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Rafael Trejo Moreno

Preparatoria 7, 30 años

(Segunda parte)  

La nueva preparatoria abrió sus puertas a todos los sectores más pobres del puerto, principalmente a hijos de los habitantes de colonias irregulares, vendedores ambulantes que de otra manera era muy difícil poder continuar sus estudios.

Esta composición no fue obra de la casualidad, sino de la consecuencia lógica de un anómalo modelo económico impuesto a la región desde años atrás que descapitalizó el campo, concentrando la inversión pública y privada en la zona urbana, dando con ello lugar, el incontrolable fenómeno de la inmigración campesina que su número y carácter ejercieron presión para obtener los servicios urbanos básicos, entre ellos la educación, a una ciudad nunca (hasta la fecha) preparada para prestarlos. Se estableció así de manera natural una suerte de alianza entre dichos sectores y los universitarios.

Eran frecuentes los antagonismos de los vendedores ambulantes con los abusivos inspectores que arbitrariamente confiscaban las modestas mercancías de aquellos.

Cuando esto acontecía recurrían a los universitarios en busca de ayuda y solidaridad para la recuperación de sus mercaderías la respuesta no se hacía esperar: en unos cuantos minutos cientos de alumnos se lanzaban a las calles para localizar a los arbitrarios inspectores para recuperar lo decomisado concitándose frecuentemente trifulcas masivas.

O cuando algunos colonos eran desalojados ocurría lo mismo, nuestros jóvenes siempre generosos, siempre justicieros y solidarios. Así también cuando la escuela o la UAG era amenazada por el gobierno a través de jóvenes rijosos relacionados con el PRI y el gobierno del estado, llamados porros, o por la policía; también estos colonos y estos vendedores ambulantes hacían acto de presencia. Incluso armados para defender a “su Prepa”.

Estas anécdotas son útiles para que las nuevas generaciones tengan conciencia de la naturaleza eminentemente popular de la escuela y que nunca más en lo sucesivo ha habido rechazados a pesar de las restricciones a que con frecuencia es sometida la universidad y en particular la rebelde siempre Preparatoria 7.

El espíritu de lucha de maestros y alumnos de nuestra escuela despertó los ánimos reivindicadores de jóvenes en todo el estado, fundándose o sembrando futuro en todos los rincones de la ciudad. A partir de este hecho pionero, la universidad hoy cuenta con 39 preparatorias.

Un gobernador arcaico y representante de los intereses regionales más conservadores y un aspirante al mismo cargo con características más modernizantes, manifiestan contradicciones insalvables dentro del priísmo y de los gobiernos federales; Lucio Cabañas alzado en la sierra de Atoyac dirimían diferencias en todos los ámbitos, connotadamente en la universidad la que a su vez desarrollaba un movimiento popular aprovechando la coyuntura y en la que sectores de la oposición se distinguían por un activismo político de partido único y oficial; cerrados los espacios de actuación política legal, la universidad se vio obligada a actuar más en el ámbito de la política opositora que en su función académica.

Defenestrado el gobernador Nogueda Otero, secuestrado el candidato Rubén Figueroa por Lucio Cabañas, posteriormente asesinado éste.

El flamante gobernador, ya apenas en funciones Rubén Figueroa Figueroa, desata una guerra sucia, genocida no sólo contra sus opositores, sino indiscriminadamente contra el pueblo, campesinos de la Costa Grande, todo bajo la anuencia cómplice del gobierno federal presidido por Luis Echeverría Alvarez.

Destierro, encierro o entierro, resumían la política del figueroísmo contra los opositores; en efecto, fueron virtualmente expulsados, tal es el caso, por ejemplo, del entonces estudiante Octavio Navarrete Gorjón, exiliado en Puebla donde realizó una brillante carrera académica; el caso del matrimonio formado por Antonio Rosales y Aidé Ibares, que después de un periodo breve en la Universidad Autónoma de Puebla, a donde llegó la amenaza figueroísta, fueron exiliados a Cuba donde culminaron su carrera de medicina y hoy son académicos en la Universidad Autónoma de Guerrero en la escuela de esa especialidad, etc.; decenas fueron procesados y encarcelados y más de cuatrocientos fueron forzadamente desaparecidos.

