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Celebran a la muerte con un montaje multidisciplinario en el Domingo Soler

 Xavier Rosado * El teatro Domingo Soler presentó el sábado el espectáculo multidisciplinario La hora de las ánimas en el que se conjuntó el teatro, la danza, la música y la poesía para conmemorar el Día de Muertos en un teatro que se transformó en cementerio para la ocasión.

El teatro Domingo Soler se llenó de personas que acudieron a presenciar las diferentes manifestaciones artísticas que se conjuntaron en La hora de las ánimas.

“Este espectáculo fue nuestra forma de conmemorar el Día de Muertos, una fecha de gran importancia para todos los mexicanos”, expresó la coordinadora de Relaciones Públicas del patronato del Teatro Domingo Soler, Iris García Cuevas.

Los grupos teatrales Ananda, Onírico 7, Maskharah y Metamorfosis, el danzante Salvador Cerecero, el trovador Angel Arias y el guitarrista Johnny Velázquez fueron los participantes en el espectáculo multidisciplinario que comenzó a las 20 horas.

El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Edilberto Abarca, instaló en el teatro un altar dedicado al dios azteca Tlallocan, en honor a los que han muerto ahogados.

Sin embargo, García Cuevas se lamentó de que hubieran dedicado la ofrenda de muertos a este dios vinculado con Tláloc, porque según ella, esto “ocasionó que lloviera el domingo” y que se cancelara la segunda presentación del espectáculo a causa del clima.

El primer segmento de teatro, una escena del libro Bodas de sangre de Federico García Lorca, fue actuado por Lourdes Vázquez e Iris García Cuevas, quienes representaron a dos mujeres que lloran por la muerte del hijo de una de ellas. Para acomodar al público asistente, el personal sacó las 100 sillas del teatro para instalar ahí unas 20 tumbas que sirvieron para ambientar el lugar y eventualmente para que los espectadores se sentaran a admirar el trabajo de los artistas.Después se representó un fragmento de la obra de Emilio Carballido, Las flores del recuerdo, un diálogo entre dos viejos en un cementerio que se lamentan por la muerte de los jóvenes y los niños, exponiendo que es a los viejos a quienes por naturaleza les debe llegar la muerte.En esta misma puesta en escena, la actriz Gloria Alicia Viera interpretó a capela una canción que representa un llamado para que las almas de los muertos vengan al mundo material a visitar las ofrendas de sus dolientes. El siguiente fragmento del espectáculo se sustrajo de la obra A la salida, de Luigi Pirandello, en la que se aborda el paso del mundo del luto de los vivos al mundo de los muertos. Los personajes, un filósofo interpretado por Fernando Cervantes, el hombre gordo, por Alejandro Raviela y la mujer asesinada, por Socorro Eloísa Ramírez Villapando, se preguntan por qué siguen sus almas en el cementerio.Hablaron de cómo las tumbas son para que los vivos materialicen sus recuerdos, porque a los muertos no les sirven para nada y hablaron de las almas que deambulan en una dimensión cercana a la mundana para satisfacer sus últimos deseos.Después el bailarín especializado en danzas prehispánicas, Salvador Cerecero, interpretó la danza que dedicaban los aztecas al dios del fuego. El espectáculo culminó con lecturas de poemas relacionados con la muerte a cargo de Blanca Reina, Silvia Salazar Almenara y Miguel Angel Sotelo quienes leyeron poemas de Jaime Sabines y de Jesús Bartolo, entre otros. Según la coordinadora de Relaciones Públicas, el espectáculo tuvo como objetivo ser una reflexión acerca de la muerte y cómo recuerdan los vivos a los muertos, con una propuesta de conjuntar varias artes y de integrar el público a la puesta en escena.

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