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Félix Castellanos Hernández

López Rosas y el coronel Lucio Gutiérrez, un año después

El 3 de noviembre del 2001, en las afueras de las oficinas del Consejo Supremo Electoral de Nicaragua, se encontraban varios cientos de personalidades nacionales e internacionales que pretendían obtener su acreditación como observadores electorales internacionales.

Entre ellos, junto a James Carter,  Danielle Miterrand, Ignacio Lula Da Silva, se encontraban dos personas que exactamente un año después iban a cambiar su vida y la historia de sus lugares de origen, me refiero al coronel Lucio Gutiérrez y Alberto López Rosas.

Después de padecer el enorme burocratismo aplicado sobre todo a los invitados del Frente Sandinista de Liberación Nacional, logramos después de 5 largas horas obtener nuestro gafete que nos identificaba como observadores internacionales, un servidor había sido comisionado por la Cámara de Diputados junto con otros cuatro diputados para desempeñar dicha función.

Por la noche de ese 3 de noviembre, nos comunicaban los “compitas” del FSLN que el coronel Lucio Gutiérrez, Alberto López Rosas y yo, integraríamos la brigada electoral que cubriría los departamentos de León y de Chinandega, así es que al día siguiente, el 4 de noviembre, muy por la madrugada, salimos a cumplir nuestra alta responsabilidad.

Afortunadamente, yo había tenido el honor de conocer un año antes al coronel Lucio, así que me di a la tarea de presentárselo a Alberto, ya que la jornada iba a ser muy larga e intensa y más valía generar condiciones fraternas y propiciar un buen ambiente de trabajo para hacer más productivo el viaje y el día.

¿Pero quién es ese coronel que durante todo el día tejió una interesante conversación con Alberto? ¿Quién ese personaje que exactamente un año después está a punto de ganar la elección presidencial de su país? Revisemos.

Lucio, nació en Quito el 23 de marzo de 1957. Curso sus estudios primarios en la ciudad de Tena, capital de la provincia del Napo, en la amazonía ecuatoriana. Ingresó al Colegio Militar a la edad de 15 años y se graduó en 1977, sacando el primer lugar de su generación, después hizo un curso de educación física, graduándose de licenciado, en Brasil y de igual forma obtuvo el primer lugar de su generación, posteriormente logró el grado de coronel y de nueva cuenta obtuvo el primer lugar. Posteriormente se graduó de ingeniero civil en la Escuela Politécnica del Ejército, siendo el mejor graduado de la Facultad ese año. Siguió el curso de comandos que uno de los más duros que tiene la vida militar y para no extrañar también obtuvo el primer sitio, al finalizar su formación académica fue nombrado edecán (responsable de la seguridad) de dos presidentes de la República del Ecuador.

¿Pero por qué más allá del máximo nivel académico obtenido y de la rigurosa formación militar que sobrellevó Lucio, puede pasar a la historia ecuatoriana y latinoamericana? Porque es de aquellos casos excepcionales que se presentan en la vida política y personal de un militar, ya que ante la grave situación de corrupción, de injusticia social y especialmente, de la impunidad de los delincuentes de cuello blanco que eran patrocinados y permitidos por el gobierno del ex presidente Jamil  Mahuad y sobre todo aunado a la gran movilización y rebelión de los indígenas ecuatorianos, en los últimos meses del año de 1999, Lucio fue protagonista de un acontecimiento histórico.

Recordemos que por esos meses, los indígenas y campesinos ecuatorianos habían salido de sus chozas para tomar primero las calles de sus pueblos, después las carreteras de sus provincias y posteriormente tomar las principales ciudades y llegar a Quito y de esa manera sitiar el Congreso de la República y el Palacio Nacional y exigir la destitución del entonces presidente de la República.

Desde un año antes, Lucio ya había enviado tres sendos documentos al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas donde informaba de la grave situación y del peligro que corría la estabilidad y la gobernabilidad política, económica y social de su país, no se le escuchó.

Por ello, el 21 de enero del año 2000, cuando lo indígenas y campesinos ecuatorianos tomaban el Congreso y el Palacio Nacional y ante la orden superior de disparar y reprimir que le dan al coronel Lucio y para no mancharse las manos con sangre inocente, pero sobre todo porque efectivamente los indígenas tenían la razón, el coronel se pasa del lado de los olvidados, marginados y excluidos, es decir, del lado del pueblo, y en esa fecha memorable e histórica cientos de militares y miles de indígenas toman el Congreso de la República y anuncian dos decretos: 1) Se desconocen a los tres poderes del Estado por corrupción e injusticia social y 2) Se nombra una Junta de Salvación Nacional, en el cual nombran como presidente al coronel Lucio Gutiérrez. Se dice que fue un golpe de Estado, Lucio dice que fue una revolución nacida desde las entrañas mismas del pueblo ecuatoriano.

Durante el transcurso de tan memorable día, otros grupos políticos y del ejército promovían el diálogo y negociación con los sublevados, ellos ofrecen alternativas de solución, prometen transformaciones profundas a cambio de que entreguen el Congreso y el Palacio. Lucio y los indígenas les creen y como siempre al final, varios son arrestados y reprimidos, entre ellos Lucio que va a dar a la cárcel 138 días.

A su salida forma un movimiento cívico patriótico, que entonces no era un partido político, sino decían, es un instrumento de participación democrática del pueblo ecuatoriano al que le denominaron Sociedad Patriótica 21 de enero; como responsable de esa organización, es como conozco a Lucio en las reuniones del Foro de Sao Paulo (instancia de coordinación de los partidos políticos de centro izquierda de América Latina) y debido a su interés por conocer los movimientos indígenas de México, es como hasta la fecha entablamos una estrecha amistad.

Todos aquellos acontecimientos históricos que sucedieron en su país nos lo iba platicando a Beto López Rosas y a un servidor durante nuestro trayecto a las zonas que el FSLN estaba ganando de manera muy contundente, lamentablemente no así el resto del país, y después de haber vivido esa intensa jornada electoral, y de esa amena y por demás interesante charla Beto y Lucio coincidían y compartían un propósito y un sueño, ganar la alcaldía de Acapulco y ganar la Presidencia de la República del Ecuador respectivamente.

Un año después, el 6 de octubre, Alberto López Rosas gana la Presidencia Municipal de Acapulco y el coronel Lucio Gutiérrez, el 20 de octubre gana la primera vuelta de la elección presidencial del Ecuador.

El pasado jueves 7 de noviembre del año en curso, tuve la fortuna de encontrarme con Lucio en Guayaquil, Ecuador y recordando aquellas memorias de Nicaragua me comentaba con la firmeza que le caracteriza: “Dile a mi amigo López Rosas, que yo, gane o pierda, el primero de diciembre, estaré en Acapulco en su toma de protesta”.

Ojalá que su tiempo se lo permita y de igual forma, ojalá y el pueblo ecuatoriano en la segunda vuelta que se celebrará el próximo 24 de noviembre, nos pueda permitir el honor de que Beto y un servidor estemos en la toma de posesión de Lucio Gutiérrez como Presidente de la República, por el bien del Ecuador, así sea.

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