Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Juan Angulo Osorio

Chana y Juana

 El gobernador René Juárez Cisneros volvió ayer a deslindarse de cualquier injerencia en la decisión que pretende privar a las ciudadanas Gloria Sierra y Yolanda Villaseñor de su condición de diputadas electas.

A diferencia del miércoles en que fue abordado por el reportero de El Sur Aurelio Peláez en un acto público, esta vez el gobernador escogió hacerlo en un ambiente más íntimo, sin la presencia de periodistas molestos, aunque en un lugar público como la sede de la Promtora Turística en Acapulco.

“Me da risa”, decía René Juárez con los aspavientos propios de alguien que está enojado, de quienes decimos que él tuvo que ver con el intento de desconocimiento de las diputadas, porque a él lo mismo le daba “Chana que Juana”. Como en otras ocasiones en que pretende aparecer como un político que usa dichos populares, el gobernador incurre en un desliz: quiere presentarse como muy tolerante y abierto al punto de no distinguir a “Chana de Juana” pasando por alto que ésta es una expresión despectiva.

Pero más allá de este gazapo, una pregunta debió hacérsele al gobernador: si le es indiferente cómo queda integrada la nueva legislatura local ¿por qué no instruyó al magistrado Miguel Barreto Sedeño para que el PRI no impugnara a las diputadas electas Sierra y Villaseñor? ¿Por qué dejó que también se impugnara a Genaro Vázquez Solís?

El gobernador es el jefe máximo del PRI, y seguro que influyó en la estrategia para mitigar la debacle de su partido en la jornada del 6 de octubre; un diseño “vengativo y revanchista”, lo llamó el dirigente nacional de Alianzas del PRD, Ramón Sosamontes Herreramoro. Una “artimaña para rescatar al PRI”, la calificó la abogada Villaseñor.

Si ahora se está dando cuenta que la intentona le está significando un alto costo político, esto no desmiente su participación protagónica en aquella estrategia.

Por eso preocupa la declaración del re-reconocido síndico electo de Acapulco, Marcial Rodríguez Saldaña, quien pide al PRI  que “ya no le siga causando problemas al gobernador”.

Si el PRI fuese independiente del gobernador estaríamos ante un signo de modernidad política que debiera celebrarse, y no criticarse. Pero es claro que eso no es cierto, y que se trata de un análisis al más viejísimo estilo de criticar a los funcionarios menores, pero nunca al señor gobernador. (Antes –y entre paréntesis– era al señor presidente, pero ahora todo mundo –y qué bueno– puede criticar sin ningún problema al presidente de la República Vicente Fox. Todos los días en todos los periódicos, en todos los noticieros de radio y hasta en los de la televisión se publican críticas contra Fox, y no sólo de sus opositores, sino de los periodistas –reporteros, fotógrafos, moneros, articulistas, columnistas– mismos. Sólo aquí en Guerrero se considera un sacrilegio criticar al gobernador, al punto en que no se publican caricaturas inclusive elogiosas de René Juárez, no vaya a ser que no le guste como lo dibujaron).

No entiendo por eso qué pasa en el equipo más cercano del presidente electo Alberto López Rosas, y tampoco comparto algunas expresiones de éste. En una reciente entrevista con Novedades –una larguísima en donde por cierto no aparece ninguna referencia al gobernador y sí muchas a Zeferino Torreblanca– el futuro presidente municipal reconoce que no esperaba alcanzar una diferencia de más de 50 mil votos frente al candidato del PRI. ¿Ya analizó de dónde viene ese margen? ¿No será el costo político que le significó al candidato del PRI la guerra sucia contra López Rosas por el caso de Merle Yuridia? Así como en Brasil a cada amenaza de “los mercados” de agudizar la crisis económica los electores reaccionaban apoyando más a Lula, en Acapulco a cada golpe bajo del PRI crecía el apoyo a López Rosas.

El de esa guerra sucia es el PRI del gobernador Juárez Cisneros. ¿O hay otro?

Además, no tiene razón Rodríguez Saldaña cuando dice que en la campaña recogieron que los acapulqueños quieren que haya una relación institucional entre los distintos niveles de gobierno. La demanda principal es que haya continuidad, y de ésta ya nadie habla entre los futuros huéspedes del palacio del parque Papagayo. Deben tener cuidado de no alejarse del sentido del voto popular.

López Rosas está más obligado que Zeferino a gobernar bien. El empresario sólo tenía que superar a los cuatro desastrosos gobiernos priístas que lo precedieron. Una buena administración, una regular obra pública y una actitud de dignidad ante el gobernador eran suficientes. El abogado debe mejorar las prácticas administrativas, ampliar la obra pública y mantener una actitud de defensa del ayuntamiento ante el gobernador. Y, además, debe hacer otras cosas que no hizo Torreblanca. Ni modo.

Nadie le está proponiendo que se pelee todos los días con el gobernador, sino solamente siempre que sea necesario. Hasta ahora, en todas sus comparecencias públicas después del triunfo del 6 de octubre López Rosas ni siquiera ha dicho que mantendrá una relación institucional con René Juárez “aunque no compartamos el mismo proyecto político”, como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador en el DF con Fox.

Ciertamente, el pueblo de Guerrero querría que sus gobernantes se unieran para defender mejor los intereses del estado, para exigir más recursos a la federación. Pero ¿está seguro López Rosas que eso quiere el gobierno de René Juárez?

Por último: la invitación a que el gobernador asista a la toma de posesión el 1º de diciembre. El alcalde electo no puede garantizar que Juárez Cisneros sea bienvenido en la ceremonia. En las últimas tres elecciones consecutivas los ciudadanos acapulqueños han vapuleado en las urnas a quien gobernó el municipio hace apenas 12 años. El ahora huésped de la Casa Guerrero no es popular en Acapulco. Esa es la realidad. Y sólo un exceso de formalismo, por no pensar en algo peor, puede poner entre las prioridades del presidente electo la invitación al gobernador a su toma de posesión.

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