Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

La revolución en otras manos  

El 20 de noviembre es uno de los símbolos más arraigados en el ambiente político en que todos hemos crecido y vivido. Es decir, en un mundo de símbolos las verdaderas transformaciones se dan primero simbólicamente y después empieza el ejercicio del poder hacia el cambio. Este es uno de los que realmente muestran el inicio de una nueva etapa en nuestra historia.

Si tomamos los antecedentes de los gobiernos anteriores y vemos algunas de las características que hicieron que fuera perdiendo presencia y en última instancia el poder. Una de las principales causas  y probablemente la más importante fue el activismo que empezó a tener una sociedad insatisfecha. Una sociedad que veía pasar el tiempo y no veía los cambios y como se dice con sarcasmo “no les había hecho justicia la revolución”. Empezaron a buscar otros caminos en busca del cambio que viniera a hacer que las circuntancias fueran diferentes y hubiera una mayor posibilidad de bienestar de la sociedad.

La sociedad insatisfecha la vimos en el gran desfile por la República y por la capital del país cuando el EZLN vino a presionar para la solución de sus problemas. El paso del subcomandante Marcos y su ejército revolucionario, no impedido por las autoridades sino propiciado por ellas, dio la impresión de que se hacía el gran esfuerzo para la reunificación del país. Sin embargo no son los símbolos y los gestos los que finalmente prevalecen en estos problemas, sino que al no encontrar una solución directa a los problemas planteados y dar soluciones parciales, eso si muy constitucionales y muy legales, pero no totalmente satisfactorias para los indígenas, éstos regresaron a su encierro.

Y así podemos seguir viendo la sociedad insatisfecha cuando actitudes de reto hacia la gobernabilidad que en última instancia han hecho que el nuevo gobierno como los anteriores se dedique a apagar fuegos y a cambiar posiciones para poder tranquilizar el momento al hacerse muy abierta en sus demandas.

En algunos casos como el del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, la sociedad insatisfecha armada de machetes logró parar algo que era necesario para el desarrollo de la capital y del país. La actitud de evitar una confrontación tenemos que verla ligada a otras actitudes que han sido muy claras. No se podía en los momentos en que el problema del aeropuerto se presentaba tomar una solución drástica de represión cuando estaba respondiendo a otra parte de la sociedad insatisfecha, la del 68 y la guerra sucia en que se trataba de enjuiciar a quienes habían participado en las decisiones de aquellos conflictos.

La verdad es que el problema se vio en blanco y negro, no hubiera sido necesario llegar a extremos, hicieron falta mejores negociaciones. Un gobierno puede atarse de manos por sus propias acciones y esto es muy fácil de entender históricamente, se ha dado en distintos ámbitos sociales y nacionales cuando no se cuidan las contradicciones. La sociedad insatisfecha tiene razones, pero la actitud del gobierno para resolver o mediar en esas soluciones tiene que ser congruente para no crear un estado de conflicto que venga a costarle no sólo su popularidad sino su acción, la misión de un gobierno es buscar alternativas y negociar soluciones.

Es interesante ver en las encuestas que el foxismo no ha perdido presencia, hay encuestas que muestran que la aceptación es alta y también encuestas que muestran que el PRI va perdiendo porcentaje de intención de voto lo que es un tanto contradictorio si uno lee los medios escritos en donde pareciera ser que el gobierno se está desplomado. La realidad es que el electorado no ha acabado de perdonar al PRI por sus desaciertos y prefiere esperar.

Estos símbolos se ven una vez más cumplidos cuando el día de la Revolución el 20 de noviembre, el Presidente Fox llevó una ofrenda  floral al monumento de Don Francisco I. Madero. Esta similitud de quien logró llegar al poder por la vía democrática en 1910 y el actual presidente que también llegó por la misma vía tiene también su paralelismo. El problema que tuvo Madero fue el no poder echar a andar los cambios; es el mismo problema que está teniendo Vicente Fox, de no poder encontrar soluciones a los problemas de una sociedad insatisfecha que busca caminos para encontrar un nuevo destino.

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