Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rafael Trejo Moreno

Preparatoria 7, 30 años  

De la Preparatoria 7 surgieron iniciativas para la refundación de la Unión Sindical de Catedráticos de la Universidad Autónoma de Guerrero (USCUAG) que por años estuvo enterrada dentro del corporativismo de los sindicatos oficiales hasta 1974.

Para 1976, esta organización se apunta su primer gran conquista: después de un mes de huelga, por la resistencia del entonces rector, Arquímides Morales Carranza, se firma el primer contrato colectivo de trabajo para los académicos de la UAG, acontecimiento fundador de todo el movimiento sindical universitario de dimensiones nacionales.

Las tiranías militares que azotaron a muchos países latinoamericanos en la década de los setenta expulsaron a gran parte de su intelectualidad encontrando una buena acogida en nuestro país, algunos de los cuales se establecieron en nuestro estado y, en particular, en nuestra universidad, trayendo consigo influencias renovadoras en el ámbito de la ciencia y la cultura; no menos importante fueron las corrientes de jóvenes universitarios procedentes de diversos lugares del país, que atraídos por el movimiento popular y universitario que se desarrollaba en la UAG, principalmente impregnados del espíritu transformador del Movimiento de 1968; así también la participación de los miembros activos del Movimiento Revolucionario del Magisterio; todos ellos colmaron los espacios nuevos de trabajo académico y de acción política influyeron definitivamente en la transformación de la universidad con todas las virtudes y vicios que esto significó y que tuvieron que enfrentar la resistencia de no pocos sectores universitarios caracterizados por su conservadurismo elitista muy identificado con las instancias del poder del partido oficial.

Nuestra escuela fue un ejemplo nítido de este fenómeno; no es casual que de ahí surgieron las iniciativas que dieron origen a la fundación de las escuelas de Medicina, de Ecología Marina, de la Preparatoria 17 y de la Preparatoria abierta de nuestra institución.

A tres décadas de esta etapa que enlutó a cientos de familias guerrerenses, pero merced a la tesonera persistencia de la memoria popular, quien lo iba a pensar entonces, aquél presidente de la República, Luis Echeverría Alvarez, hoy podría ser procesado penalmente por su participación en los trágicos acontecimientos del 2 de octubre de 1968 y del 19 de junio de 1971, así como por su complicidad en la llamada guerra sucia de los años sesenta, estatalmente dirigida por Rubén Figueroa Figueroa, muerto en la impunidad, pero están bajo arresto uno de los principales operadores, Maria Arturo Acosta Chaparro, que aunque hoy está por narcotraficante, el brazo de la justicia lo alcanzará, tarde o temprano,  para responder por actos genocidas de entonces.

La Preparatoria 7 fue sede y participó directa e indirectamente en las luchas de resistencia tendientes a desactivar esa escalada represiva que fructificara, entre otras cosas, en la reforma política de los ochenta; en una ley de amnistía federal y local para todos los presos, procesados y perseguidos políticos; a la organización de resistencia como lo fue el Frente por la Defensa de los Derechos del Pueblo de Guerrero, por no señalar las innumerables manifestaciones masivas de protesta y de propuesta. No podemos pasar por alto el papel protagónico del desaparecido Partido Comunista Mexicano para esta transición.

Las primeras quince generaciones de estudiantes tuvieron que sacrificar muchos de sus derechos académicos y vivir en un permanente estado de zozobra e incertidumbre a que los sometía la situación política; a cambio de eso, adquirieron una experiencia y una madurez cívica temprana, asumiendo virtualmente por su cuenta la responsabilidad académica, de tal manera que hoy, lo podemos asegurar, la mayoría, no sólo se conducen como ejemplares ciudadanos sino contribuyen destacadamente en el ámbito político, científico y cultural que engrandece a nuestro estado.

Algunos de ellos forman parte, por ejemplo, de la planilla docente de nuestra escuela, de la propia universidad o de otras instituciones educativas; otro tanto los vemos cada año acompañado a sus hijos o familiares para inscribirlos orgullosamente en su Prepa; incluso uno de estos egresados fue ya rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, me refiero a Marcial Rodríguez Saldaña, hoy síndico electo, así como coordinador de la Maestría en Derecho Público o el doctor en derecho, Román Ibarra Flores, catedrático e investigador de la Facultad de Derecho, José Alfredo Romero Olea, director de la misma, David Rumbo Alejandri, subdirector de la Facultad de Comercio y Administración, autor de diversos libros sobre su especialidad; la relación es extensa.

