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Rosario Herrera

El cambio de poderes

El pasado viernes 22 asistimos al último informe del alcalde Zeferino Torreblanca quien se caracterizó hasta el último momento por su acostumbrada austeridad y cuidado de los recursos públicos: no hubo camiones que llevaran acarreados para escuchar el informe, sólo la buena disposición de acudir a un salón donde nos daría el resumen de sus actividades al frente de la gestión municipal.

Tampoco hubo la contestación de los regidores de las distintas fracciones; ¿pero qué habrían de cuestionarle a alguien que se ganó el respeto de propios y extraños? Esto se demostró porque no hubo interpelaciones, sólo muestras de respeto a la labor que realizó Torreblanca Galindo, quien con humildad reconoció las deficiencias en la Secretaría de Protección y Vialidad.

Tampoco hubo la cena que el alcalde habituó en sus dos primeros informes, con lo que demuestra que en este periodo en Acapulco, por primera vez en la historia, no fue “el año de hidalgo”. Y para variar, tampoco asistió René Juárez Cisneros quien desde que asumió la gubernatura no se ha podido presentar en un acto masivo en el puerto, donde ha vivido toda su vida, pero en el que sabe del rechazo de la gente que vivió una elección fraudulenta cuando le arrebató el triunfo a Félix Salgado Macedonio aquel 7 de febrero del 99.

Por cierto, ahora me llama la atención que se declare que el gobernador va a estar en Iguala o que va a venir a Acapulco a la toma de posesión en el cambio de poderes. Entiendo que los presidentes electos tienen cuidado de atender las formas institucionales y le han hecho la invitación  como es su deber para que asista, pero como hacerle entender a la ciudadanía, en el caso de Acapulco, a los perredistas y a los cerca de 120 personas que votaron en contra del PRI, que de buenas a primeras el primer acto en que pudiera hacer presencia sea en las plazas más importantes del PRD del estado, y que lo vayan a mirar con buenos ojos cuando en su ausencia, el pasado viernes 22, recibió una rechifla cuando se nombró en el informe de Zeferino a su representante personal.

Si René tuvo una piedra en el zapato durante estos tres últimos años, fue la que le entró en Acapulco y que a la fecha no se la ha podido sacar por las recurrentes denuncias de Zeferino con relación a que recibió un ayuntamiento desmantelado, saqueado y con el tiempo se complicaron las cosas porque no se entregaban los recursos a tiempo, pero con su presencia o sin ella, el alcalde nos demostró que se pueden hacer bien las cosas.

El hecho de asistir al cambio de poder en Acapulco es una valoración que sólo el Ejecutivo estatal la tendrá que hacer. Entre otras cosas coincido con aquellos que han afirmado que Torreblanca se ganó la confianza ciudadana por la sana distancia que siempre guardo con el Ejecutivo, y que no le impidió que trabajara para sacar al puerto de gran atraso en que se encontraba.

Fue una iniciativa acertada la de Zeferino el rendir su informe antes del cambio de poderes, porque de haberlo hecho ese día se hubiera diluido el interés por la emoción de los perredistas que esperamos la toma de protesta del nuevo cabildo, así como la continuidad del trabajo de Alberto López Rosas, todavía presidente electo.

De los nuevos ediles que tomarán protesta, la mayoría son del PRD, por lo tanto la ciudadanía va a tener puestos los ojos en ellos y tendrán que aprovechar para hacer las modificaciones necesarias a todos los reglamentos, bandos, así como hacer propuestas de modificación a ley orgánica del municipio libre ante el Congreso del Estado.

También tendrán la oportunidad de reglamentar las consultas para las elecciones de delegados, ente otras cosas. Espero también la sensibilidad de los ediles perredistas para poner atención y resolver el problema acerca del poco apoyo a la cultura que tanto nos ha cuestionado nuestro querido amigo Jeremías Marquines, El viejo Lépero.

Vamos a estar atentos a su desempeño y esperamos que día a día las cosas mejoren, y nunca más regresemos al pasado, a los abusos y prácticas de los ediles y funcionarios priístas, ya que el problema no es llegar sino sostenerse, y ellos serán un buen puntal o un mal dique.

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