Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Octavio Klimek Alcaraz

Reflexiones sobre política energética en tiempos del cambio climático

 

1. Debemos sacudirnos de nuestra adicción a los hidrocarburos como sociedad.

No podemos seguir dependiendo de los ingresos del petróleo y gas en un país de tantas oportunidades. Hay tantos países que son fuertes y desarrollados económicamente, y no tienen petróleo y gas; ellos aprovechan la educación de la gente, la ciencia y la tecnología, entre otras cosas. Es una salida cómoda expoliar a la naturaleza bienes comunes propiedad de la nación como los hidrocarburos para financiar buena parte de las actividades gubernamentales. Lo que requerimos son gobiernos que graven a quienes más consumen y a quienes más ganancias acumulan. De lo contrario, al final, cuando se acaben los hidrocarburos, quienes habrán perdido más con ello son los que menos tienen, que tendrán aún menos.
Los hidrocarburos deben explotarse de manera racional, con razón, dándoles el uso más eficiente y eficaz posible, dándoles valor agregado, usándolos para aquellas actividades en donde la tecnología e innovación no puede sustituirlos como base para nuevos materiales o energía.
Cada vez es más caro y existen mayores riesgos industriales y ambientales al explotar hidrocarburos, ejemplos claros, son el aprovechamiento de gas de lutitas a través de fracturación hidráulica (fracking), y la búsqueda de hidrocarburos en aguas profundas.
No es posible dejar que el dogma del mercado libre sea la base para la explotación de hidrocarburos. Esto sólo lleva a lograr la máxima ganancia en el más corto plazo posible, dilapidándose casi de manera obscena y orgiástica los recursos no renovables, como son los hidrocarburos, que además buena parte van a ser consumidos de manera ineficiente para transformarse en emisiones contaminantes y que además han llevado a la humanidad al camino de una séptima extinción en un par de siglos debido al calentamiento global. Los informes del panel intergubernamental sobre el cambio climático, que son producto de la actividad científica de miles de investigadores así lo corroboran.

2. Hay alternativa a la adicción a los hidrocarburos.

Necesitamos un Estado poderoso, que ponga orden y rumbo ante la adicción a los hidrocarburos. Una política meramente de gobierno sexenal no sirve. Se necesita ordenar la explotación de los hidrocarburos con una visión de Estado, que trascienda a los gobiernos en turno. Hasta las grandes empresas globales realizan planeación de largo plazo con metas claras y precisas.

En los próximos años, nos guste o no, México va a cumplir metas de reducir emisiones de gases de efecto invernadero. De manera voluntaria a través de la Ley General de Cambio Climático, ya tenemos la primera meta de reducir emisiones en el año 2020 de 30 por ciemto con relación a la línea de base. Este gobierno llega hasta el año 2018, y tiene que ir encaminado a reducir emisiones de tal forma que se cumpla un par de años después dicha meta. También en el año 2024 se debe generar un 35 por ciento de energía eléctrica provenientes de fuentes de energía limpia. Apostar al gas en demasía para generar energía eléctrica en los próximos años sería un contrasentido. La política y planeación energética debe estar claramente articuladas a estas metas.
Tenemos que cambiar de manera responsable el modelo energético, las fuentes renovables de energía a través de la ciencia y tecnología son cada vez más económicas, además debemos tener mayor eficiencia energética, no debemos seguir derrochando energía de una u otra forma. La revolución tecnológica está en marcha, hasta las grandes empresas petroleras globales lo han comprendido bien. Ellas, tienen grandes áreas de investigación aplicada, que se dedican día a día a investigar en la materia, ya son empresas integrales de energía, que fácilmente pueden saltar de la explotación de hidrocarburos a nuevas energías más limpias y baratas. Las nuevas empresas productivas del Estado (PEMEX y CFE), deben ser también parte de esa revolución energética, deben invertir en nuevas energías, investigar, innovar y  producir nuevas energías de fuentes limpias. Necesitan ser empresas integrales y globales de energía. Esto es una cuestión de tiempo, que se va rápido, nos guste o no nos guste, en México se va a acabar más temprano, que tarde las reservas baratas de hidrocarburos. Por ello, se corre el riego al no tener una visión de Estado de la transición energética, de estar no preparados y quedarnos colgados literalmente de la brocha, con un verdadero cochinero ambiental y social en los próximos años, derivado de las explotaciones de gas de lutitas y de aguas profundas. Además, de que no hay peor para un país que ser dependiente tecnológicamente de nuevos modelos energéticos, sería el adiós definitivo a nuestra seguridad y soberanía energética.
Pero sobre todo, la reforma energética debe ir encaminada a tener una visión de una vida digna para las generaciones presentes, como las futuras, eso es real sustentabilidad energética. Una visión de Estado de beneficio social, económico y ambiental para la gente de hoy y del mañana, con nuevos mandatos para la transición energética, no solo para PEMEX y CFE, sino también para los órganos reguladores de la reforma energética, la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección Ambiental de los Hidrocarburos. Esos mandatos ambientales, sociales tecnológicos y científicos deben ser además transversales en toda la legislación secundaria en materia de energía.

Colofón.

Si la legislación secundaria por expedirse no logra responder a este tipo de reflexiones, el camino para a mayoría de la gente en México se ve cuesta arriba.

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