Tratándose de profesores, solo quiero referirme, sin desdoro de otros, al doctor Pablo Sandoval Ramírez, infatigable luchador social, participante en el Movimiento Anticaballerista de 1960 siendo apenas un adolescente, movimiento que lograría entre otras cosas, la transformación del añoso Colegio del Estado en la Universidad Autónoma de Guerrero, nuestra casa; fundador de nuestra escuela en 1972 y catedrático de la misma; relevante líder nacional y local del sindicalismo universitario; organizador del movimiento popular guerrerense; militante distinguido del Partido Comunista Mexicano; el doctor en Ciencias Políticas; diputado federal por Acapulco, tiempo durante el cual llegó a ser presidente del Congreso de la Unión y que a poco de reintegrarse a su cátedra en la preparatoria, lo sorprendió la muerte hace exactamente dos años. Aquí le hacemos un reconocimiento.

Este texto está dedicado a las nuevas generaciones de estudiantes, a los ya miles de egresados de 28 generaciones, a los profesores, a los trabajadores administrativos y de intendencia presentes y ausentes que han contribuido a la creación y sostenimiento de este peculiar e histórico centro de estudios, orgullo de la educación popular y desde luego a mi comadre Doña Mari, más conocida como La suegra que por su cooperativa nos ha acompañado en este camino, en las buenas y en las malas desde el primer día que la escuela laboró. No podía ser menos.

Las condiciones, ciertamente han cambiado, pero el derecho “a ser” debe perseverar. Ciertamente, las agresiones gubernamentales ya no se manifiestan a través del uso de soldados, policías y porros tomando las escuelas ni persiguiendo o encarcelando estudiantes o maestros para diezmar la educación pública; los métodos hoy son muchos más sutiles pero igualmente o peor que en aquellos aciagos años.

Hoy la batalla se libra, o se debe, contra la estrategia neoliberal adoptada por el poder público desde hace 20 años que consiste, entre otras cosas, en una restricción permanente a los presupuestos educativos que ha provocado un daño mayor para los estados más pobres como nuestra entidad; se ha iniciado un proceso de extinción para la educación pública en beneficio de la privada; la autonomía de las universidades, no obstante su protección constitucional, es inexistente en los hechos al entregarse los recursos mayoritariamente “etiquetados”; el contenido educativo se dirige casi exclusivamente al servicio del mercado; los sindicatos y los contratos colectivos de trabajo pierden permanentemente fuerza y valor real; los salarios y la seguridad social para los trabajadores universitarios están en crisis constante; se pondera la educación técnica por sobre la humanista desnaturalizando con ello el concepto mismo de la universidad; las administraciones universitarias cada vez más se conducen como empleados de la SEP y de los gobiernos de los estados (desde luego la nuestra no es la excepción); el costo de la educación se desplaza cada vez más hacia las familias, principalmente afectándose a las más pobres, a través de las crecientes “cuotas voluntarias”, anulando con ello el principio de la educación gratuita; se privilegia la función administrativa frente a la academia; todo ello sin mencionar las amplias zonas de corrupción e impunidad que permean todo el quehacer universitario; la lucha por derechos ha devenido en súplicas de favores y un largo etcétera.

Tal es el panorama que el estudiante y el profesor universitario debe encarar hoy.

Por lo que concierne a nuestra escuela, no sólo debemos afrontar las consecuencias de la política educativa general en lo que nos corresponde, sino también las carencias materiales como son la falta de una biblioteca, de laboratorios funcionales; la inexistencia de un departamento de orientación vocacional; así mismo subsisten como lacras los vicios propios como son el ausentismo de profesores y estudiantes; el soborno, la presión electoral , la destrucción del mobiliario, la violencia, la falta de higiene, etc.

Pero a cambio de ello tenemos la fuerza de la memoria y más de dos  mil jóvenes dispuestos a educarse con esfuerzo y dignidad, y hoy como ayer con la herramienta de un pensamiento creativo, para los estudiantes del presente, la tarea primordial es estudiar, prepararse académica y culturalmente para  ser ejemplares ciudadanos, eventualmente libres.

Sobre esto, y para concluir, quiero referirme a unas frases del doctor Salvador Allende Gossens en un discurso pronunciado en la Universidad de Guadalajara, pocos meses antes de regresar a encontrarse con su trágico pero fértil destino en la lejana, y cercana a la vez, República de Chile: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica, la primer tarea de un joven estudiante revolucionario, es estudiar, ser buen estudiante”.*Discurso pronunciado por el autor día 23 de octubre con motivo del 30 aniversario de la Preparatoria 7.

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