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Jaime Castrejón Diez

La cultura mexicana

En el nivel de desarrollo de nuestras sociedades contemporáneas un área importante es el estudiar la cultura y diferenciarla del comportamiento casuístico. Hay la idea de que muchos comportamientos  son pasajeros, pero otros pasan a ser “cultura sedimentada” y se convierten en actitudes, opiniones y prácticas que se vuelven en parte del comportamiento normal.

En la evaluación de una sociedad hay que considerar también que en ella la cultura no es homogénea. En los setentas Johan Galtung consideraba que en las sociedades hay varias culturas superpuestas que condicionan el comportamiento de grandes segmentos de la población. El consideraba cuatro culturas: primitiva, tradicional, moderna y posmoderna. Consideraba que la interacción de estas culturas explicaba muchos de los eventos que día a día perfilan a una colectividad.

En México algunos estudios definen un poco diferente las culturas que forman lo mexicano. El consenso es que hay cinco culturas que comparten tiempo y espacio. Estas son las culturas fronterizas, cosmopolitas, tradicionales, marginados y primitivos. Esto nos hace muy complejos y explica los diferentes tipos de conflictos que vive la nación. Para la cultura fronteriza el precio de la electricidad para el aire acondicionado, el tipo de cambio, las relaciones con los Estados Unidos, el problema migratorio, son críticos. Para los cosmopolitas el desarrollo tecnológico, la calificación de riesgo de país, las comunicaciones, el sistema educativo, la política de empleo son de interés mayor.

En medio está la cultura tradicional que ha asimilado muchos de los avances tecnológicos y constituye todavía una trinchera de los valores que definieron por mucho tiempo nuestra cultura. Para ello el problema mayor es el empobrecimiento que se ha generalizado y que les priva de esperanzas para el futuro. Aquí es donde el desempleo, subempleo y el empleo mal pagado hacen estragos y en muchas ocasiones los hace emigrar, unos van a las ciudades y otros al extranjero, esta es una de las causas del gigantismo en las ciudades con todos los problemas que acarrea.

Muchos de los tradicionales que migran y muchos de los urbanos que se rezagan  han pasado a ser la cultura marginada, atrapada por la pobreza y en un medio en que las diferencias son más marcadas. A ellos les afecta la inflación, la inseguridad, el desempleo, la falta de nuevas capacidades para el trabajo. Aquí es donde se da una mayor demanda de educación, ya que se han convencido de que es la única vía de ascenso social y de su propia salvación. A ellos afecta también la calidad de la educación pues  para quienes más años llevan en la vida de los marginados y han hecho un gran esfuerzo para educar a sus hijos, se han encontrado con la terrible del desempleo y subempleo educados.

La cultura primitiva es más difícil de definir hoy que hace treinta o cuarenta años, porque los primitivos de entonces, grupos étnicos  monolingües y aislados, ahora tienen un mayor contacto con las otras culturas y aún cuando conservan sus idiomas y sus llamados “usos y costumbres” que los diferencian de las otras culturas, mantienen una actitud de pertenencia al Estado nacional, pero no reciben un claro reconocimiento a sus necesidades que debiera solucionar el Estado nacional.

Si comparamos estos nuevos primitivos, que están demandando atención y servicios adecuados, a su ubicación como una cultura diferenciada, podemos ver que no han recibido respuesta. La acción zapatista atrajo la atención sobre ellos como parte de un conflicto, pero no ha habido una intención de solucionar el problema de fondo.

Con una sociedad heterogénea la concepción de gobierno debiera ser diferencial, para hacer justicia a todos los mexicanos. Las cuatro primeras culturas se adaptan bien al moderno Estado nacional, pero no así los “nuevos primitivos” que requerirían una atención y soluciones adecuadas que respeten sus culturas. La actitud ortodoxa de lo “constitucional” no resulta adecuada para estos mexicanos, que no son pocos, de nueve a diez millones de personas. En la evolución del Estado nacional, se debe considerar que si la sociedad evoluciona, también lo habían de hacer las leyes que dan forma a dicho Estado.

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