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Jeremías Marquines

APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

 Más mentiras

 Si el uso de la mentira y la simulación como estrategia política le valió al PRI y al gobernador René Juárez perder la mitad del estado y la hegemonía del Congreso local, a los líderes, diputados, y alcaldes ganadores del PRD les costará la desconfianza pública.

Durante décadas los gobiernos priístas han privilegiado el uso de la mentira como herramienta política y de gobierno y, quizá, en ellos se justifique porque nunca han contado con el respaldo y la confianza pública, como sí ocurre con los candidatos y gobernantes del PRD. Una confianza que, por supuesto, en el camino pierden.

Si a un gobernante priísta se le dice mañoso y mentiroso, no pasa nada, la gente no se siente defraudada. Pero si lo mismo ocurre con alguien de la oposición, el adjetivo se magnifica y el sentimiento de fraude y de traición queda grabado en la conciencia popular; la duda es imperecedera y ni todos los desmentidos del mundo podrán hacer que la sociedad piense diferente de quien o quienes traicionan la confianza popular. Ya los tiempos de antes no son los mismos de hoy señor Don Simón, pero en Guerrero los pésimos aventureros de la política no lo entienden.

La mentira, el doble discurso, la negociación en lo oscuro, matizada con los llamados al diálogo, la civilidad y el respeto al gobernante, que rayan en lo servil y sumiso, ya no son las formas de conducirse en la política actual. Esos son los recursos –usos y costumbres– que todavía emplean viejos priístas que se pasan a la oposición y quedan traumados por su educación cortesana, pero no la oposición.

Ellos (los priístas), creen que el ejercicio del poder es una práctica de concesiones, y no de obligaciones; imploran, piden, demandan, negocian, pero se olvidan que la justicia y el cumplimiento de la ley no se pide ni se negocia. Por eso, este tipo de políticos siempre tratan de no hacer enojar al gobernante y, en cónclaves secretos, piden, a sus iguales, no incomodar a Vuecencia por ahora, “no vaya a ser que no quiera aumentarnos el presupuesto, mejor no digan nada que le ofenda”. Por eso, cuando hablan del gobernante recuerdan al patiño amanuense de Yo, el supremo, el personaje de la novela del paraguayo Augusto Roa Bastos.

Recuerdo una parte del párrafo que se llama Lección de escritura: “Dame la mano –dice el dictador– Va a levantarse, Señor. Venga la mano. Honor muy grande para este servidor es que Vuecencia me tienda la mano. No te tiendo la mano. Te ordeno que me tiendas la tuya. No te propongo una reconciliación; únicamente un simulacro de transitoria identificación”, dice el dictador. Esto no se escribió ayer, se escribió hace unos 30 años.

Pues bien, precisemos: la semana pasada los diputados del PRD, de los que ya he hablado aquí como unos inútiles que sólo buscan su beneficio, se reunieron con el gobernador para pedirle 300 mil pesos como bono de retiro por su buen trabajo legislativo, dicen. Pero eso sí estos diputados –Olga Bazán, Juan Adán Tabares, Abel Salgado, Esteban Mireles; Rosario Merlín; Severiano Prócoro; Juan García Costilla y Sebastián de la Rosa nunca contrariaron al gobernador.

Estos diputados, sabiendo que en el estado muchos de sus compañeros perredistas están en la miseria total y que por eso son perredistas, porque creen que sus líderes los van ayudar para que su suerte cambie, llegan escondiéndose –porque así aparecieron en la foto– a la casa de René Juárez. Luego, obligados por una nota de El Sur mandan un desmentido donde dicen que la visita fue para ver cómo andaban sus gestiones de obras de calles y escuelas. A menos de un mes para que entreguen la toalla, estos diputados se dan cuenta de que hay calles y escuelas sin construir. Patrañas, bola de mentirosos, eso es lo que son. Fueron a negociar su devaluado voto a favor del atraco público al presupuesto, que se les cebó porque tuvieron que votar en contra de la cuenta pública, más obligados que conscientes para medio lavar su error. Ahí usted sabe si vuelven a creer en alguno de ellos.

