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Caos vial en Cuauhtémoc por las obras de la segunda parte del puente Bicentenario

Karla Galarce Sosa

El cierre del sentido Cima-Centro del puente Bicentenario para comenzar las obras de la segunda etapa de su construcción generó un severo caos vial a pesar de la presencia de policías viales y del buen funcionamiento de los semáforos en la avenida Cuauhtémoc.
Sin embargo, la única advertencia de que el carril fue cerrado son las vallas plásticas que evitan el paso y que están unidos por una cinta amarilla.
Ante esto, el flujo vehicular es desviado por el carril contrario, el único que continúa habilitado para dirigirse al Centro de la ciudad.
Otra advertencia del mismo tipo, para conductores y peatones, fue colocada cerca del área donde se desarrollan los trabajos, y ya fue cavada una zanja para comenzar con la construcción de los cimientos para las columnas que cargarán las piezas de concreto que conformarán la segunda parte del puente.
La zanja ya tiene unos 7 metros de profundidad. También se observó una planta de luz que ilumina por la noche el desarrollo de la obra.
El tramo abierto mide unos 300 metros y trabajan, además de la máquina retroexcavadora, albañiles,? herreros e ingenieros que supervisan la construcción.
El tráfico rumbo a la Cima proveniente del Centro es sumamente lento.
La mayor cantidad de vehículos se concentra en las paradas de camiones de la avenida Cuauhtémoc y frente a la estación de autobuses Estrella de Oro, en el cruce con la avenida Wilfrido Massieu.
Frente a esta terminal de autobuses los taxis se estacionan en doble fila para esperar pasaje y a pesar de ello los agentes de Tránsito no les exigen que desocupen el segundo carril para que haya más fluidez en la vía.
Y así, camiones, colectivos y transporte particular circulan por un solo carril hasta llegar a la esquina de la avenida Wilfrido Massieu.
Durante el recorrido que esta reportera realizó ayer por la tarde se observó en el lugar la presencia de un policía vial y un auxiliar, pero aún había colectivos estacionados que esperaban pasaje y que detenían a los demás vehículos.
Así, ni los policías ni el disco que prohíbe el ascenso y descenso de pasaje son suficientes para obligar a los choferes de taxis y colectivos a respetar la ley.

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