80 centavos, el costal de 50 kilos cuesta 100 pesos. El kilo de frijol lo pagan a ocho pesos y el costal a 250, “con esto no les alcanza para vivir a los de mi tierra”.

Denunció que en su pueblo también necesitan internet comunitario para que los estudiantes de la primaria y la secundaria conozcan este medio.

Además de ser un poeta lírico, estudia programación en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Guerrero (CECYTE). “No todos tenemos la oportunidad de venir a estudiar a Acapulco, porque los mayores de la familia tienen que trabajar para ayudar a sus padres con el gasto, otra cosa es que no conocen Acapulco y no saben adónde llegar para conseguir un estudio y apoyo para hacerlo” dijo Kau.

“Yo trabajo a veces, a veces no, cuando puedo voy a ayudarle a un maestro en su negocio de internet. Mi escuela me dio una beca para condonación de inscripción y es lo único que tengo, a veces para comer  tengo problemas porque no tengo dinero, entonces tengo que trabajar”, explica el estudiante, único miembro de su comunidad que estudia en Acapulco.

Vive solo en la colonia Juan R. Escudero donde renta un cuarto de tres por tres metros por el que paga 400 pesos mensuales; come en la calle, en el mercado, donde haya comida más barata.

“Voy a mi pueblo cada mes, cada dos meses, le ayudo a mi mamá, voy al cultivo del maíz y del frijol porque es lo que sembramos, también acudo a la comisaría municipal para platicar con las autoridades, para conocer las necesidades de la comunidad, platico mucho con los ancianos para conocer la verdadera historia de mi pueblo… ahh y también voy a ver a mi novia”, finalizó Kau.

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