Pero eso no es todo, un día después de que el gobernador Juárez ordenó que le dieran para atrás a las constancias de mayoría de las diputadas electas Gloria Sierra y Yolanda Villaseñor, y antes de la reunión con los diputados del PRD, otro señor también se reunió con Juárez, fue don Alberto López Rosas y llegó acompañado de su amigo el ex rector de la UAG y presidente de la asociación civil Estamos Contigo Acapulco (ECA), y doctor en derecho, don Marcial Rodríguez Saldaña.

El próximo alcalde de Acapulco, el que se comprometió a superar el trabajo de Zeferino, –quien valga la acotación, se distinguió por su independencia frente a René Juárez y por eso la gente confió en él–, se reunió con el gobernador para solicitarle (usó el mismo recurso de los diputados) la culminación de obras en Acapulco e invitarlo humildemente a su toma de posesión.

Pero esa fue la versión oficial, la versión no oficial es aquella que dice que con el gobernador se negoció el asunto de la impugnación a su querido síndico Rodríguez Saldaña, a cambio de no intervenir en la defensa de las diputadas. Y es que –volvemos a lo mismo– la versión de López Rosas no es creíble: ¿por qué acepta reunirse con el gobernador sabiendo que ese mismo día están lesionando el derecho de las diputadas? Y, ¿por qué no trató nada de este asunto con Juárez? Porque simplemente esa no era su prioridad, su prioridad era conseguir la benevolencia del Ejecutivo para con su síndico Marcial que ya se ha convertido en un polémico y adelantado asunto de ingobernabilidad.

Y es que esta versión se fortalece aún más porque hasta el momento, de todos los candidatos impugnados, sólo Marcial Rodríguez no fue tocado, es más, ayer el TEE desechó el recurso de la alianza PRI-PVEM contra el síndico que ni siquiera fue leída. Felicidades, así se hace la alta política.

Por eso, y pese a todo, esta será la versión que prevalezca en la opinión pública mientras el señor alcalde electo siga ocultando la verdadera versión de lo ocurrido en Casa Guerrero. Y mientras no hable con la verdad, la confianza pública que la gente le dio, se irá debilitando porque no se votó por un alcalde negociador ni pedigüeño de favores del gobernador, la gente votó por la continuidad de un gobierno digno, valiente y honesto como el que encabezó Zeferino. Un gobierno que no vendió a sus compañeros, ni negoció la justicia ni el Estado de derecho a cambio de los favores de un gobernador revanchista y deshonesto.

Sorprende pues que en medio de una bárbara ofensiva de rencor y revanchismo del gobernador hacia las diputadas electas, y pese a las advertencias que hizo el alcalde Torreblanca Galindo a los nuevos presidentes municipales de que no confiaran en Juárez, todavía don Alberto diga que como ejercicio principal de su política va a privilegiar el diálogo con el gobernador. En este contexto, sorprende y maravilla esa capacidad conciliadora. Y todo esto es sólo una advertencia, en adelante el PRD deberá seleccionar muy bien a sus candidatos. La sociedad ya no soporta más mentiras, ni entreguismos que lesionan y traicionan la esperanza de cambio.

La contra: El colmo, en Guerrero aparte de que no se apoya el arte y la cultura también se mata impunemente a los creadores. La semana pasada un vicioso de nombre Juventino Rodríguez Martínez, hermano del magistrado del TSJE, Vicente de los mismos apellidos, asesinó con su camioneta a la investigadora Lourdes Andrade Vilchis y cinco horas después quedó libre tras pagar en efectivo 130 mil pesos. Andrade Vilchis era una de las pocas expertas en el país de la obra de las pintoras surrealistas Leonora Carrington y Remedios Varo a quienes dedicó varios libros. Era licenciada en Historia del Arte por la Iberoamericana y maestra por la universidad de Kent, del Reino Unido; el que la mató manejaba ebrio y es un imbécil. La investigadora vino desgraciadamente a Guerrero invitada por el IGC a presentar uno de sus libros, pero esta institución ni siquiera publicó una esquela para lamentarse de su muerte y exigir justicia. Descanse en paz esta valiosa y bella dama.

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