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Jaime Castrejón Diez

Confrontaciones y teóricos

 Recientemente muchos intelectuales han entrado al debate de los sucesos iniciados con la tragedia de las Torres Gemelas. La razón por la que un suceso se esté teorizando es porque se ve la posibilidad de un conflicto armado derivado de aquel evento.

Al final de la guerra fría Samuel Hungtington postuló en un artículo en Foreign Affairs y después en un libro su teoría del choque de las civilizaciones. En su definición de términos el aspecto religioso era central, porque determinaba las actitudes de sus componentes. El aspecto fundamentalista religioso que ha aparecido en muchas partes del mundo ha hecho que esta tesis sirva de marco para la discusión teórica.

En una entrevista de Michael Steinberger con Huntington publicada en el New York Times dice Huntington: “Osama Bin Laden quiere que sea un choque de civilizaciones entre el Islam y Occidente. Pero existe el peligro real de que avance en esa dirección”. Esto es que no se ha llegado a ese choque, pero que se puede llegar. En cierta forma los grupos más radicales desearían que el choque se diera, por eso el Yihan o Guerra Santa utiliza el concepto religioso para provocar con ello la confrontación con el mundo occidental.

El sociólogo Ralph Danrendorf lo pone con claridad: “No es el Islam el que produce el terrorismo, es la necesidad del terrorismo la que se acoge a ciertas versiones del Islam”. La confrontación de principios y valores que proponen muchos políticos y algunos politólogos solamente  ayudaría a impulsar este choque de civilizaciones. La estrategia para evitarla la viene diciendo Anthony Giddens desde hace unos meses: “La respuesta debe ser un tipo de liberalismo secular y tolerante”.

Como podemos ver, el llevar al choque de civilizaciones no es un beneficio de ellas sino que es el interés de grupos políticos de llevar a ese plano el actual conflicto. El fundamentalismo religioso que convierte la política en parte de ella está tratando de canalizar fuerza y respuesta en esta dirección. Por eso el resurgir del Estado religioso es tan peligroso porque inevitablemente lleva al choque entre diferentes grupos. El antídoto es el Estado laico que no se deja llevar a estos terrenos de la lucha ideológica y de la guerra real.

La otra visión del futuro inmediato que se planteó como tesis por Francis Fukuyama parecería que los acontecimientos perdería presencia, sin embargo este autor considera que su posición es todavía vigente. En una entrevista reciente lo expresó: “La modernidad es un poderoso tren de mercancías que no descarrilará por los acontecimientos recientes, por muy doloroso y sin precedentes que hayan sido. La democracia y los mercados libres seguirán expandiéndose a lo largo del tiempo como los principios dominantes de organización en gran parte del mundo”.

En el fondo ambas teorías tienen coincidencias. Por un lado la visión de Huntington de que no se ha dado el choque de civilizaciones y no se daría si se evita que occidente marque al Islam como el enemigo que es lo que los grupos fundamentalistas y terroristas así lo intentan. Mientras el fundamentalismo no absorba a la política, Huntington tiene razón el choque no ser dará impulsar este choque de civilizaciones. La estrategia para evitarla la viene diciendo Anthony Giddens desde hace unos meses: “La respuesta debe ser un tipo de liberalismo secular y tolerante”.

Como podemos ver el choque de civilizaciones no es en beneficio de ellas sino que es el interés de grupos políticos de llevar a ese plano el actual conflicto. El fundamentalismo religioso que convierte la política en parte de ella está tratando de canalizar fuerza y respuesta en esta dirección. Por eso el resurgir del Estado religioso es tan peligroso porque inevitablemente lleva al choque entre diferentes grupos. El antídoto es el Estado laico que no se deja llevar a estos terrenos de la lucha ideológica y de la guerra real.

La otra visión del futuro inmediato que se planteó como tesis por Francis Fukuyama parecería que los acontecimientos perdería presencia, sin embargo este autor considera que su posición es todavía vigente. En una entrevista reciente lo expresó: “La modernidad es un poderoso tres de mercancías que no descarrilará por los acontecimientos recientes, por muy dolorosos y sin precedentes que hayan sido. La democracia y los mercados libres seguirán expandiéndose a lo largo del tiempo como  los principios dominantes de organización en gran parte del mundo”.

En el fondo ambas teorías tienen coincidencias. Por un lado la visión de Huntington de que no se ha dado el choque de civilizaciones y no se daría si se evita que occidente marque al Islam como el enemigo que es lo que los grupos fundamentalistas y terroristas así lo intentan. Mientras el fundamentalismo no absorba a la política, Huntington tiene razón, el choque no se dará.

Por su lado Fukuyama también tiene razón al señalar que se trata de una lucha de la modernidad contra la tradición y que lo que vemos es el resultado de la resistencia del uno al otro. Ha surgido una nueva opinión que se conoció hace poco por el filósofo francés André Gluksman que durante la presentación de su nuevo ensayo Dostoienki en Manhattan, ahí dijo: “… vuelve a imperar el nihilismo; la negación de que exista el mal permite destruir sin ofrecer alternativas. Este es el comportamiento de los terroristas, aunque también de algunos Estados…”.

Esta posición nos deja ante tres futuros problemáticos: la tradición contra la modernidad, el choque de civilizaciones o el nihilismo que es la negación de todo.La realidad es que al hacerse pequeño el mundo por la tecnología, especialmente las comunicaciones, la lucha de estas tendencias se magnifica y los maximalismos de ambas partes pueden tomar un curso de colisión.Lo positivo de la participación de los teóricos es que aclaran, no solo sus posiciones, sino el fondo de estas confrontaciones que afectan el futuro de la humanidad.

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