Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Alejandro Díaz Garay

Reconfiguración del poder local

 Los resultados del 6 de octubre son una manifestación de los cambios que se vienen dando en el país, de los cuales Guerrero no está exento.En lo político el viejo sistema de dominación entró en crisis a finales de los 80 y la transición –aunque pactada– ocurrió una década después. A nivel local, 1999 fue año clave y Acapulco fue el espacio que permitió ensayar una nueva forma de conducir las relaciones de poder entre ciudadanía y gobierno, aunque sin llegar a ser el modelo ideal. El 2002 consolida la reconfiguración del poder local y de manera por demás sorprendente, se percibe a una sociedad capaz de discernir entre una propuesta de forma y una propuesta de fondo. Nuevamente Acapulco rompe con esa visión de que para avanzar democráticamente se requiere una sociedad más culta. Similar ocurrió en las principales ciudades de la entidad, tales como Iguala y Zihuatanejo.

Después de 1988, el viejo sistema al mando del presidente usurpador, Carlos Salinas de Gortari, creó un modelo de corte asistencial luego de que su antecesor aplicó políticas públicas recesivas impuestas desde el exterior, que implicaron la reducción de los gastos sociales, la disminución de la inversión productiva en las ciudades, el aumento del desempleo y el incremento del subempleo, afectando a la población de menores recursos y a significativos sectores de las clases medias.

Habría de ser precisos al señalar la continuidad de estas políticas contrarias a las necesidades del país, de ahí la coexistencia de modelos que vinculan al Estado con la sociedad civil, pero que atacan mayormente a las demandas en relación con las necesidades de oferta, es decir, alivian el dolor de cabeza pero no erradican la enfermedad, matan el hambre hoy pero no resuelven el hambre de mañana, no enseñan a pescar. Ejemplos de lo anterior son Conasupo y Pronasol. La resultante es una pobreza creciente que nos está alcanzando a todos.

Habría que demostrar que la incapacidad de las políticas públicas ha sido el catalizador en la reconfiguración de las relaciones de poder, pero lo cierto es que la gente aprendió ya que la transferencia de recursos a través de los canales institucionales del Estado es una obligación del gobierno, no de ellos. En este pasado proceso electoral la sociedad civil guerrerense le demostró al gobierno del estado que los programas asistenciales han dejado de ser efectivos para fines electorales.

Por otra parte, el marketing político mostró sus límites: no sólo se requiere conocer el producto sino que además de la envoltura del envase importa el contenido del mismo. Es decir, la antítesis del marketing es la diferenciación.

Ya no basta tener de aliado a los medios masivos de comunicación, ni mostrar favoritismos a la hora de realizar contratos de publicidad. Nuevamente, Acapulco es ejemplo de los paradigmas de nuevo tipo que empiezan a configurarse. Le tocó a Zeferino Torreblanca enfrentar a la prensa en 1999 y ahora mismo El Sur atraviesa por una fría relación con el gobierno de René Juárez, ante la falta de madurez política en el ejercicio de la libertad de expresión y la inherente crítica.

La reconfiguración de las relaciones de poder se están dando a diferentes niveles. La reconsideración del falló a favor de Gloria Sierra y Yolanda Villaseñor sienta también un precedente en la forma de actuar del Poder Judicial, que en el caso de Guerrero no se vislumbra la frontera entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial. Habrá que realizar una reforma de Estado que, entre otras modificaciones, libere candados innecesarios y finque límites a los excesos del Poder Ejecutivo local.

Un legislador representa los intereses de su entidad no sólo los de su distrito, luego entonces poner trabas de elegibilidad tiene implicaciones que favorecen al grupo en el poder en detrimento de la voluntad soberana de una ciudadanía que ha manifestado sus preferencias.

Cuadros como Yolanda y Gloria inyectan juventud y experiencia a su partido, además de abrir espacios importantes a un género relegado desde siempre por una sociedad egoísta y sectaria. Lo más relevante es que ambas han demostrado su eficacia en lo administrativo y rural, aspectos de capa caída en la entidad; el reto que tienen por delante las pondrá a prueba en una nueva esfera del poder.

En esta reconfiguración del poder local, además de la sociedad civil, los partidos políticos y las organizaciones sociales están jugando un papel decisivo, en particular aquellos que buscan sentar las bases de nuevas relaciones sociales y no sólo acceder al poder por el poder mismo. Los modelos que hasta ahora han mostrado ser exitosos son aquellos donde el poder deja de ser el objetivo principal y, en todo caso, se comparte con los demás actores involucrados. En este sentido, los modelos de interacción social deben de ser forjados desde lo más bajo del entramado social. La aplicación y el buen desarrollo de estos procesos democráticos tenderán necesariamente a la configuración gradual de una verdadera transformación social, más autónoma e independiente del sistema económico y político.

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