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Florencio Salazar

¿Capitulación?

 Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento. Eleanor Roosevelt.

Invitado por el diputado Max Tejeda (PAN), asistí el viernes pasado a la instalación de la 57 Legislatura del Congreso del Estado, en Chilpancingo. El acto fue esperado con expectación, en virtud de ser esta Legislatura la primera en la cual el PRI es minoritario.

En mi colaboración anterior, presenté los tres escenarios posibles en la composición de los órganos de gobierno con los nuevos diputados: el deseable, con la compactación de todas las fracciones opositoras; el probable, del equilibrio de fuerzas por el apoyo de algunas oposiciones al PRI; y el indeseable, con mayoría del PRI y de las oposiciones, con excepción del PRD y del PAN.

Fallaron mis pronósticos. Se presentó el escenario catastrófico: la suma de todas las oposiciones a favor del PRI. De esa manera, pudo ser electo presidente de la mesa directiva el diputado priísta Carlos Sánchez Barrios y, para que no quedara duda, otro priísta, Juan José Castro Justo, dio lectura al documento denominado Compromiso político de la LVII Legislatura del H. Congreso del Estado de Guerrero, que se resume en el acuerdo de los nuevos diputados para actuar como un poder independiente, que si lo cumplen no es poca cosa.

Los hechos políticos de la jornada inaugural de la Legislatura son para levantar las cejas. ¿Por qué las fracciones opositoras, que son mayoría, dejaron ir la oportunidad de presidir la mesa directiva y, con esa base, negociar con el PRI la composición de los órganos de gobierno, igualmente las comisiones legislativas? La experiencia legislativa me dice que antes del acuerdo de las fracciones, se cocinó lo que vimos entre el PRI y el PRD.

De tiempo atrás se ha venido comentando en los corrillos políticos, la red de compromisos que ha tendido el gobernador con prominentes perredistas y la cooptación que ha hecho de miembros de otros partidos. Su objetivo es, aun perdiendo las elecciones locales, como ocurrió, mantener un importante grado de influencia y asegurar su salida sin mayores contratiempos. Conviene, por lo tanto formular algunas consideraciones.

Una ceremonia de instalación, como la comentada, no se había realizado desde que el PRI dejó de ser único en el Congreso. Los diputados opositores, así fuera uno o dos, se caracterizaron por su belicosidad y hasta intransigencia. No tenían la mayoría, pero sí la palabra y la usaron en diferentes tonos. En la medida que tuvieron más cuerpo las oposiciones influían en la conducción del Congreso e invariablemente fijaban su posición, o bien abandonaban el recinto.

No abogo por que la Cámara de Diputados sea el centro de disputas y desencuentros sin fin. Por el contrario, la madurez legislativa debe evidenciar la capacidad de alcanzar acuerdos y establecer la colaboración entre poderes prevista por la Constitución. Diputados caprichosos y dogmáticos a nadie sirven.

Pero una cosa es el acuerdo y otra la capitulación. ¿Cómo es que la coordinadora de la diputación perredista, Adela Román, que en otras oportunidades ha llegado a extremos de intolerancia, discutió con sus colegas casi tres horas para que en el párrafo del Compromiso que dice: “Pretendemos dejar una huella de armonía, más no el veneno de conflictos estériles…”, se incluyera necesariamente la palabra veneno, pero aceptó ser oveja en la piedra de sacrificios del tricolor? ¿Y luego René Lobato? ¿Y el ángel exterminador Martín Mora, en su condición de dirigente del sol azteca, qué papel jugó? Parecían suizos de tan calladitos y bien portados.

Al PRD, y no a las demás fracciones, correspondía fundamentalmente alcanzar el consenso opositor. Su peso y experiencia son evidentes. Solo por taparle el ojo al macho, por ahí del cuarto para los doce, perredistas hicieron llamaditas por aquí y por allá, con ganas de no recibir respuestas.

La maniobra se impuso, pues. Conste que no hay maniobra sin complicidad. La negociación y el acuerdo legítimo, son parte esencial del legislativo y le hubieran dado a cada quien lo suyo, que esa es la justicia, como dicen los abogados (y quienes han sido presidentes de barras, los saben bien). El PRI se atragantó, y en su engolosinamiento o soberbia, dejó de advertir que al ocupar todo el escenario en la instalación de la Legislatura mostró el truco. O, para decirlo con las palabras del escritor José Gómez Sandoval, “como quien enseña la punta de un secreto”.

Al elegirse una mayoría opositora, el pueblo envió un mensaje al Congreso, y espera del Congreso una respuesta igual. No obstante lo ocurrido, seamos optimistas y pensemos que la imposición del PRI fue el costo de la novatada y que de inmediato habrá una oposición responsable conduciendo a la Cámara de Diputados. Lo contrario, suponer que se puede pactar la capitulación de la mayoría a cambio de apoyos a perredistas aspirantes a la gubernatura, daría la razón al Sup Marcos: “Simplemente el PRD no es alternativa de nada”.

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