Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Camacho Peñaloza

De aborto, moral y política

*Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida para para proteger tu derecho a decirlo. Voltaire

Se dice que cuando de moral, religión o política se habla es muy difícil que haya acuerdo porque son temas que implican una postura personalísima y subjetiva derivada de la experiencia y creencias de cada quien, aunque en ésta última el desacuerdo es parte de su naturaleza, condición sine qua non que le da razón de origen y objetivo.
El tema del aborto es uno de los que pone en juego la moral, la política y las ideas religiosas en cualquier parte del planeta, sobre el que se exponen y proponen los más diversos argumentos liberales, conservadores, sectarios y ortodoxos.
En Guerrero atravesamos por ese momento tan especial en el que se aborda el tema del aborto o interrupción del embarazo ante el cual chocan esas posturas muchas veces desde ángulos irracionales, inflexibles y contradictorios.
Hay quienes desde posturas autodenominadas de izquierda con aires de liberales acusan de santonería a quienes estamos a favor de la vida, pero sin acusar la santonería con la que han actuado gobernantes y regímenes de izquierda que impiden y prohíben pensar y ser diferente defendiendo como verdaderamente santas e irrefutables su ideología, y como iglesias sus partidos totalitarios, genocidas y corruptos.
En el otro extremo hay quienes se niegan a reconocer que el aborto es, como la concepción, una decisión privada y a la vez  un problema de salud pública y de derechos humanos de las progenitoras que el Estado debe proteger, en el que no se puede imponer un criterio religioso
La iglesia y las ideologías no tienen derecho a imponer su moral y sectarismo, sí a expresar democráticamente sus razones y opiniones, y los diputados y diputadas, si bien creemos en el Estado laico,  tenemos derecho a pasar la decisión por el tamiz de nuestras creencias religiosas, yo creo en el Estado laico pero eso no me impide creer en Dios, otra cosa sería que yo ande intentando imponer por la fuerza mis creencias religiosas y que para eso utilice recursos del Estado. Los diputados somos humanos no entes políticos o ideológicos.
La religión y la política llevadas al fanatismo es lo más irracional de la convivencia humana, han provocado guerras y holocaustos que no deben volver a ocurrir como la masacre de indígenas en nombre de la iglesia en el proceso de conquista de América y la muerte de religiosos en la guerra cristera por parte del gobierno de Plutarco Elías Calles.
Los argumentos políticos de los religiosos y los religiosos de los políticos se valen, bienvenidos, a nadie se le debe limitar; los intelectuales asustados que no asimilan una iglesia participativa y a políticos con creencias religiosas, que revisen la historia de las imposiciones en nombre de la derecha y de la izquierda.
Lo importante es que haya democracia en el debate, es decir, que haya expresión, deliberación pública, libertad, tolerancia y respeto a la mayoría, por eso, aunque voy a votar en contra por convicción hacia los principios de mi partido y por mis creencias científicas, morales y religiosas acerca de la vida, estoy proponiendo que se hagan foros para que se escuchen a expertos en la vida, derechos humanos de las progenitoras y en salud pública; que se hagan encuestas y por qué no un plebiscito, para decidir la iniciativa que mandó el gobernador del estado para legislar sobre el tema; es decir, propongo que decida la ciudadanía.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A esos santones de las ideologías y a esos religiosos de la política, que como decía Don Quijote “con la iglesia  y los partidos hemos topado” o que “ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”.

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