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Jaime Castrejón Diez

¿Reforma educativa?

 El anuncio de que el capacitador empresarial Tony Buzan ha sido contratado para generar un cambio en la educación nacional crea preocupaciones en el ámbito educativo. Este personaje y sus libros sobre los mapas mentales es más conocido en el ambiente corporativo que en el propiamente pedagógico. Existen varios personajes de este estilo, entre ellos el más famoso Ned Herman.

La preocupación no es que vengan ideas de fuera; de hecho, esta ha sido una constante en nuestra historia educativa. Al principio del México independiente se utilizaron los servicios de la Compañía Lancasteriana de 1822 a 1899 que utilizaba el método de crear monitores para tener un efecto multiplicador, los alumnos se convertían al final en monitores y se logrará suplir la falta de maestros para el servicio educativo. Ante la falta de material humano este sistema significa una forma rápida de generar la creación de un servicio público de la educación.

Las ideas de Gabino Barreda también vinieron de fuera, del positivismo francés de Augusto Comte. La idea de Escuela Normal la realizaron Enrique Conrado Rebsamen y Enrique Laubscher, pedagogos europeos que vinieron como instructores de los hijos de los hacendados alemanes en Veracruz y que después de varios años generaron la Escuela Modelo de Orizaba, que dio origen a nuestro sistema de normales. Estos personajes con Carlos A. Carrillo fueron los que en el Primer Congreso Nacional de Instrucción de 1889 crearon la base del Sistema Educativo Mexicano. Las ideas de José Vasconcelos se basaron en la Universidad Imperial Napoleónica y del sistema educativo que se creo para alimentarlo.

Las ideas externas que llegaron a nuestra sociedad y que influyeron en el sistema educativo mexicano tienen un común denominador, vinieron de fuera, pero tuvieron un largo proceso de asimilación y de adaptación. En cada una de las etapas ese proceso de concientización fue fundamental para la aceptación de las ideas y la generación de instituciones. Hay que recordar también que se trataba de un sistema educativo pequeño.

Las reformas educativas que vinieron después también vinieron, en gran parte, de fuera. Las ideas de UNESCO, de la OECD y de otros organismos internacionales llegaron a nuestro medio. Esto sucedía con el crecimiento explosivo del sistema que se quiso atender con el “plan de once años”. En el proceso de adaptación de estas ideas surgió la demanda de educadores y jóvenes de que se discutieran las ideas en lo que se llamó “planeación participativa”. Durante este periodo influyeron las ideas de Edgar Faure, de Bertrand Schwartz, de Russell Akoff, de Iván Illich, de Paulo Freire. Todas estas venían de fuera, pero tenían en común que se discutían y asimilaban para adaptarlas a nuestro medio, con la idea que la reforma fuera comprendida por el sistema educativo.

El comisionar libros tampoco es nuevo, en los primeros años de los gobiernos “revolucionarios”, se compraban de la American Book Company en Nueva York. En otra etapa se protegió a los autores nacionales por el Consejo Nacional Técnico de la Educación. Ya en tiempos del libro de texto gratuito se contrató con una institución: el Colegio de México o con un grupo: el de Aguilar Camín. Esto es, que comisionar libros o estudios es algo que ocurre normalmente en el sistema.

Lo que es diferente en esta ocasión es que no ha habido un periodo de difusión y evaluación de estas nuevas ideas, su adopción no ha sido participativa, que la reforma va venir de arriba hacia abajo y que no hay tiempo de que la sociedad opine o que sugiera soluciones. Esto preocupa a quienes viven o estudian el proceso educativo y se marca un cambia fuerte de estilo.

A pesar de las ideas que han aparecido y se han asimilado al sistema en los últimos 35 años, la educación pública no evolucionó sino que se quedó estancada y se ha hecho cada vez más intrascendente. Esto no creo que se deba a las ideas, sino a algo más que aqueja al sistema. Hay problemas estructurales fuertes, que impiden su pleno desarrollo, una enorme burocracia, falta de preparación y actualización de los maestros, un sindicato asfixiante, maestros comisionados y corrupción en varios niveles. Los problemas, como se ve, no son de filosofía educativa, ni de pedagogía o de contenidos, son de operación.

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