Nuestra escuela pagó su trágica cuota: los estudiantes Floriberto Clavel, El Penta, Isidro Reyes, Guillermo Mena, Teresa de Mena, Edilberto Sánchez, Rebeca Padilla, Rodrigo Ramírez, Arturo Bibiano, ante testigos, fueron aprehendidos y nunca más conocimos de su paradero.

Recuérdese también la artera ocupación militar a cargo de Mario Arturo Acosta Chaparro a nuestra escuela a principios del mes de marzo de 1975, y el secuestro del subdirector de entonces, quien esto escribe. Del director de la también nueva escuela de Medicina, Rosendo Vega Arcos; del director de la Escuela de Ecología Marina, Zeferino Chávez y varios estudiantes como Guadalupe Saligán, Adolfo Gorjón, etc., confinados todos ellos, e incomunicados por más de 20 días. Tal era el ambiente político del estado, la universidad y especialmente de la Preparatoria 7, centro de resistencia y bastión opositor.

No podemos pasar por alto la arbitraria suspensión en la entrega del subsidio a que están obligados los gobiernos federal y estatal en el año de 1984, crisis que se prolongó por casi un año con la criminal pretensión de llevar a la quiebra a la institución. Desde luego, nuestra escuela se mantuvo firme en la defensa por la autonomía universitaria, y con una actitud crítica, a su vez, contra quienes desde adentro provocaron la mencionada intentona.

Esta desmesurada e injustificada reacción gubernamental contra los universitarios, particularmente contra los de la Preparatoria 7 era explicable en la lógica represiva, toda vez que nuestra escuela, partícipe de esa quimera revolucionaria que nos envolvió a muchos, no sólo se limitó a defenderse de las acometidas policiacas, sino que buscó afanosamente crear un modelo educativo opuesto al vigente de entonces por considerarlo “burgués”, sustituyéndolo por otro de corte “revolucionario y socialista, dando como resultado el conocido “Plan de Estudios de 1974” para las preparatorias, fruto de una escasa meditación académica y con un profundo contenido ideologizante de un “marxismo” arcaico, destinado más al adoctrinamiento que a la formación académica universal y plural.

Este plan de estudios tuvo vigencia virtualmente hasta 1999, aunque para 1981 en algunas escuelas fue sustituido por otro. Nuestra escuela, hay que decirlo, tuvo una relevante participación en su diseño y aplicación. Esto hecho no es algo de lo que nos podemos enorgullecer, pero tampoco algo para avergozarse, puesto que obedecía, con todo y sus defectos, al espíritu generoso y liberador de los jóvenes de aquél entonces, así como a la búsqueda, en gran medida ingenua, de mejores derroteros educativos al servicio de las clases marginadas; todo ello ante un régimen que mantuvo cerradas las opciones políticas opositoras.

Prueba de las convicciones solidarias de aquellas primeras generaciones lo constituyen las decenas de brigadas estudiantiles organizadas para la alfabetización en las diversas colonias populares del puerto; así como aquellas campañas médicas que se organizaron previo el acopio de medicinas en las mismas colonias; y para finalizar, es necesario recordar la frustrada campaña universitaria para el corte del café en la Sierra de Atoyac en 1973, intento impedido violentamente por el Ejército que mantenía un virtual estado de sitio en la región.

De la Preparatoria 7 surgieron iniciativas para la refundación de la Unión Sindical de Catedráticos de la Universidad Autónoma de Guerrero (USCUAG), que por años estuvo enterrada dentro del corporativismo de los sindicatos oficiales hasta 1974. Para 1976 esta organización se apunta su primera gran conquista: después de un mes de huelga, por la resistencia del entonces rector Arquímides Morales Carranza, se firma el primer contrato colectivo de trabajo para los académicos de la UAG, acontecimiento fundador de todo el movimiento sindical universitario de dimensiones nacionales.

 

 

 

 

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